¿Cómo puede el mundo enseñarle a Robert Mugabe el camino de salida? Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial y antiguo vicesecretario de Defensa de EE UU, cuenta a FP que el secreto para expulsar al presidente de Zimbabue es mostrarle a su pueblo que estaría mucho mejor sin él.

Foreign Policy: Propone en el periódico The Wall Street Journal que algún país debería ofrecer a Robert Mugabe una “jubilación segura y confortable si se marcha sin más violencia”. ¿Cree que el hecho de que hoy sean más frecuentes los juicios internacionales en materia de derechos humanos está haciendo más difícil negociar con un tipo como Mugabe porque podría temer las consecuencias de dimitir?

Paul Wolfowitz: No he visto ninguna prueba de eso. De igual manera, se podría argumentar que les animaría a hacer un trato cuando piensan que pueden lograr uno. No hay una única respuesta en estas situaciones, pero no es malo que estos personajes puedan tener que hacer frente a la justicia.

Punto de inflexión: Paul Wolfowitz cree que el mundo debe mostrar a los habitantes de Zimbabue que es posible un futuro mejor. Foto: cortesía del Banco Mundial.

Uno de los casos más complicados es el de Charles Taylor en Liberia, porque se le ofreció exactamente ese tipo de acuerdo para abandonar su país e irse a Nigeria. Y creo que eso fue bueno. Pero lo que hizo una vez que llegó allí fue terrible, porque siguió usando las comunicaciones y probablemente dinero para continuar agitando los problemas en Liberia, de manera que en última instancia los nigerianos le entregaron a los tribunales. Si tuviera que ser muy explícito, diría que cualquier trato que se haga con Mugabe tiene que garantizar que no va a interferir más en los asuntos de Zimbabue. De verdad tiene que ser el final.

FP: Si Mugabe se va, ¿no hay aún toda una infraestructura militar respaldándole?

PW: Creo que la contestación que mejor responde a la verdad es que nadie en realidad lo sabe. Obviamente no hay un sólo hombre haciendo este tipo de cosas. Lo importante es que una manera de avanzar es comenzar a ser concretos sobre los problemas del futuro en lugar de aprobar resoluciones bastante ineficaces, o sanciones, que no son mucho más eficaces, o hablar sobre fuerzas de mantenimiento de la paz, lo que probablemente no se producirá. No estoy en contra de ninguna de estas medidas, y si he dado a entender que estoy en contra, no es así. Podrían ser complementarias. Pero sería una gran ayuda si la gente hablara sobre hacia dónde podría ir el país en el futuro y sobre lo que la comunidad internacional está preparada a hacer para ayudar.

FP: Pongamos que su estrategia funciona y pica el cebo de la retirada. ¿Quién le reemplaza? ¿Cómo se pasa de Mugabe a un gobierno justo y que funcione?

PW: En primer lugar, yo no lo llamaría cebo. Llamémoslo el trato. No pretende ser una trampa, pretende ser lo que es. La idea que hay detrás es reconocer que las decisiones clave no van a ser tomadas desde el exterior y desde luego no por occidentales (aunque no estoy seguro de que los africanos lo hayan hecho mucho mejor). Las va a tomar la gente del país. Así que si quiere una respuesta a la pregunta que acaba de hacer sobre cómo serán las cosas después, habría que formulársela al tipo que habría sido elegido si no hubiera habido fraude, y ese es [el líder de la oposición Morgan] Tsvangirai.

FP: Como ha señalado, los líderes africanos han comenzado a manifestarse en contra de Mugabe, pero la clara excepción es el presidente de Suráfrica, Thabo Mbeki. ¿Qué cree que es lo que le está frenando?

PW: Permítame primero decir algo como introducción. Los africanos en general, incluyendo a los países vecinos, han subestimado aquellos aspectos que están en juego también para ellos en este asunto, el más importante es el efecto invisible que esto tiene sobre la reputación de África en su conjunto. He comenzado a estar muy interesado y prudentemente emocionado por el hecho de que hay más de una docena de países africanos, con casi un tercio de la población del África subsahariana, que han estado creciendo a un ritmo bastante respetable –un 4% o más durante los últimos diez años, y un par de ellos al 7% o 8%. (Y sin petróleo. No estoy contando los países que lo están haciendo gracias al crudo y los recursos minerales, que es otra porción considerable).

Pero cuando hablo con inversores occidentales sobre las oportunidades en África, una de las primeras cosas por las que preguntan es Zimbabue. Y la siguiente es porqué Suráfrica, que se supone que es una de las luces más brillantes del continente, es tan tolerante con la mala conducta de Mugabe. Y no tengo una respuesta demasiado buena. Parte de ella es que la historia de la lucha contra el apartheid y la supremacía blanca en Rodesia [actual Zambia y Zimbabue] convirtió a estas personas en verdaderos compañeros de armas durante muchos años, y esas relaciones son difíciles de dejar atrás. Estoy contento de presenciar cómo cada vez más se está viendo [movilizarse] a los propios surafricanos, incluyendo a algunos muy asociados con la lucha contra la supremacía blanca -hombres como Jacob Zuma o sindicatos como el de estibadores que se negó a descargar ese barco chino. Y espero que los signos de cambio que estamos viendo incluyan al presidente Mbeki.

FP: En el periódico británico Guardian, Morgan Tsvangirai hizo un llamamiento a una intervención militar internacional para proteger a los partidarios de la oposición. [Desde entonces Tsvangirai ha renegado del editorial]. Usted introducía una nota de prudencia en su tribuna de opinión, así que, ¿bajo qué circunstancias diría que las fuerzas de mantenimiento de la paz están justificadas?

PW: En parte, era una nota de escepticismo. La experiencia con estas iniciativas es que donde las posturas están divididas se tarda mucho en alcanzar cualquier tipo de acuerdo. Y después, si es que éste alguna vez se produce, puedes acabar con fuerzas increíblemente ineficaces. Recuerde, fue bajo la mirada de las tropas de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en Bosnia cuando 11.000 musulmanes bosnios fueron asesinados en 1995.

Déjeme decir que en absoluto estoy intentando disuadir de prestarle reflexión y atención a lo que las fuerzas de mantenimiento de la paz serían capaces de hacer. El llamamiento [de Tsvangirai] para pedir protección es muy legítimo y esperaría que la comunidad internacional se lo tomara en serio. Quizá si también empezaran a ofrecer la apariencia de que lo están considerando de verdad, los matones se echarían atrás.

FP: David Miliband, el secretario británico de Asuntos Exteriores, dijo que presionaría a favor de más sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Eso no agravaría el sufrimiento de los habitantes de Zimbabue? ¿Y no se beneficia Mugabe de esta sensación de asedio?

PW: Depende mucho de las que sean y de sobre qué se centren. No he oído qué es lo que tienen en mente los funcionarios británicos, pero pueden ser cosas como prohibiciones para viajar u otro tipo de sanciones individuales. Repito, puede haber algunas que sean útiles, pero no va a cambiar el curso fundamental de lo que está pasando allí. No obstante, constituyen una manera muy importante de hacer una declaración de intenciones, y creo que por eso la gente está interesada en ellas.

FP: ¿Cuál cree que será el punto crítico en el que la población de Zimbabue sea lo suficientemente fuerte para tomar el asunto en sus propias manos?

PW: En ciertos aspectos -hay también algunas grandes diferencias- esto me recuerda a la experiencia de Filipinas hace 22 años, a comienzos de 1986, cuando Ferdinand Marcos intentó cometer fraude electoral. Yo era subsecretario de Estado [de EE UU]  para el Este de Asia en ese momento. Algunos pensaron que bastaría con que chasqueáramos los dedos y Marcos se marcharía, pero no teníamos esa clase de poder. Pero lo que sí podíamos hacer, por el tipo de acciones que tomamos y la clase de declaraciones que realizamos, era lo que espero que comience a pasar en Zimbabue, que es [asegurarnos de] que la gente que está enfadada por el fraude en los comicios se sienta más envalentonada para aguantar la presión, y los tipos con armas a los que se les está pidiendo que maten en nombre del régimen comiencen a perder confianza.

A riesgo de llevar demasiado lejos la analogía, desde luego no perjudicó las cosas hace 22 años que Ronald Reagan ofreciera un refugio al presidente Marcos en Estados Unidos, y éste se marchara de modo pacífico. Para ser sinceros, opino que esta situación es más difícil. No sé dónde está el punto crítico. Lo que sé es que parece bastante claro quién es el presidente legítimamente elegido del país. Está bastante claro quiénes son los que quieren poner a Zimbabue en buen rumbo.

Es increíble que este país sea uno de los más pobres del mundo y, sin embargo, fuera una vez el granero del sur de África. No debería ser así. Y cuanto más podamos hacer que la gente que vislumbra un futuro mejor esté dispuesta a movilizarse -y lo están haciendo, uno tiene que admirar su coraje, es increíble- y cuanto más consigamos que las personas que se interponen en su camino piensen que quizá no sea tan bueno estar en esa posición, alcanzaremos un punto crítico. Lo sabrás cuando lo alcances.

Paul Wolfowitz profesor invitado en el think tank conservador American Enterprise Institute, fue presidente del Banco Mundial y subsecretario de Defensa de Estados Unidos.

 

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