
Así es como el presidente chino controla y transforma las Fuerzas Armadas del país con el objeto de respaldar militarmente su asertiva política exterior.
El líder chino Xi Jinping maneja con firmeza el Ejército Popular de Liberación (EPL) y ha emprendido una auténtica revolución para impulsar la capacidad de combate de las Fuerzas Armadas más numerosas del mundo, con 2.250.000 efectivos. La reforma del presidente de China afecta tanto a la forma como al fondo. Tanto a la reorganización de las regiones militares y a la dotación de nuevo armamento, como a la lucha sin cuartel contra los males que tradicionalmente han aquejado al EPL: la corrupción, el faccionalismo y la intromisión en los asuntos políticos.
Nada más ascender al poder como secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh), en noviembre de 2012, Xi Jinping dejó claro que quería un Ejército limpio de corrupción, que siguiera sin ambages las directrices del PCCh y que fuese capaz de “ganar guerras” y de defender el ascenso de China como hiperpotencia. Solo Mao Zedong y Deng Xiaoping tuvieron un dominio semejante sobre la milicia. Xi, que es presidente de la todopoderosa Comisión Militar Central (CMC), quiso escenificarlo el pasado abril, cuando, con uniforme de camuflaje y el título de comandante en jefe, inspeccionó el recién creado Centro de Mando Conjunto de Combate. El único que anteriormente lució esos galones fue, entre 1949 y 1954, el mariscal Zhu De, fundador del EPL en 1927.
La autoridad para marcar el paso a los uniformados no es baladí. En 2011, los generales dejaron en ridículo al entonces presidente Hu Jintao al probar sin que él lo supiera y durante la visita del entonces secretario de Defensa de EEUU Robert Gates, el avión de combate furtivo Chendu J-20. Este caza de quinta generación, dotado de un radar AESA, misiles aire-aire, aire-tierra y antibuque, con autonomía para operar lejos de su territorio, interceptar aviones enemigos y patrullar por los mares que China disputa a sus vecinos es la joya de los avances tecnológicos del EPL.
Convencido de que la corrupción deteriora la efectividad de las tropas, el Presidente chino emprendió una feroz campaña de limpieza de las Fuerzas Armadas, que continúa recorriendo las filas castrenses de arriba abajo y ha expulsado de estas a miles de oficiales y suboficiales. Los altos mandos militares, que nunca antes tuvieron que rendir cuentas, asisten ahora atónitos a la caída de uno tras otro. Ya son más de 40 los tenientes generales detenidos o investigados, entre los que se incluyen dos ex vicepresidentes de la CMC, Guo Boxiong, condenado a cadena perpetua en julio pasado, y Xu Caihou, que falleció poco después de que se le abriera investigación sin que llegara a acusársele oficialmente de corrupción.

Los dos generales eran considerados estrechos aliados del ex presidente Jiang ...
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