
El ex ministro de Finanzas griego muestra en Comportarse como adultos su pericia como economista, su fracaso como político y el problema de fondo para Europa que representó la crisis griega.

Comportarse como adultos
Yanis Varoufakis
Deusto, 2017
El griego Yannis Varoufakis, protagonista principal de una de las mayores crisis que ha sufrido la Europa post Guerra Fría, ha publicado Comportarse como adultos. El libro es, en parte, una justificación de por qué sigue metido en política –en el partido DiEM 25, con el punto de mira en las elecciones europeas de 2019–, una exposición de su diagnóstico y soluciones económicas para la Grecia en crisis y, también, un ajuste de cuentas con el establishment del continente contra el que perdió su gran batalla política. Y también una puñalada a la Syriza que le dio la espalda. Esto sería, básicamente, lo que Varoufakis quiere transmitir. Pero esta obra tiene un reverso no controlado por el autor. Comportarse como adultos nos revela la psicología de un intelectual metido en política al que le cuesta distinguir el debate universitario del combate político y que muchas veces cree que es más importante tener razón que tener poder. Considera que su superioridad moral e intelectual son armas suficientes para triunfar en el barro político, del que sale completamente derrotado. Aunque, visto el trágico caso de Varoufakis –y con todos sus errores– él no es el que sale peor parado de esta historia. El escenario de una Unión Europea dogmática, sin un liderazgo claro y recelosa del pluralismo, preocupa mucho más que la soberbia o la incapacidad política de un antiguo ministro de finanzas griego.
Uno de los grandes méritos del libro, que incluso elogian los muy críticos con Varoufakis, es que está muy bien escrito. Es bastante destacable que las reuniones del Eurogrupo o de los ministros de Syriza tengan la tensión narrativa de una novela, sobre todo comparado con buena parte del periodismo sobre Bruselas, que suele ser tan jeroglífico y soporífero como los comunicados que se emiten desde allí. El hecho de que Varoufakis haya transcrito sus conversaciones o reuniones con las élites europeas –que apuntó y grabó en secreto–, diálogos a los que la mayoría de ciudadanos nunca habrían tenido acceso, aumenta exponencialmente el interés (y a veces el morbo) por lo que estos dirigentes dicen en privado, sin los corsés o tacticismos de las ruedas de prensa o entrevistas. Aunque esta fascinación por el espía Varoufakis no debe hacernos olvidar que él fue y sigue siendo un actor político con intereses. El relato es bueno y revelador pero, como todos, deja fuera ciertos hechos y teje sus interpretaciones parciales, por muy valiosas que puedan ser.
Varoufakis también aplica esta claridad y fluidez narrativa a sus explicaciones económicas, a las que dedica la primera parte de su libro. Aquí se nota su bagaje como intelectual y economista ...
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