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Unas mujeres uigures miran a través de una verja cerca de soldados chinos en Urumqi, Xinjiang, China. Peter Parks/AFP/Getty Images

El Gobierno chino aplica un férreo control (tecnológico) en sus provincias más inestables, condicionado por factores como la guerra en Siria o su Nueva Ruta de la Seda.

Los dos grandes territorios mediante los que China se adentra en Eurasia siempre han sido fuente de problemas. La gran meseta del Tíbet y, por otro lado, los desiertos y cadenas montañosas de Xinjiang comprenden casi un tercio del territorio chino. Hacen de frontera con India y las repúblicas centroasiáticas -y, antiguamente, con la Unión Soviética-. El territorio ha sido dominado con mano de hierro desde que Mao Zedong fundara la centralizada República Popular, poniendo fin a la disgregación del país en feudos de señores de la guerra. Y mientras la propia China ha pasado de ser un atrasado Estado comunista a la segunda potencia mundial, su mano de hierro también ha evolucionado. Las cámaras de reconocimiento facial o los sistemas biométricos se mezclan con el garrote tradicional, con el objetivo de mantener el control en estas dos regiones, Tíbet y Xinjiang, en las que la conflictividad étnica entre la mayoría Han -más del 90 % de los ciudadanos chinos- y las minorías tibetanas y uigures -musulmanes túrquicos de Xinjiang- se hace más patente y peligrosa para el Partido Comunista.

El uso del big data y nuevos métodos tecnológicos para vigilar estas regiones -especialmente la de Xinjiang- ha llenado, recientemente, las páginas de la prensa occidental. Aunque, como explica uno de los principales expertos sobre seguridad en Xinjiang y Tíbet, Adrian Zenz, la vigilancia humana sigue siendo el factor determinante en ambas regiones: “El reclutamiento de personal de seguridad todavía sigue en marcha [en Xinjiang]. La ciudad de Urumqi anunció 5.000 nuevos puestos de trabajos para policías el pasado marzo. El factor humano todavía es importante para identificar, de manera flexible, los comportamientos considerados como sospechosos o problemáticos. Aún así, la automatización de la seguridad está creciendo, y acabará sustituyendo el trabajo humano en cierta medida. Pero actualmente se usa como algo complementario.”

En las poblaciones de Xinjiang consideradas conflictivas proliferan los check-points, en los que la policía examina los documentos de identidad o los contenidos de los teléfonos móviles. En diversos edificios públicos y tiendas hay que pasar las bolsas por rayos X y someterse al cacheo de un agente.

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Policía china patrulla Lhasa, Tíbet. Guang Niu/Getty Images

El aumento de personal de seguridad, precisamente, creció en Xinjiang de manera destacada desde 2016. Ese año se ofrecieron más de 30.000 puestos de trabajo como policía y, en la primera mitad de 2017, se anunciaron unos 60.000 más (en comparación, en 2015, se ofrecieron menos de 10.000). ¿Cuál ha sido el motivo de este radical aumento en control policial? La designación como secretario del Partido en Xinjiang de un partidario de la mano dura como es Chen Quanguo, venido directamente desde Tíbet, donde aplicó técnicas similares de ...