Una mujer trabaja en una plantación de puerros, zanahoria y maíz en Haití. Hector Retamal/AFP/Getty Images
Una mujer trabaja en una plantación de puerros, zanahoria y maíz en Haití. Hector Retamal/AFP/Getty Images

Ciclones tropicales, inundaciones, sequías y oleadas de calor son algunos de los riesgos derivados del cambio climático a los que se enfrenta la región. A medida que este avanza, se estima que la incidencia de estos fenómenos será aún mayor en las próximas décadas.

Para calcular el impacto que tendrá el cambio climático en la región, el Índice de Vulnerabilidad al Cambio Climático (IVCC) desarrollado por CAF, evalúa el riesgo de exposición a fenómenos extremos, el grado de sensibilidad humana a esa exposición y la capacidad de cada país para adaptarse y frenar los impactos potenciales del cambio climático. La escala de estos índices -exposición, sensibilidad, capacidad adaptativa- va de 0-10, siendo 0 el nivel de mayor riesgo y 10 el menor.

 

Exposición al cambio climático

Algunos países dependen de actividades económicas mucho más expuestas a derivados de cambios del clima, por lo que la vulnerabilidad depende de cada uno. Estos países no cuentan con la capacidad de cambiar su estructura productiva a corto plazo, trasladando estos riesgos a toda la economía. Es el caso de la región de América Central y cada vez más, de América del Sur, donde su abundancia de recursos naturales no se libra de los peligros de la exposición al cambio climático.

Aplicando el análisis de vulnerabilidad climática explicado anteriormente, se han hecho hallazgos importantes en toda la región. Entre ellos, que más del 50% de la población de América Latina y Caribe vive en países con riesgos altos o extremos de vulnerabilidad al cambio climático. Además, se prevé que la población de zonas urbanas con riesgos altos crezca significativamente en los próximos años, agravando el problema.

Los países con mayores dificultades de la región, generan cerca de la mitad del PIB de América Latina y Caribe, aunque a su vez registran menores índices de PIB per cápita y menor capacidad adaptativa, lo que supone que cualquier crisis tendría un impacto significativo en su desempeño económico. La consecución de sus retos actuales, como la reducción de la pobreza y el crecimiento sostenible, podría posponerse aún más.

América Central y Caribe, dependientes de la agricultura, son los que presentan niveles más altos de exposición y vulnerabilidad extrema. Haití es el caso paradigmático, con los niveles más altos de la región, donde se prevén las mayores adversidades por su escasa capacidad para crear mecanismos de resistencia ante cualquier cambio. Guatemala ostenta el segundo puesto después de Haití de toda la región en cuanto a grado de vulnerabilidad y el segundo en la región de América Central.

En el caso de América del Sur, los puestos más altos del índice los ocupan Paraguay y Bolivia. Se trata a su vez los países con los índices de PIB per cápita más bajos de esta región, lo que pone de manifiesto los desafíos a los que se enfrentan.

Las capitales de los países de la región de América Latina y Caribe presentan también una vulnerabilidad significativa, con casi la mitad de las ciudades incluidas en la categoría de “riesgo extremo”. En muchos países la vulnerabilidad viene de su ubicación, de la concentración de la población y de los activos económicos que poseen.

 

Sensibilidad a los cambios en el clima

Cuantificar los impactos potenciales del cambio climático permite tener varios puntos de vista críticos sobre el diferente grado de vulnerabilidad de los países. En América Latina y Caribe se registran variaciones importantes en función de la exposición al cambio climático y a los fenómenos relacionados con el clima, siendo el Caribe y América Central los que enfrentan los mayores riesgos de exposición.

Una imagen por satélite de una tormenta tropical atravesando el Caribe. Noaa/Nasa Goes Project via Getty Images
Una imagen por satélite de una tormenta tropical atravesando el Caribe. Noaa/Nasa Goes Project via Getty Images

Más de la mitad de las naciones caribeñas enfrentan riesgos extremos de exposición, mientras el 75% de los países de América Central se encuentran en situación de “riesgo alto”. Mientras tanto, Suramérica es la región menos expuesta: según la clasificación en el Índice de Exposición, 35% de los Estados que la componen están en la categoría de “bajo riesgo”. Jamaica, República Dominicana y Cuba son las que presentan mayor riesgo de vulnerabilidad de las naciones caribeñas frente al cambio climático.

Los cambios de régimen de precipitaciones atmosféricas y la elevación del nivel del mar son los factores que más agravan el riesgo en la región. Se prevé, con un alto grado de probabilidad, que a la vez que se reducirá la frecuencia de las lluvias, cuando estas se produzcan lo harán en forma de grandes precipitaciones, provocando tanto prolongados periodos de sequía como de inundaciones. A este problema hay que añadirle que gran parte de la superficie terrestre de muchos países caribeños se encuentran al nivel del mar, lo que significa que serán especialmente susceptibles ante elevaciones del mismo.  Sin embargo -y aunque todavía no haya consenso al respecto- también se prevé que el cambio climático puede disminuir el número de huracanes. Aunque no son todo buenas noticias, ya que también aumentaría la frecuencia de tormentas extremas en América Central y el Caribe.

En cuanto a la región de América del Sur, los cambios en el régimen de precipitaciones atmosféricas y de temperatura también tendrán grandes repercusiones en la intensidad de las inundaciones y las sequías. Según las previsiones para la región, se observarán incrementos tanto en la frecuencia como en la intensidad de las precipitaciones, aumentando la posibilidad de inundaciones frecuentes en esa zona. Sin embargo, también se prevé que pasará más tiempo entre dos periodos de intensas precipitaciones, lo que fomentará igualmente prolongadas etapas de sequía en la región. Esto, unido al fenómeno de la aceleración del deshielo de los glaciares de la Cordillera de los Andes Tropicales, provocará grandes desafíos en aquellas zonas de la región que dependen del recurso hídrico, pues los caudales de las cuencas dependerán mucho de la etapa en la que se encuentren, siendo poco estables y haciendo difícil las previsiones.

 

Capacidad de adaptación: pobreza, desigualdad y urbanización

Son muchos los factores que juegan un papel importante a la hora de sensibilizar a la población de América Latina y el Caribe de los problemas que puede traer el cambio climático. Sin embargo, las implicaciones sociales, físicas y el aporte a los medios de subsistencia que traería dicha sensibilización, podrían cambiar el curso de los hechos. Por lo general, son las poblaciones de América Central y de algunos de los países más grandes del Caribe los que más concienciados están en este terreno.

La sensibilidad al cambio climático en la zona depende en gran medida de los índices de pobreza y desigualdad que existe en la región. Aquellos países cuya actividad económica principal es la agricultura de subsistencia están mucho más concienciados, pues los riesgos derivados de los cambios en el clima son mayores en este sector.

De igual forma, la pobreza tiene relación con el grado de educación que alcanza la población y la situación sanitaria, pues estos dos factores son clave para el desarrollo socioeconómico de las ciudades y la creación de capacidades que permitan frenar los efectos perversos derivados del cambio climático.

La salud es considerada por muchos expertos un aspecto crítico de la vulnerabilidad de cada país a los cambios en el clima. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que construye un indicador de desarrollo humano teniendo en cuenta el grado de educación, salud y nivel de vida de cada país, la mayor parte de los países de la región en los cuales más del 10% del PIB se deriva de la agricultura, registran un nivel medio de desarrollo humano. La situación sanitaria es especialmente preocupante en Haití y Bolivia.

Con casi tres cuartas partes de la población de la región concentrada en las zonas urbanas, las altas tasas de urbanización incrementan la sensibilidad para las poblaciones de bajos ingresos que habitan en las ciudades de América Latina. La falta de reglamentación para la urbanización es una característica común a la mayor parte de las ciudades, permitiendo que muchos grupos de poblaciones pobres se localicen en zonas con riesgos altos, como ramblas o laderas propensas a deslizamientos. Además, estas áreas no cuentan con servicios públicos cercanos ni infraestructuras de calidad, elevando los riesgos para la salud de gente que ya de por sí vive en condiciones de exclusión. A estos problemas hay que añadir el de las personas desplazadas, sobre todo en el caso de Colombia, que añaden más riesgos.

 

Capacidad técnica e institucional

La profundización de los problemas visibles derivados del cambio climático hace que cada vez se le preste más importancia a la habilidad de un país para adaptarse a esos cambios.  No solo la buena gobernanza o la trayectoria económica constituyen factores clave, sino también la disponibilidad de recursos naturales, creando sinergias entre recursos financieros y técnicos. Haití está actualmente clasificado como el país con las menores expectativas de capacidad adaptativa de la región, tras pasar por un ciclo recurrente de desastres naturales. En el extremo opuesto se encuentran Chile, Uruguay, México y Brasil.

La estructura productiva y la capacidad institucional son dos factores que tienen una gran relevancia para afrontar los desafíos del cambio climático. Aquellos países con mayor dependencia del sector agrícola presentan mayores riesgos. Según varias investigaciones científicas, el cambio climático tendrá gran impacto en los rendimientos de los cultivos y en la viabilidad de los mismos. Si a esto añadimos los obstáculos para mejorar la capacidad institucional y técnica, el problema se agrava. La corrupción trunca este proceso aún más, no solo porque entorpece la creación de capacidades del Estado, sino porque obstaculiza el acceso a financiación externa. En las últimas décadas, el apoyo financiero se centró en los países más grandes y desarrollados, mientras que los países con mayores necesidades solo recibieron el 10% de esta financiación.

En resumen, son muchos los desafíos a los que se enfrenta la región de América Latina y el Caribe. Esto exige que se afronte desde un enfoque integral en el que todos los Estados trabajen juntos y en estrecha colaboración, buscando socios externos para conseguir recursos técnicos y financieros. Solo así podrán crear capacidades suficientes para reducir la vulnerabilidad de la región en su conjunto frente al cambio climático.

 

Este artículo está basado en el Índice de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en la región de América Latina y el Caribe, CAF, 2014