Uruguay
Las banderas paraguaya y uruguaya ondean en una plaza de Buenos Aires en la final de la Copa de América (NORBERTO DUARTE/AFP/Getty Images).

La política exterior uruguaya navega entre un modelo de regionalismo abierto, que mantenga las relaciones con los países vecinos, y una mayor libertad para negociar con terceros Estados. El futuro de Uruguay pasa por saber combinar ambas vertientes.

Tanto por necesidad como por diseño, la política exterior de Uruguay no escapa a las grandes tendencias que definen también a la mayoría de los países suramericanos. Con escasas capacidades militares y una matriz productiva fuertemente orientada hacia la exportación de commodities (materias primas), es imperativo para el país desarrollar una política exterior responsable y pragmática.

Uruguay no puede basar la proyección internacional de sus intereses en términos de realismo y equilibrios de poder, sino que debe construir y alimentar su imagen de Estado serio, solidario y comprometido con los principios de la Carta de Naciones Unidas. Asimismo, para el país es fundamental tener bien claro que su inserción internacional sólo es posible a través de la integración con sus vecinos, entendido no solo como la eliminación de trabas comerciales, sino también como un proceso de concertación política y un espacio para promover la participación social.

 

‘Flexibilizar’ Mercosur

El Gobierno de Tabaré Vázquez, con la colaboración del ministro de Asuntos Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, ha pretendido seguir, como principal modelo de inserción internacional, el llamado regionalismo abierto, entendido como una orientación de la política exterior hacia la búsqueda de un encaje en la esfera global en la diversidad, con proyección simultánea hacia el espacio regional y hacia el mundo.

Este enfoque, que ya estaba presente en la estrategia de la primera administración Vázquez, puede entenderse como una redefinición de la diplomacia que busca apartarse del enfoque más político que alentó las acciones exteriores del Gobierno de José Mujica. A su vez, podría verse como un retorno al pragmatismo que, ejemplarizado en la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, caracterizó el primer mandato de Vázquez.

En la concepción que Vázquez y Nin tienen sobre política exterior, la integración de Uruguay con sus vecinos es de gran importancia para su inserción internacional, pero no puede ser un obstáculo para la búsqueda de nuevos acuerdos con economías ubicadas fuera de la región. En términos prácticos, la principal apuesta de la diplomacia uruguaya al respecto es la flexibilización de ciertas disposiciones del principal proceso de integración del que forma parte: el Mercado Común del Sur (Mercosur). Uruguay pretende llevar a cabo un ajuste de la Decisión 32/00, norma que imposibilita a los miembros de este bloque negociar acuerdos comerciales por separado.

De lograr dicho objetivo, y así flexibilizar Mercosur, las economías pequeñas del bloque como Uruguay y Paraguay podrían dinamizar su inserción comercial, tanto negociando acuerdos bilaterales con países de fuera de América Latina como participando de las negociaciones de megaacuerdos comerciales como, por ejemplo, el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en ...