1200×400
Trabajador en la curtiduría en la antigua medina de Fez, Marruecos. (Mlenny vía Getty Images)

Cuál es la situación de los derechos laborales y sindicales en la región, qué retos existen y qué soluciones se están aportando. 

Durante décadas el movimiento sindical de ambas orillas del Mediterráneo se ha afanado sin descanso para intentar mejorar y contribuir a las diferentes estrategias de Vecindad Sur de la Unión Europea con la inclusión de los derechos laborales y las libertades sindicales. Hay que decir sin más rodeos que sin demasiado éxito en los resultados.

Quien dedique un tiempo a revisar esas diferentes estrategias, encontrará que esos planes y objetivos no solo obviaron la plena inclusión de estos derechos y libertades sino que fomentaron, en ocasiones, la tolerancia con ciertas prácticas laborales abusivas de los regímenes dictatoriales en el terreno, impidieron el desarrollo real de iniciativas concretas con el movimiento sindical y, por tanto, la aplicación de las normas internacionales del trabajo. 

En el peor de los casos, hemos asistido a la validación de supuestas organizaciones sindicales que en ningún caso representaban (ni tampoco hoy lo hacen) a la clase trabajadora en nuestra Vecindad Sur. Instituciones oficialistas que se han visto premiadas con su presencia en foros internacionales ante la impotencia de los sindicatos autónomos en el terreno (no legalizados en su mayoría), de sus trabajadores y trabajadoras afiliadas y de la sociedad civil. Esas lamentables prácticas han impedido la inclusión real de organizaciones sindicales autónomas que, en contextos de extrema dificultad, sí estaban luchando por esos derechos.

Así, y a modo de ejemplo, estructuras como la Unión por el Mediterráneo (UPM) que aúna a 28 países de la Unión Europea y a 15 países del Sur y Este del Mediterráneo y cuyo secretariado se encuentra en la ciudad de Barcelona, no ha sido desde el punto de vista del movimiento sindical, un actor que haya facilitado la verdadera inclusión en sus proyectos de cuestiones relativas a los derechos económicos, laborales y sindicales. Ello a pesar de la puesta en marcha de un renqueante Foro de Diálogo Social Euromed creado bajo su auspicio en noviembre de 2008 en el marco de la Conferencia de ministros de trabajo de Marrakech y que ha obtenido hasta la fecha más expectativas que resultados concretos.

Estas dinámicas resultan incomprensibles y alarmantes después de pasado un cuarto de siglo de la puesta en marcha del Proceso de Barcelona si tenemos en cuenta los datos recientes que nos proporcionan la Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en lo que tiene que ver con esta región del mundo.

Así las futuras estrategias con la Vecindad Sur no pueden obviar de nuevo las causas profundas que provocaron al inicio de la década pasada las protestas por la libertad, la igualdad y la justicia social en nuestra Vecindad Sur y en muchos otros lugares del mundo. De hacerlo, no habríamos aprendido nada.

 

¿Qué nos dicen en nuestros días la CSI y la OIT sobre esta región?

El reciente Índice de los Derechos en 2021 de la CSI que analiza en detalle los casos de violación los derechos laborales y sindicales en la ley y en la práctica por parte de gobiernos y empresas, señala en su octava edición que los 10 peores países del mundo para los trabajadores y trabajadoras son Bangladesh, Bielorrusia, Brasil, Colombia, Egipto, Filipinas, Honduras, Myammar, Turquía y Zimbabue. Y por regiones, una vez más y de manera recurrente todos los años, la peor del mundo sigue siendo Oriente Medio y el Norte de África.

Por su parte ATUC (Arab Trade Union Confederation en su nomenclatura inglesa), regional sindical árabe de la CSI con sede en Túnez, estima que después de un año y medio de pandemia, se registraron 11 millones de pérdidas de empleo en la región árabe en 2020, y se espera que esta cifra aumente en 2021. Así lo pone de manifiesto también un informe de la OIT, Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2021, en el que se afirma que "se han deshecho cinco años de progreso hacia la erradicación de la pobreza de los trabajadores y trabajadoras, ya que las tasas de pobreza han vuelto a ser las de 2015″. 

Hay que recordar además que todos los países de la Vecindad Sur son miembros de la OIT, han desarrollado legislaciones laborales y han ratificado los convenios internacionales de la OIT especialmente los de libertad de asociación y negociación colectiva, eliminación del trabajo forzoso, trabajo infantil y de la discriminación en el empleo. 

Sin embargo, durante décadas, los informes de la OIT y de la CSI registran la grave y permanente conculcación de la libertad de organización sindical, del derecho de huelga y de la negociación colectiva, así como la proliferación de situaciones muy graves en toda la región. Estos aspectos no pueden volver a olvidarse en las futuras estrategias conjuntas de la Unión Europea y su Vecindad Sur.

 

¿Qué ha pasado durante la crisis sanitaria?

La crisis sanitaria vino a agravar la situación económica ya deteriorada en los países árabes y la mayor parte de los planes para mitigar la recesión económica han fracasado debido a la continua interrupción de las cadenas de producción y distribución mundial, y a la disminución de las exportaciones, lo que se tradujo en una menor inversión nacional y extranjera. De ahí que las monedas de algunos países árabes, como Egipto, Líbano, Irak, Argelia y Yemen, hayan caído en relación con las extranjeras.

El movimiento sindical árabe considera así que lo que depara el futuro a las economías de los países del Sur, a la vista de su falta de recuperación o de su lenta recuperación, sigue siendo una cuestión desconcertante. Dado que las condiciones económicas de los países del Norte han empezado a mejorar, la brecha en el crecimiento económico se ampliará, lo que repercutirá negativamente en los intercambios comerciales y en la capacidad de los países árabes para atraer inversiones extranjeras, que están disminuyendo rápidamente.

Un informe de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental de Naciones Unidas (ESCWA) afirma que se espera que la región árabe alcance una tasa de crecimiento del 2,8-3% en 2021. También afirma que esta tasa está vinculada a la eficacia de las políticas para hacer frente a las repercusiones sanitarias y económicas de la pandemia. Según el informe, las pérdidas sufridas por la región ascendieron a 140.000 millones de dólares en 2020. 

Todas las condiciones mencionadas, además de los deficientes servicios de salud, educación y transporte, también han provocado el crecimiento de las olas de desplazamiento interno y la migración a los países del Norte, especialmente la migración de profesionales y menores, que tiene un impacto negativo en el crecimiento de sus países de origen. Además, las repercusiones de la pandemia también tienen una innegable dimensión de género: los casos de acoso y violencia contra las mujeres se duplicaron, especialmente en el lugar de trabajo. 

Después de un año y medio de pandemia, se registraron 11 millones de pérdidas de empleo en la región árabe en 2020, y se espera que esta cifra aumente en 2021. El Registro de recortes de empleo de la Confederación Sindical Internacional (Job Cuts Tracker), registró 1.400.000 pérdidas de empleo en los dos últimos meses de abril y mayo, una media de 700.000 empleos perdidos por mes. Se atribuyen a despidos por motivos económicos o a quiebras. Miles de trabajadores y trabajadoras han tenido que aceptar empleos a tiempo parcial o trabajar a distancia, lo que ha afectado a sus ingresos y medios de vida, lo que a su vez ha contribuido a la extensión de la pobreza.

El colapso de las capacidades económicas de la mano de obra y las altas tasas de desempleo causadas por la disminución de las oportunidades de trabajo explican las crecientes tasas de pobreza en la región árabe. Según la ESCWA, el desempleo alcanzará el 12,5% en la región; el 31% en Palestina, el 22% en Túnez y el 21% en Jordania. Por lo tanto, el número de pobres en la zona alcanza los 102 millones y es probable que aumente en ausencia de planes serios para reintegrar a los desempleados en el ciclo productivo. Además de la falta de políticas educativas y de formación que aborden las necesidades reales de los mercados laborales que están asistiendo a cambios radicales, a la aparición de nuevos sectores y a la desaparición de otros.

 

¿Qué pide el movimiento sindical internacional y árabe para futuras estrategias?

Desde el inicio del Proceso de Barcelona, el movimiento sindical puso en marcha diferentes iniciativas en las que se ha pedido de manera recurrente que se establezca un diálogo social serio y de manera urgente antes de adoptar cualquier política de austeridad que pueda afectar a los derechos de los trabajadores y trabajadoras o hacer que disminuyan las inversiones y las oportunidades de empleo. 

May Day celebrations in Tunisia
Centenares de personas participando en una manifestación para conmemorar el Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajador, en 2015 en Túnez. (Yassine Gaidi/Anadolu Agency, vía Getty Images)

De manera muy resumida y en opinión del movimiento sindical árabe, las deficiencias de la respuesta económica a la crisis requieren una serie de medidas para evitar el colapso económico total. Es urgente asignar presupuestos de apoyo económico a las pequeñas y medianas empresas, que constituyen más del 90% del tejido económico árabe, especialmente a las que han podido conservar a sus plantillas y se han comprometido a contratar a otros, y ayudar a estas empresas mediante el uso de productos nacionales, lo que aumentaría los ingresos, apoyaría la productividad y promovería la creación de instituciones de economía social y solidaria. 

El bajo poder adquisitivo y la pobreza generalizada son las principales causas de las olas migratorias masivas que exigen mejorar las condiciones de vida y animar a los profesionales competentes a trabajar en sus países de origen, como elementos necesarios para el crecimiento. El tratamiento de la migración de menores requiere planes y campañas urgentes, así como la adopción de políticas educativas específicas.

En cuanto al aumento de los casos de violencia contra las mujeres, el movimiento sindical pide que se unifiquen los esfuerzos de los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil para lograr que los Estados ratifiquen y apliquen el Convenio nº 190 sobre la lucha contra la violencia y el acoso en el lugar de trabajo.

Ante retos tan urgentes que pasan por el cumplimiento efectivo de las normas internacionales del trabajo, la defensa de los derechos sindicales en zonas francas y multinacionales, la vinculación de inversiones extranjeras al respeto de las legislaciones nacionales e internacionales, la independencia sindical sin interferencias gubernamentales, el diálogo social, la generalización de la negociación colectiva y la incorporación de mujeres y jóvenes a las estructuras sindicales y a los espacios políticos no sirven ya paños calientes ni estrategias descafeinadas.

Se requiere innovar y dinamizar cualquier estrategia que se proponga a partir de un análisis profundo de lo que sucede en la frontera Sur de la UE con el Trabajo Decente, el ODS8 de la Agenda 2030 y con las normas internacionales del trabajo y esta vez se ha de contar para ello de manera efectiva con el movimiento sindical de las dos orillas en las consultas nacionales y con aquellas organizaciones más representativas fomentando el avance real del Foro de Diálogo Social de la Unión por el Mediterráneo o iniciativas de naturaleza similar. 

 

Este contenido forma parte del especial y ciclo de debates

«Una nueva agenda para el Mediterráneo: 25 años de políticas de vecindad sur»

Organizado por:

logos

Vuelve a la página principal