
La contundente respuesta de la aviación egipcia en Libia como venganza por la decapitación de 21 trabajadores coptos esquiva la nebulosa presencia de los yihadistas en el actual panorama de guerra civil.
De la noche a la mañana, Libia se ha convertido en escenario del avance inexorable del Estado Islámico (Daesh en su acrónimo en árabe) sobre las playas del Mediterráneo, como si de un regalo de aniversario se tratase. Justo cuando se cumplen cuatro años de la revolución que tumbó el régimen de Muammar Gadafi con la ayuda de los aviones y barcos de la OTAN, el debate sobre una nueva intervención en el país sale a relucir, esta vez al estilo de la Coalición contra los yihadistas en Siria e Irak.
Atrás quedan la miríada de voces (desde la embajadora de EE UU, Deborah Jones, hasta los máximos dirigentes de Francia e Italia) que vociferan desde hace meses la descomposición del país, velada por un caos tribal, miliciano, político y hasta yihadista, que ha excusado una completa inacción internacional, con la salvedad del diálogo patrocinado por Naciones Unidas entre dos bandos abiertamente en guerra desde el verano.
Solo parecía haber una posibilidad de aclarar el enredo del panorama de guerra civil libio: la irrupción del Estado Islámico con todo su salvajismo. La difusión de la ejecución de 21 trabajadores egipcios coptos secuestrados en Sirte, en la costa central, ha provocado una operación de venganza de la aviación egipcia que, esta vez sin discreción (Egipto llevó a cabo varios ataques aéreos no reconocidos contra Trípoli en verano), ha bombardeado “posiciones de los yihadistas en Derna”, su bastión oriental.
Casi de inmediato, el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, y su homólogo francés acordaron en conversación telefónica pedir a la comunidad internacional “nuevas medidas” para evitar el avance de los radicales. Esas “nuevas medidas” apuntan, según el experto en Libia del Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales, Mattia Toaldo, a “un mandato de Naciones Unidas para continuar con los ataques (de Egipto) contra ISIS (sic.) en coordinación con el Gobierno de Tobruk (reconocido como único legítimo por la comunidad internacional). Francia dijo que lo apoyaría, pero también Rusia podría decidir apoyar a Egipto a la luz de la nueva alianza entre Putin y Sisi”.
¿Tal es la amenaza que plantea el EI en Libia? ¿Es que nadie lo vio venir? Más bien, hasta ahora, no se sabía con certeza a qué mirar. La fundación en la localidad oriental de Derna de la primera colonia califal fuera de Siria e Irak hizo saltar las primeras alarmas en octubre de 2014, cuando Libia iniciaba un nuevo capítulo de guerra civil tras la batalla por el aeropuerto de Trípoli en agosto que siguió al boicot de las elecciones de junio y la formación, en la capital, de un parlamento y un Ejecutivo paralelos a las instituciones asentadas en Tobruk.
La declaración de lealtad a Bagdadi, ...
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