Israel debe negociar la retirada de la Franja
con la Autoridad Palestina e implicar a la comunidad internacional
.

El horizonte político sin Arafat abre nuevas perspectivas para el
futuro del proceso de paz entre israelíes y palestinos y, especialmente,
para el plan de retirada de Gaza. La transición a una Autoridad Palestina
post-Arafat no tiene por qué ser violenta y anárquica, especialmente
si, con el respaldo de la Administración Bush, el nuevo liderazgo palestino
recupera el protagonismo
necesario para presentarse como interlocutor válido en la negociación
de la retirada israelí de Gaza, convirtiéndola en un proceso
multilateral y no tan violentamente unilateral.

La Hoja de Ruta nació prácticamente muerta. Israelíes
y palestinos fingieron el acuerdo para no ser responsables de su fracaso ante
EE UU. Los palestinos no actuaron contra el terrorismo e Israel se hizo el
remolón a la hora de desmantelar los asentamientos ilegales. La simetría
fatal entre terrorismo y asentamientos, nacida con los Acuerdos de Oslo y causa
de su naufragio, fue la misma que distorsionó la Hoja de Ruta desde
el primer momento.

Su fracaso anunciado estimuló aún más la opción
de la separación unilateral, que fue ganando terreno en Israel desde
el colapso del proceso de paz en Camp David y Taba. El plan del primer ministro
Ariel Sharon de retirada y desmantelamiento de los asentamientos de Gaza es
una prueba más de que ha descartado la negociación y ha optado
por un planteamiento unilateral. Nunca antes un líder israelí había
considerado la posibilidad de desmantelarlos. A pesar de las enormes dificultades
que ha encontrado Sharon en las disfuncionales instituciones políticas
israelíes, nunca un primer ministro había gozado de tal apoyo
popular para llevar a cabo una acción tan controvertida e internamente
divisiva. Si el primer ministro consigue superar sus limitaciones políticas,
lo que aún está por ver, sentará un precedente de enormes
consecuencias al transmitir a los colonos de Judea y Samaria que tampoco ellos
son inmunes a la evacuación.

El mayor peligro de la iniciativa sería la libanización de Gaza.
Hamás, el poder dominante en la Franja, presentará la retirada
de Israel como un triunfo de su estrategia y una reivindicación del
terrorismo suicida, como hizo Hezbolá en Líbano. Si se permite
que Hamás se convierta en la autoridad en Gaza, es de temer la creación
de un mini Estado talibán en guerra permanente con Israel. Algo terrible
para la región y un nuevo golpe para la Autoridad Palestina y la opción
de una solución negociada.

Acaban de proponerse en un documento exhaustivo y revolucionario una serie
de medidas de aplicación en Gaza en el contexto de la retirada israelí.
El informe, elaborado por un grupo de palestinos e israelíes convocados
por el Centro Internacional de Toledo para la Paz (CIT), concluye que si, como
afirma Sharon, la Autoridad Palestina no es la interlocutora adecuada y Hamás
está abocada a desaparecer, la única alternativa es la creación
de una autoridad transitoria palestina en Gaza (ATPG). Para ser representativa
y legítima, la ATPG tendría que incluir tanto a la OLP como a
las otras fuerzas políticas palestinas y a miembros de las organizaciones
islámicas. Si la Autoridad Palestina fuera incapaz de crear la ATPG, ésta
tendría que actuar sin su beneplácito y basar su legitimidad
en las urnas. Claro que, si la Autoridad Palestina post-Arafat diera muestras
de estabilidad y autoridad, acabaría con el pretexto israelí de
no negociar, permitiendo una retirada consensuada de Gaza.

Es importante que el Cuarteto encarezca a Israel a llevar a cabo una retirada
que constituya el fin de la ocupación de Gaza, sin convertirla en otra
prisión colectiva para los palestinos. Es necesario que Israel se retire
de la carretera de Filadelfia, para no convertir ese eje estratégico
en un imán para los terroristas. Debe existir una libertad de movimientos
razonable entre Gaza y Cisjordania y debe diferenciarse el control del espacio
aéreo por parte de Israel y la autonomía de los palestinos en
la gestión del aeropuerto. En definitiva, hay que dar a los palestinos
la posibilidad de lograr la difícil tarea de estabilizar Gaza.

La desafortunada experiencia de Irak ha enseñado a EE UU que la legitimidad
internacional es tan importante como un poderío militar aplastante.
Israel deberá llegar a la misma conclusión si quiere lograr un
acuerdo de paz sólido con los palestinos. De ahí que su plan
unilateral requiera el apoyo internacional para legitimarse. A pesar de sus
defectos, el proyecto para Gaza es el único sobre la mesa y es de esperar
que los líderes palestinos lo vean como una oportunidad de recuperar
protagonismo y de volver a la vanguardia en pro de la paz. Si consiguen crear
una autoridad provincial en Gaza que combata el terrorismo, normalice la situación
e instaure instituciones públicas dignas, habrán convertido esa
tierra de desolación y desesperanza en un modelo para un más
amplio Estado palestino.

Sólo una participación internacional para ayudar a los palestinos
podrá garantizar que la retirada israelí no se limite a Gaza.
Sharon debe aceptar que su plan se lleve a cabo bajo supervisión internacional,
con el despliegue de una fuerza multinacional que colabore en impedir la anarquía,
estabilizar las instituciones, mejorar las condiciones de vida, realojar a
los refugiados y posibilitar el crecimiento económico. Israel pretende
salir corriendo de Gaza, sin importar las circunstancias. Una implicación
real de la comunidad internacional puede transformar la política de
desesperación y tierra quemada en una política de paz y esperanza.

La retirada de Líbano es el modelo si Israel quiere que se reconozca
internacionalmente el fin de la ocupación de Gaza. Para conseguirlo
será necesario el aval del Consejo de Seguridad de la ONU y el respeto
de la frontera internacional. Todo ello enmarcando la retirada en el contexto
del proceso de paz y de la Hoja de Ruta.

Israelíes, palestinos y, con ellos, toda la región están
en una encrucijada. El plan de Gaza no es el gran proyecto de paz y nunca fue
concebido como tal. El documento del CIT propone una fórmula consensuada
para corregir sus deficiencias y convertirlo en una empresa piloto para la
transición a una era de paz y reconciliación.

Para consultar el documento, visite la página www.fride.org

Israel debe negociar la retirada de la Franja
con la Autoridad Palestina e implicar a la comunidad internacional
. Shlomo Ben Ami

El horizonte político sin Arafat abre nuevas perspectivas para el
futuro del proceso de paz entre israelíes y palestinos y, especialmente,
para el plan de retirada de Gaza. La transición a una Autoridad Palestina
post-Arafat no tiene por qué ser violenta y anárquica, especialmente
si, con el respaldo de la Administración Bush, el nuevo liderazgo palestino
recupera el protagonismo
necesario para presentarse como interlocutor válido en la negociación
de la retirada israelí de Gaza, convirtiéndola en un proceso
multilateral y no tan violentamente unilateral.

La Hoja de Ruta nació prácticamente muerta. Israelíes
y palestinos fingieron el acuerdo para no ser responsables de su fracaso ante
EE UU. Los palestinos no actuaron contra el terrorismo e Israel se hizo el
remolón a la hora de desmantelar los asentamientos ilegales. La simetría
fatal entre terrorismo y asentamientos, nacida con los Acuerdos de Oslo y causa
de su naufragio, fue la misma que distorsionó la Hoja de Ruta desde
el primer momento.

Su fracaso anunciado estimuló aún más la opción
de la separación unilateral, que fue ganando terreno en Israel desde
el colapso del proceso de paz en Camp David y Taba. El plan del primer ministro
Ariel Sharon de retirada y desmantelamiento de los asentamientos de Gaza es
una prueba más de que ha descartado la negociación y ha optado
por un planteamiento unilateral. Nunca antes un líder israelí había
considerado la posibilidad de desmantelarlos. A pesar de las enormes dificultades
que ha encontrado Sharon en las disfuncionales instituciones políticas
israelíes, nunca un primer ministro había gozado de tal apoyo
popular para llevar a cabo una acción tan controvertida e internamente
divisiva. Si el primer ministro consigue superar sus limitaciones políticas,
lo que aún está por ver, sentará un precedente de enormes
consecuencias al transmitir a los colonos de Judea y Samaria que tampoco ellos
son inmunes a la evacuación.

El mayor peligro de la iniciativa sería la libanización de Gaza.
Hamás, el poder dominante en la Franja, presentará la retirada
de Israel como un triunfo de su estrategia y una reivindicación del
terrorismo suicida, como hizo Hezbolá en Líbano. Si se permite
que Hamás se convierta en la autoridad en Gaza, es de temer la creación
de un mini Estado talibán en guerra permanente con Israel. Algo terrible
para la región y un nuevo golpe para la Autoridad Palestina y la opción
de una solución negociada.

Acaban de proponerse en un documento exhaustivo y revolucionario una serie
de medidas de aplicación en Gaza en el contexto de la retirada israelí.
El informe, elaborado por un grupo de palestinos e israelíes convocados
por el Centro Internacional de Toledo para la Paz (CIT), concluye que si, como
afirma Sharon, la Autoridad Palestina no es la interlocutora adecuada y Hamás
está abocada a desaparecer, la única alternativa es la creación
de una autoridad transitoria palestina en Gaza (ATPG). Para ser representativa
y legítima, la ATPG tendría que incluir tanto a la OLP como a
las otras fuerzas políticas palestinas y a miembros de las organizaciones
islámicas. Si la Autoridad Palestina fuera incapaz de crear la ATPG, ésta
tendría que actuar sin su beneplácito y basar su legitimidad
en las urnas. Claro que, si la Autoridad Palestina post-Arafat diera muestras
de estabilidad y autoridad, acabaría con el pretexto israelí de
no negociar, permitiendo una retirada consensuada de Gaza.

Es importante que el Cuarteto encarezca a Israel a llevar a cabo una retirada
que constituya el fin de la ocupación de Gaza, sin convertirla en otra
prisión colectiva para los palestinos. Es necesario que Israel se retire
de la carretera de Filadelfia, para no convertir ese eje estratégico
en un imán para los terroristas. Debe existir una libertad de movimientos
razonable entre Gaza y Cisjordania y debe diferenciarse el control del espacio
aéreo por parte de Israel y la autonomía de los palestinos en
la gestión del aeropuerto. En definitiva, hay que dar a los palestinos
la posibilidad de lograr la difícil tarea de estabilizar Gaza.

La desafortunada experiencia de Irak ha enseñado a EE UU que la legitimidad
internacional es tan importante como un poderío militar aplastante.
Israel deberá llegar a la misma conclusión si quiere lograr un
acuerdo de paz sólido con los palestinos. De ahí que su plan
unilateral requiera el apoyo internacional para legitimarse. A pesar de sus
defectos, el proyecto para Gaza es el único sobre la mesa y es de esperar
que los líderes palestinos lo vean como una oportunidad de recuperar
protagonismo y de volver a la vanguardia en pro de la paz. Si consiguen crear
una autoridad provincial en Gaza que combata el terrorismo, normalice la situación
e instaure instituciones públicas dignas, habrán convertido esa
tierra de desolación y desesperanza en un modelo para un más
amplio Estado palestino.

Sólo una participación internacional para ayudar a los palestinos
podrá garantizar que la retirada israelí no se limite a Gaza.
Sharon debe aceptar que su plan se lleve a cabo bajo supervisión internacional,
con el despliegue de una fuerza multinacional que colabore en impedir la anarquía,
estabilizar las instituciones, mejorar las condiciones de vida, realojar a
los refugiados y posibilitar el crecimiento económico. Israel pretende
salir corriendo de Gaza, sin importar las circunstancias. Una implicación
real de la comunidad internacional puede transformar la política de
desesperación y tierra quemada en una política de paz y esperanza.

La retirada de Líbano es el modelo si Israel quiere que se reconozca
internacionalmente el fin de la ocupación de Gaza. Para conseguirlo
será necesario el aval del Consejo de Seguridad de la ONU y el respeto
de la frontera internacional. Todo ello enmarcando la retirada en el contexto
del proceso de paz y de la Hoja de Ruta.

Israelíes, palestinos y, con ellos, toda la región están
en una encrucijada. El plan de Gaza no es el gran proyecto de paz y nunca fue
concebido como tal. El documento del CIT propone una fórmula consensuada
para corregir sus deficiencias y convertirlo en una empresa piloto para la
transición a una era de paz y reconciliación.

Para consultar el documento, visite la página www.fride.org

Shlomo Ben Ami fue ministro de Asuntos
Exteriores de Israel. Es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo
para la Paz (www.toledopeace.org).