Liberales, neoconfucianos, neoautoritarios y posmaoístas representan un ecosistema de debate intelectual vibrante y heterodoxo, que está viendo reducido su margen de expresión con el auge de Xi Jinping.

Voices from the Chinese Century

Timothy Cheek, David Ownby y Joshua A. Fogel

Columbia University Press

El panorama intelectual chino suele dividirse en blancos y negros: por un lado, estarían los pensadores disidentes que están en el exilio o han sido encarcelados, como Liu Xiaobo o Ai Weiwei; por otro lado, estarían los intelectuales orgánicos del Partido, que justifican a rajatabla la posición del gobierno. Sin embargo, esta interpretación popular del ecosistema intelectual chino es limitada: en China existen diferentes ramas de pensamiento, críticas y heterodoxas, que pueden publicar y participar en el debate nacional, y que representan posturas variadas y contrapuestas sobre cuál debe ser el futuro del país.

El libro Voices from the Chinese Century recopila ensayos de estas diferentes tendencias, agrupándolas en los tres grupos principales en los que se divide la intelectualidad china contemporánea: los liberales, la Nueva Izquierda y los neoconfucianos. Como explican los editores del libro Timothy Cheek, David Ownby y Joshua A. Fogel en su introducción, cada una de estas ramas busca “soluciones” a los desafíos de la China contemporánea desde diferentes marcos. Los liberales confían en las soluciones universalistas y normas globales inspiradas por pensadores liberales occidentales. La Nueva Izquierda aspira recuperar los ideales socialistas y revisar su legado desde un neoautoritarismo adaptado al siglo XXI. Finalmente, los neoconfucianos pretenden promover un conservadurismo o reaccionarismo confuciano en contraposición al liberalismo y socialismo modernizadores, que consideran influencias extranjeras.

Todos los ensayos del libro están sacados de Reading the China Dream, la página web de referencia de traducción de textos de intelectuales chinos al inglés. Los editores de Voices from the Chinese Century son también los de este recurso online, y han sido los encargados, en consulta con intelectuales chinos, de escoger los textos incluidos en este libro. Los ensayos seleccionados tienen fechas de publicación desde 1999 a 2017, aunque la mayoría están publicados en el lapso 2012-2014, es decir, los primeros años de liderazgo de Xi Jinping. Solo tres de los ensayos están escritos por mujeres, una proporción que los editores argumentan que es representativa del panorama intelectual chino, dominado mayoritariamente por hombres. Un criterio que no aclaran los editores es la selección generacional de los autores: todos son nacidos en los 40, 50 o 60. Quizás la inclusión de algún intelectual joven nacido en los 70 o después, es decir, un intelectual que nunca hubiera vivido el maoísmo, habría aportado más pluralidad a esta recopilación.

La primera rama intelectual que trata el libro son los liberales chinos. Aunque estén agrupados bajo un mismo techo, se aprecian las diferencias entre los autores. Por ejemplo, Liu Qing defiende una perspectiva pluralista inspirada en pensadores multiculturales como Charles Taylor; mientras que Guo Yuhua se identificaría con un liberalismo más anarquista o autogestionario como el de James C. Scott. Por su parte, Cai Xia representa una insider del Partido que argumenta a favor del constitucionalismo liberal usando la jerga ortodoxa marxista. Desde el punto de vista del estilo, sin embargo, el texto más atractivo es el del empresario e intelectual Rong Jian, que argumenta por qué China ha quedado “despojada” de pensamiento a causa del legado revolucionario.

Por su parte, la rama de la Nueva Izquierda se divide, por un lado, en los intelectuales que están repensando el legado e impacto del maoísmo en la China actual y, por el otro, en los autores neoautoritarios que justifican la vigencia del modelo chino para afrontar los retos del siglo XXI. En el primer grupo encontraríamos a Qian Liqun, que reflexiona críticamente sobre la influencia irrevocable que Mao ha tenido sobre su pensamiento y biografía, y el impacto que todavía tiene en China. Por otro lado, entre los neoautoritarios encontramos a Xiao Gongqing, que defiende un proyecto desarrollista-autoritario al estilo de Singapur o la Corea del Sur o Taiwán del siglo XX… que representaría una etapa paternalista necesaria para crear una sociedad civil sólida, condición necesaria para posteriormente implantar una democracia liberal y no caer en un populismo caótico. Su defensa de la dictadura como el mejor medio para llegar al objetivo último del liberalismo lo sitúa como parte de la escuela neoautoritaria, en contraste con los autores liberales que niegan la idea del autoritarismo como una etapa “necesaria” hacia la libertad. Por su parte, el neoautoritario Wang Shaoguang va un paso más allá y defiende que el modelo chino es más “democrático” que el occidental, ya que responde mejor a las necesidades de sus ciudadanos a través de una burocracia movilizada y conectada con el pueblo mediante la “línea de masas” del Partido.

Finalmente, esta recopilación también incluye diversas voces de la rama neoconfuciana. El libro recoge un debate entre diversas voces de esta tendencia alrededor de la figura de Kang Youwei, un intelectual reformista de la última dinastía imperial que propuso establecer el confucianismo como religión de Estado al estilo del sintoísmo de los Meiji en Japón. Kang fue un intelectual que defendió un moderantismo y reforma gradual en dirección a una monarquía constitucional, en contraposición a los revolucionarios más liberales o comunistas del momento. En este sentido, sus “herederos” neoconfucianos podrían asociarse a un conservadurismo moderado y recuperador de tradiciones, al estilo de los británicos Edmund Burke o Roger Scruton. Sin embargo, en ciertos autores neoconfucianos como Jiang Qing se palpa una postura más cercana al reaccionarismo, por ejemplo, en la discusión sobre el rol de las mujeres en la sociedad moderna. En su ensayo, Jiang defiende que bajo el modelo confuciano las mujeres vivían mejor porque podían dedicarse a su rol principal y “natural” de ser hijas, madres y esposas. Posiciones como estas entre los neoconfucianos los conectan más con una alt-right norteamericana de argumentos esencialistas, al estilo de Jordan Peterson.

¿Cómo ha evolucionado este panorama intelectual bajo el gobierno más autoritario de Xi Jinping? Algunas cabeceras de debate intelectual han sido cerradas, como las revistas liberales Yanhuang Chunqiu o Gongshi Wang. Autores como Cai Xia han acabado en el exilio. A la vez, continúan apareciendo nuevos ensayos y entrevistas, aunque algunos de ellos de corta vida al ser censurados en Internet o en las redes sociales. En resumen: todavía se escriben y se pueden publicar textos heterodoxos, aunque con un margen de libertad menor. Los más afectados por estas restricciones han sido los liberales, mientras que los argumentos neoautoritarios forman cada vez más parte de la ortodoxia gubernamental (Wang Huning, ideólogo de Xi, pertenece a esta rama intelectual). Por su parte, los neoconfucianos y sus propuestas como establecer el confucianismo como religión de Estado son poco tomadas en serio, aunque algunos de sus planteamientos se han incluido para revitalizar un cierto conservadurismo social.

Aunque no está incluido en el libro, un ensayo mencionado varias veces por los editores es la defensa ortodoxa del modelo de Xi de Jiang Shigong. De este texto se intuye que el Partido podría moverse en una dirección que integre características de las diferentes ramas de pensamiento anteriormente citadas. El objetivo sería poner fin a estos “reinos combatientes” intelectuales bajo la unificación de una nueva ortodoxia, una fusión de marxismo-confucianismo-modernismo autoritario para responder a los desafíos de China en las próximas décadas.