Grafiti en una calle de Beirut que dice "Se ha encontrado un nuevo Líbano" en relación al movimiento YouStink que protestó en 2015 contra la corrupción y la clase política del país. Joseph Eid/AFP/Getty Images
Grafiti en una calle de Beirut que dice "Se ha encontrado un nuevo Líbano" en relación al movimiento YouStink que protestó en 2015 contra la corrupción y la clase política del país. Joseph Eid/AFP/Getty Images

Las próximas elecciones municipales abren una puerta a la esperanza de cambio para los libaneses.

“Si nosotros no ganamos, por lo menos que descubran que tienen oposición”. Quien ha tomado la palabra es Abbas Ajami, de 42 años, habitante del barrio de Ouzai, en los suburbios de Beirut, y guardia de seguridad en los días que consigue trabajar. Habla alto, uno diría que casi enfadado, ante 15 de sus vecinos, reunidos en el salón de una casa para conocer la propuesta de Beirut Madinati, un movimiento político encabezado por activistas, expertos y artistas que ha irrumpido con sorprendente fuerza en la campaña por las elecciones municipales en la capital libanesa.

En la barriada donde vive Ajami, muchas calles no tienen más de un metro de ancho, los cables cuelgan por todos lados y el olor a basura es persistente. Cuando sobre las siete de la tarde se va la electricidad, las calles quedan oscuras, solo iluminadas por la escasa luz que sale de aquellas casas que disponen de generador. La zona no pertenece al municipio de Beirut, pero todos los presentes en la reunión son desplazados de la guerra civil libanesa (1975-1990), cuya residencia aún está establecida en la ciudad. Y allí siguen votando. No les importa en absoluto que su voto no vaya a influir directamente en el área dónde viven, su enfado va más allá.

El sujeto omitido de la frase de Ajami −ese ellos− se refiere a la clase política dirigente libanesa, sin distinción de partido, confesión religiosa o ideología política: “Son unos aristócratas. Consideran a las personas leña para calentar sus hogares”, sentencia amargamente, entre gotas de sudor. “Sólo benefician a unos pocos, a su gente. Del resto sólo se acuerdan cuando se sienten débiles, entonces recurren al sectarismo”.

Su malestar coincide con el de muchos libaneses que en los últimos años han presenciado y sobre todo sufrido el deterioro del país, mientras las élites políticas se mostraban paralizadas, dedicadas a sus luchas de poder. Hay constantes cortes de electricidad −en las mejores zonas de Beirut, de tres horas al día−, escasez de agua corriente y la educación y la sanidad son principalmente privadas. Mientras tanto, el desempleo ha subido −en especial desde el inicio de la guerra en Siria y la llegada masiva de refugiados− y también las desigualdades sociales.

Ante semejante situación, el surgimiento de un movimiento como Beirut Madinati (Beirut mi ciudad, en su traducción al español), con un programa realista y bien elaborado gracias a la trayectoria académica y activista de sus impulsores, con candidatos provenientes de la sociedad civil, con finanzas transparentes y sobre todo con un discurso que apuesta por propuestas y que se posiciona en contra del sectarismo imperante ha resultado revolucionario. También lo es el hecho que la lista −integrada ...