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Un trabajador en la nueva planta hidroeléctrica subterránea ‘Romanche Gavet’ en los Alpes franceses (Jean-Pierre Clatot/AFP/Getty Images).

Aunque de manera desigual según los países, la implantación de las energías renovables es rápida ¿qué futuro les depara?

Si algo quedó patente durante la celebración de la jornada La Geopolítica de las renovables, cuando fue abordada en su vertiente La mirada de la Prensa, fue la simpatía que esta forma de energía genera entre los periodistas. No es sólo que las energías renovables produzcan electricidad limpia, sin contaminación, inagotable y sostenible, es que además esa energía concita también la adhesión de quienes se dedican a la comunicación.

Uno tras otro, los cinco tertulianos que participaron en la Jornada de debate desarrollada en la sede de la Comisión Europea en Madrid, mostraron su defensa de las energías renovables y su fe de que en ellas se asienta un futuro más alejado de la amenaza del cambio climático, incluso más democrático y menos desigual.

Los periodistas María García de la Fuente, Pepa Mosquera, Sergio de Otto, Carlos Martí y Gustavo Catalán Deus no se habían puesto de acuerdo en el parecer inequívoco de sus intervenciones. Estas fueron fruto espontáneo de su experiencia profesional como comunicadores especializados en medio ambiente.

Tal fue la unanimidad en todos los frentes que se expusieron sobre las energías renovables que un asistente lo puso de relieve en una de sus preguntas. Estaba dolido con el hecho de que los ponentes hubieran sido tan amables con las renovables y todo lo contrario con otras energías como las fósiles o la nuclear, por lo que le echó en cara a la mesa esa posición unánime.

La pregunta no tuvo respuesta concreta, porque toda ella tuvo lugar durante la hora y media de intervenciones. La energía renovable, por ser eso simplemente, atrae voluntades de la mayor parte de la ciudadanía y, cómo no, de los periodistas; salvo que estos reciban compensaciones o tengan instrucciones de sus editores y de los sectores energéticos contrarios a su implantación.

Si los ponentes hubieran sido periodistas especializados en economía, otras hubieran sido sus opiniones. Las energías fósiles saben muy bien cómo comprar voluntades y opiniones en el mundo de la comunicación. Y los medios saben muy bien que si son críticos con esas empresas no van a lograr conseguir que estas se anuncien en sus medios.

De hecho, varios de los periodistas que intervinieron denunciaron las presiones que habían sufrido por parte de las compañías eléctricas españolas si se atrevían a criticar sus actividades. Fue el caso de dos de los medios representados: Energías Renovables y Público. Yo podría añadir que la única vez que me "regañaron" desde la dirección empresarial de El Mundo, fue por una información en la que no debió quedar bien Iberdrola. Me dijeron que habían retirado una campaña publicitaria de mucho dinero.

No me llamaron a mí para desmentirme la noticia o rectificarlo si había alguna inexactitud, no. Tampoco usaron su derecho de rectificación. Ellos actuaron a su manera… y yo a la mía. Seguí publicando sin tener en consideración la opinión de Iberdrola y me imagino que Iberdrola me pondría en una de sus listas negras.

Es precisamente esa prepotencia de las grandes corporaciones energéticas de nuestro país y de todos los lugares del mundo, la que las hace tan antipáticas para los periodistas, que, por contra, vuelcan su interés y simpatías en las energías renovables.

Lo curioso es que desde hace tiempo, las empresas eléctricas de siempre han venido invirtiendo en energías renovables, con la doble intención de hacer negocio por si un día esa energía se impone -como todo el mundo intuye-, y quizá también con la intención de evitar que les ganen la partida a las energías fósiles y a la nuclear, o dilatar el mayor tiempo posible la transición de unas a otras.

Vaya por adelantado que soy un radical partidario de las renovables. Por eso me atrevo a afirmar que estas energías se impondrán mucho antes de lo que nos imaginamos. Cuando hace 15 años la organización Greenpeace lanzó un informe pidiendo que para 2050 toda la energía del planeta fuera renovable, a mí me pareció algo utópico. Pero hoy, 15 años después, creo que se quedaron cortos.

La velocidad de implantación de las energías renovables es vertiginosa. Los costes de su producción son cada día más bajos. Por contra, los costes de las energías fósiles y de la nuclear son cada vez más elevados. Y, finalmente, el cambio climático obligará a cambiar de modelo. Antes de 35 años nuestro modo de iluminarnos, producir bienes y trasladarnos será radialmente distinto al  actual. Algo tan universal como los vehículos privados se moverán exclusivamente con electricidad y esta tendrá un origen renovable.

En 2015 la inversión global en inversiones mundiales en energías renovables alcanzó los 286.000 millones de dólares (unos 257.000 millones de euros), lo que significa  un aumento muy importante sobre los años precedentes. Las energías limpias han recibido en total en los últimos años una inversión de más de 2,3 mil millones de dólares, una cifra que permitió poner en marcha 134.000 megavatios de potencia renovable. Esta cifra está muy por detrás del gas (42 gigas), el carbón (40) y la nuclear (tan solo 15).

Estas cifras demuestran el imparable impulso de las energías limpias que, además, han recibido el impulso político de la Cumbre de París, donde la casi totalidad de los países y las grandes potencias mundiales se han comprometido a producir una gran parte de su electricidad de manera sostenible.

Hasta la subdesarrollada África se ha apuntado a la carrera por conseguir un lugar de honor en la producción de energía limpia. En los últimos años hemos visto como se está trabajando en nuevos proyectos. Marruecos acaba de poner en marcha la mayor planta solar del mundo. Los dirigentes africanos ven en la generación dispersa de las energías limpias la gran posibilidad de dotar de electricidad a las aldeas del continente sin necesidad de implantar una costosa red eléctrica.

Esta opción sería tan revolucionaria y tendría tanto éxito como la implantación de la telefonía móvil en el continente. Sin necesidad de redes de telefonía, sus habitantes ahora pueden comunicarse desde los rincones más alejados de África. El cambio ha sido un paso de gigante en la incorporación de este continente al siglo XXI.

Con unas placas solares, unos aerogeneradores y otros sistemas renovables, la energía podría alcanzar en África una dimensión democrática, solidaria e igualitaria que tanto necesitan…

…Y en España, ¿qué? La pasada legislatura ha traído un frenazo a la destacada posición del país en el avance de las energías renovables. De estar a  cabeza en la implantación, investigación y exportación de energías limpias ha pasado a una modesta plaza en la posición mundial.

Sin embargo, parece que los errores de estos cuatro años se van a corregir. El sector está a la espera de esas rectificaciones y anuncia que no todo está perdido. España tiene un lugar bajo el sol y, aunque le pongan impuestos, ocupará de nuevo un lugar destacable.