
El país centroamericano ha demostrado no ser un Estado fallido, sino débil, en el que unas instituciones, aunque con deficiencias, y una sociedad cansada han sido el motor de cambio. Ahora toca ver hacia dónde se dirige Guatemala.
Los acontecimientos de los últimos meses en Guatemala han devuelto a la República centroamericana a la actualidad internacional, aunque esta atención e interés estén en relación con casos de corrupción política que han hecho que el propio presidente, Otto Pérez Molina, haya renunciado a su cargo. De esta forma se vuelve a repetir la imagen de un país que continúa, como así ha sido a lo largo de su pasado, atrapado por una realidad caracterizada únicamente por la injusticia y la impunidad.
Buena parte de los analistas que reproducen esta imagen creen que tanto el pasado como el presente demuestran de manera insistente que Guatemala es prácticamente un Estado fallido. De nuevo, las denuncias de corrupción en las que está implicada la misma vicepresidenta, Roxana Baldetti, o el yerno del presidente así lo demuestran. Si se atiende sólo a estos datos es posible volver a hacer la misma lectura pesimista que siempre se hace sobre el país. Pero es más importante contemplar todo lo que está ocurriendo. Las denuncias que se están produciendo se hacen gracias a la labor realizada por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y por el Ministerio Público, mediante una acción concertada; son ellos los que han realizado labores de investigación y tramitado dichas denuncias. Además, no es posible tampoco obviar la reacción de la ciudadanía que, por primera vez, se ha manifestado en la calle contra la corrupción y ha exigido una regeneración democrática.
Esto no quiere decir que no exista una corrupción sistémica en Guatemala, ni la impunidad, entre otros muchos problemas, pero no es verdad que sea un Estado fallido, es débil. Esa debilidad estatal es la que favorece la corrupción sistémica que se está poniendo de manifiesto a través de los casos que han saltado a la luz pública. Pero no ha fallado porque las instituciones se han puesto a funcionar ante las denuncias de corruptelas que están siendo destapadas.
Estos casos afectan a diferentes miembros de la cúpula gubernamental y a altos funcionarios. La lista de acusados, detenidos, destituidos y sospechosos es prácticamente interminable. Renunció la vicepresidenta por el posible encubrimiento a su secretario personal, implicado en un millonario fraude fiscal conocido como ‘La Línea’. Esto ha generado una ola de indignación y críticas que ha hecho imposible su continuidad en el cargo y ha sido encarcelada.
Relacionados con el mismo caso se encuentran algunos de los 45 poderosos empresarios, jueces, militares y funcionarios de alto nivel, que han sido encarcelados por prácticas corruptas. Incluidos el presidente del Banco Guatemalteco y el del Seguro Social. En este grupo se encuentran otras tramas de corrupción y su denuncia ha coincidido prácticamente en el tiempo, ...
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