Hasta 2010, Occidente conocerá la mayor oleada de inmigración árabe de la historia, según los datos del estudio Arab Migration in a Globalized World, publicado por la Organización Mundial para las Migraciones (IOM, en sus siglas en inglés) en colaboración con la Liga Árabe. Según los datos del estudio, tres millones de personas emigran cada año de forma ilegal en todo el mundo y de ellas, un millón (de los cuales 500.000 son árabes) entran en Europa.

Pero hay más: hasta un 70% de los jóvenes y mujeres árabes tienen pensado trasladarse a países de la OCDE, en especial a los del Viejo Continente y EE UU (sólo un 13% querría establecerse en una nación hermana). No es de extrañar si se piensa que el desempleo alcanza ya cuotas del 30% en Argelia y los territorios ocupados palestinos, del 16% en Túnez, del 14% en Jordania, del 13% en Marruecos y del 9% en Líbano, Siria y Egipto.

La crisis ha llegado incluso a los ricos Estados del Golfo, donde los trabajadores árabes (un 31% del total) están siendo sustituidos por asiáticos. En 2030, el 62% de la población árabe, que ahora ronda los 318 millones, estará en edad de trabajar. Parar este fenómeno que ha vaciado países enteros (Siria y Líbano, por ejemplo, donde los emigrantes superan por cuatro a los residentes) necesitaría un descenso en la tasa de natalidad (ahora del 3%, la más alta del mundo) y un crecimiento económico del 6% anual, un objetivo díficil de conseguir ya que estas regiones son las menos integradas económicamente del planeta y las que menor inversión directa extranjera reciben, sobre todo después del 11-S, la guerra de Irak y la crisis de Oriente Medio.

Europa podría ser la gran beneficiada de esta inmigración masiva: la ONU calcula que se necesitan 14 millones de inmigrantes en los próximos 50 años para paliar el envejecimiento de la población.

Hasta 2010, Occidente conocerá la mayor oleada de inmigración árabe de la historia, según los datos del estudio Arab Migration in a Globalized World, publicado por la Organización Mundial para las Migraciones (IOM, en sus siglas en inglés) en colaboración con la Liga Árabe. Según los datos del estudio, tres millones de personas emigran cada año de forma ilegal en todo el mundo y de ellas, un millón (de los cuales 500.000 son árabes) entran en Europa.

Pero hay más: hasta un 70% de los jóvenes y mujeres árabes tienen pensado trasladarse a países de la OCDE, en especial a los del Viejo Continente y EE UU (sólo un 13% querría establecerse en una nación hermana). No es de extrañar si se piensa que el desempleo alcanza ya cuotas del 30% en Argelia y los territorios ocupados palestinos, del 16% en Túnez, del 14% en Jordania, del 13% en Marruecos y del 9% en Líbano, Siria y Egipto.

La crisis ha llegado incluso a los ricos Estados del Golfo, donde los trabajadores árabes (un 31% del total) están siendo sustituidos por asiáticos. En 2030, el 62% de la población árabe, que ahora ronda los 318 millones, estará en edad de trabajar. Parar este fenómeno que ha vaciado países enteros (Siria y Líbano, por ejemplo, donde los emigrantes superan por cuatro a los residentes) necesitaría un descenso en la tasa de natalidad (ahora del 3%, la más alta del mundo) y un crecimiento económico del 6% anual, un objetivo díficil de conseguir ya que estas regiones son las menos integradas económicamente del planeta y las que menor inversión directa extranjera reciben, sobre todo después del 11-S, la guerra de Irak y la crisis de Oriente Medio.

Europa podría ser la gran beneficiada de esta inmigración masiva: la ONU calcula que se necesitan 14 millones de inmigrantes en los próximos 50 años para paliar el envejecimiento de la población.