El Presidente ruso, Vladímir Putin, en una reunión durante la cumbre del G20 celebrada en Hamburgo., julio de 2017. Kay Nietfeld/AFP/Getty Images

Un libro sobre la realidad rusa, las luchas de poder en el Kremlin y el complicado intento de perfilar un retrato del presidente de Rusia.

All the Kremlin’s Men. Inside the Court of Vladimir Putin

Mikhail Zygar

Public Affairs, New York, 2016

A las pocas horas del asesinato del opositor ruso Boris Nemtsov en 2015, el Presidente ruso, Vladímir Putin, desapareció de la escena pública durante unos días. Las primeras sospechas sobre la autoría del asesinato señalaron al líder checheno Ramzán Kadýrov como posible autor intelectual. Los servicios de inteligencia acabaron deteniendo a varios sospechosos relacionados con la Guardia Nacional chechena. ¿Se había atrevido el sátrapa checheno a cometer un asesinato político en el centro de la capital, a escasos metros del Kremlin y de la propia oficina presidencial? Mikhail Zygar cuenta en su libro que, en un principio, no hubo versión oficial sobre la cancelación de la agenda pública del Presidente. Más tarde, algunos portavoces del Kremlin dijeron que Putin se había retirado a una de sus residencias para recuperarse de una gripe. Otras voces cercanas al poder afirmaron, sin embargo, que se había recluido para reflexionar sobre qué decisión tomar respecto a Kadýrov. Tampoco faltó quien dijo que la verdadera razón de la desaparición de Putin durante aquellos días fue el miedo a ser el próximo asesinado por pistoleros chechenos. Mejor dejar que las aguas se calmasen lejos del objetivo público. A día de hoy, aún no se sabe cuál de las tres versiones es la correcta. Sigue sin conocerse tampoco quién ordenó la muerte del opositor ruso. Hace unas semanas un tribunal ruso condenaba a los asesinos materiales, todos chechenos, a diversas penas de prisión.

Esta es una de las muchas historias que el periodista ruso Mikhail Zygar cuenta en su libro All the Kremlin’s Men. Combinando información aparecida en los medios con entrevistas realizadas en varios países a decenas de protagonistas de la vida política y económica rusa de los últimos veinte años, Zygar va desplegando la compleja historia de la evolución del régimen establecido en torno a Vladímir Putin desde 1999. Desde el ascenso de un casi anónimo ex agente del KGB a la presidencia, nombrado por la familia Yeltsin y su círculo de oligarcas, hasta las distintas reconfiguraciones de poder dentro de las distintas familias político-económicas que colaboran -y se oponen- dentro de los muros del Kremlin. En paralelo a las tramas y subtramas de kremlinología, Zygar aborda también la dimensión exterior del régimen: su relación con Estados Unidos, el progresivo deterioro de la situación en Ucrania, la guerra en Georgia de 2008, las tensiones crecientes con la OTAN, la invasión de Crimea o la guerra en Siria.

Uno de los asuntos a los que más páginas dedica Zygar es a las relaciones entre Moscú y Kiev desde los tiempos de Leonid Kuchma (presidente de Ucrania entre 1994 y 2005) hasta los meses posteriores a la invasión rusa de Crimea y la guerra de baja intensidad que comenzó en el este ucraniano. Especialmente interesantes resultan los relatos de los que participaron en las sucesivas negociaciones sobre los contratos de gas ruso entre ambos países, controladas en buena medida por conglomerados de empresas con unos vínculos políticos relativamente opacos, tanto en Ucrania como en Rusia. Como ocurre con otras de las tramas presentadas en el libro, las certezas sobre quiénes eran los auténticos hacedores de aquellos conflictivos –y lucrativos– contratos son más escasas que las numerosas dudas que el autor reconoce no haber podido despejar.

El mayor atractivo de All the Kremlin’s Men, los numerosos testimonios directos de varios de los protagonistas de la historia rusa reciente, es también su mayor debilidad. Antes de ofrecernos las declaraciones del ex presidente georgiano Mijaíl Saakashvili, el propio Zygar nos advierte de que no se puede tomar al pie de la letra todo lo que dice, porque abundan en su discurso las contradicciones, la confusión con fechas, etcétera. Aunque el caso del georgiano, por su carácter exuberante, sea peculiar en este sentido, no se puede excluir, como afirma Zygar en el prólogo, que el resto de entrevistados –algunos aparecen con su nombre y apellidos, otros como fuentes anónimas– no ofrezcan también una versión distorsionada de lo que recuerdan y omiten: “Las personas tienden a conservar recuerdos en los que ellas mismas aparecen como dignas, heroicas y, lo más importante, siempre acertadas”. A la espera de que los historiadores logren ir fijando en un futuro una versión de la historia reciente rusa filtrada de las impurezas de la desinformación y los intereses partisanos, el libro de Zygar es un valioso intento por ofrecer un completo –y crítico– relato del régimen de Vladímir Putin. A lo largo de los años, Zygar se ha entrevistado con políticos cercanos al Presidente ruso, ex aliados, opositores como Alexéi Navalny, periodistas, académicos, paramilitares ucranianos, políticos locales… Los objetivos de Zygar en este libro son varios: describir las luchas de poder dentro del Kremlin y comprender las motivaciones que explican las relaciones exteriores rusas serían dos de los principales. Pero el más importante y complicado de todos consiste en perfilar un retrato lo más completo posible de Putin. Los lectores que no estén familiarizados con la política rusa podrían tener una cierta dificultad a la hora de seguir un relato plagado de nombres. El esfuerzo, en todo caso, merece la pena para todos los interesados en la realidad rusa.

Una de las conclusiones que ha sacado Zygar tras todos estos años documentándose sobre Putin es que el Presidente ruso, de un modo quasi teológico, es uno y es varios al mismo tiempo: “Todas las decisiones son en efecto tomadas por Putin, pero Putin no es una persona. Él (o ello) es una inmensa mente colectiva. Decenas, tal vez cientos de personas tratan cada día de adivinar qué decisiones necesita tomar Vladímir Putin. El mismo Vladímir Putin emplea buena parte de su tiempo adivinando qué decisiones necesita tomar para mantener su popularidad –para ser comprendido y aprobado por la vasta entidad que es el Vladímir Putin colectivo–”. Estaríamos así ante un líder que ha ido mudando de piel ideológica en función de sus intereses y reaccionando –más que anticipándose– ante las circunstancias problemáticas que se le han ido presentando, muchas de ellas creadas por su propia negligencia y falta de anticipación. Aunque no conviene olvidar que estamos ante un régimen –y ante un líder– con la habilidad suficiente para, gracias a sus maniobras antidemocráticas, haberse mantenido en el poder durante más de tres lustros.

El próximo año Putin y su régimen superarán la permanencia en el poder de Leonid Bréznev, el líder ruso que más años ha dirigido el Kremlin durante el siglo XX si exceptuamos a Stalin. Y, en muchos sentidos, Putin tiene más poder del que tuvo Bréznev. Tras las masivas protestas celebradas entre 2011 y 2013, el régimen no parece enfrentar una amenaza existencial de envergadura. En parte por la división interna de la oposición, pero, sobre todo, como explica muy bien Zygar, por su habilidad a la hora de ir controlando casi todos los mecanismos mediáticos y de poder que le permiten una manipulación continua y casi total del sistema. Si nada cambia, cabe esperar que en los próximos años las versiones sobre quién es Vladímir Putin y cuáles son sus planes y estrategias no dejarán de incrementarse. Zygar se muestra convencido de que “la imagen actual de Putin como un zar formidable fue construida por su entorno, sus socios occidentales y periodistas, a menudo sin que él se pronunciase”. Una imagen bastante alejada de la realidad. Hay que reconocerle al régimen su éxito a la hora de ocultar los datos menos nobles, distorsionar las evidencias más desfavorecedoras y extender las mentiras más vulgares haciéndolas pasar por hechos contrastados. A partir de ese contexto, concluye Zygar, “cada uno de nosotros inventó a su propio Putin. Y aún podremos inventarnos muchos más”.