El trabajo intencionado de resaltar la labor de algunas de las mujeres que son referentes en sus respectivas disciplinas a lo largo y ancho del espacio iberoamericano.

Se suele creer que, desde el punto de vista legal y de reconocimiento de derechos, las mujeres hemos avanzado tanto que el siglo XX puede ser llamado “el siglo de las mujeres”. Al menos, para las mujeres que vivimos en ese lugar del mundo llamado Occidente, se supone que ese marco temporal de tiempo ha venido a significar un estado de cosas sustancialmente mejor a cualquier momento pretérito. Frente a ello, cabe preguntarse: ¿cómo se denominará el siglo XXI, a partir de las experiencias que hoy nos corresponde vivir como mujeres en distintas partes del mundo?

Fotolia. Autor: Mark Stay

En 2015, el proceso de evaluación de los compromisos adquiridos en Pekín hace más de veinte años (Pekín + 20) entregó señales acerca de que, a pesar del camino recorrido en materia de igualdad de género desde que los gobiernos elaboraran una hoja de ruta para eliminar la discriminación contra las mujeres, todavía faltaba mucho para que dichos compromisos se concretaran en acciones. En ese momento se observa que, en palabras de la filósofa moral española Victoria Camps, “la democracia no paritaria, la doble carga de trabajo, la desigualdad laboral y la violencia de género” seguían siendo realidades extendidas por todo el mundo.

En esos años es que comienza a detectarse que la intensidad y velocidad de unos avances que se creían consolidados e imposibles de sufrir retrocesos se hacían más lentos, contradictorios y dispares. La crisis económica de 2008 sirvió de base para instalar un derrotero de involución por gobiernos que habían suscrito solemnemente compromisos internacionales. A la hora de los ajustes fiscales, las mujeres eran las primeras damnificadas en una región del mundo que, como la Unión Europea, llegaba a exhibir hasta ese momento los mayores progresos. Al emerger la realidad del autoproclamado Estado islámico y la práctica de la esclavitud sexual, no solamente volvíamos a actualizar horrores que la historia creía superados, sino que era dable pensar que, para las mujeres, las cosas siempre podrían  llegar a ser peor. Frente a un nivel de violencia de género que no decrece, emergen movimientos como #Niunamenos y #Metoo, surgidos en América Latina o en Estados Unidos pero que se hacen globales, mostrando lo que se consideran violaciones intolerables, interpelando a gobiernos y a los organismos internacionales. Esto ocurre en momentos en que se erige en el mundo lo que el historiador británico Niall Ferguson ha llamado la "política cavernícola". Con ello, designa las actitudes hacia las mujeres, marcadas por la misoginia y el sexismo, de líderes como Donald Trump y Vladímir Putin.

Los datos más recientes del Índice de Potenciamiento de Género (IPG) elaborados por el World Economic Forum (WEF) entregan una verdadera señal de alarma. La brecha de género es la diferencia entre mujeres y hombres que se refleja en los logros o actitudes sociales, políticos, intelectuales, culturales o económicos. El Índice Global de Brecha de Género tiene como objetivo medir la desigualdad en cuatro áreas clave: salud, educación, economía y política. Dicha brecha se ha ampliado, por primera vez desde 2006, año en que comenzaron los registros. Ante esta situación Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo de dicha entidad, advierte: “superar los prejuicios, invisibles o no, que nos impiden cerrar la brecha de género representa un imperativo económico y moral abrumador”.

Es probable que, de mantenerse dicha brecha, el logro del objetivo 5, relativo a la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas, incluido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS), pueda verse comprometido. Frente a esta realidad, cada gobierno, cada organismo internacional, cada institución de la sociedad civil, cada entidad académica, cada persona que se tenga a sí misma como comprometida con la igualdad efectiva de género, se ve en la obligación de hacer un serio análisis de la forma en cómo hace las cosas. No solo violencias inocultables y discriminaciones explícitas, sino también inercias y convencionalismos se erigen como los principales obstáculos si aspiramos, entre todos, a lograr el cumplimiento de dicho objetivo.

Porque hay que tomarse muy en serio la advertencia de la dramática incidencia de los sesgos de género en el mantenimiento de la desigualdad es que esglobal y Hay Mujeres han acometido la tarea, en 2017, de elaborar una lista de iberoamericanos más influyentes desde el punto de vista de las ideas dedicada solamente a mujeres. Un ejercicio de esta naturaleza contiene un elemento de legitimación simbólica. Planeaban por nuestras mentes las palabras de la escritora Siri Hustvedt quien ha denunciado, a través de su increíble obra literaria, lo que denomina el “prejuicio antifemenino” o de cómo en el arte (aunque se extiende a cualquier otro ámbito de acción humana), si es hecho por una mujer, es menospreciado por el sistema debido a las influyentes ideas inconscientes con respecto al género. Sigue muy vigente un orden simbólico en el que se asocia la masculinidad con roles tradicionales de autoridad, prestigio o poder y se sigue viendo como normal que, como advierte la académica Máriam Martínez-Bascuñán, cualquier acto “solemne” pida la presencia de un hombre antes que la de una mujer.

Ha sido un trabajo sincero, razonado y honesto, aunque no por ello menos perfectible que, en torno a la experiencia femenina, ha calibrado su influencia desde derroteros disciplinarios y quehaceres variados, situaciones generacionales distintas y con una transcendencia en la acción más allá de las fronteras en las que habitan. En este último sentido, se ha tenido a la vista un ámbito de acción específico que, en tiempos de tensiones y dispersión, se mantiene con promisoria vitalidad: el iberoamericano. Se trata de un espacio construido en torno a los países de Europa y América Latina que hablan el español y el portugués, además del microestado de Andorra. Es un ámbito de lenguas, culturas, tradiciones, vivencias e historia nutrida, estrecha, fluida y compartida al que se han ido añadiendo otros pilares como el intercambio comercial y la creciente movilidad de personas. Se trata de un espacio que, aunque en el plano jurídico no tenga todavía un reconocimiento como el de la ciudadanía europea, ha posibilitado la construcción de una  manera de estar en el mundo, de poseer una perspectiva de las cosas y de significarse como “iberoamericano”. Porque no se puede llegar a ser lo que no se ha visto, en el camino hacia esa significación, la identificación de mujeres notables que constituyan modelos de rol para otras resulta crucial.

Es por ello que, en momentos en que se nos advierte que, a la tasa de progreso actual, la brecha global de género tardará cien años en cerrarse, mientras que la brecha en el lugar de trabajo no se cerrará en 217 años, esglobal y Hay Mujeres entienden la trascendencia del momento y realizan un trabajo intencionado de visibilizar el talento femenino desplegado en los más variados ámbitos. Mujeres que crean, que articulan, que expanden, que imaginan, que investigan, que declaran, que afirman, que descubren, que generan, que comprometen, que colaboran, que identifican, que opinan, que ensanchan y que preguntan. Mujeres que imprimen un sello, mujeres que constituyen referencia. Todo ello, dentro de una herencia cultural que nos compromete, que reconocemos y hacemos nuestra: la iberoamericana.