Donde funcionan los ‘Estados fallidos’  Disfrutando del aire acondicionado del centro comercial Silverbird Galleria en Lagos, Nigeria, a uno le cuesta recordar que está en el 15º Estado más fallido del mundo. Las elegantes cafeterías y la ropa de diseño encajan a la perfección con el enclave financiero más moderno de África, donde abundan trajes de oficina y se oyen conversaciones sobre la rentabilidad de las últimas inversiones. Este glamouroso oasis de Victoria Island, en Lagos –a menos de una hora en avión de los valles plagados de rebeldes de la región petrolífera– no es ninguna anomalía en Nigeria ni en muchos otros Estados fallidos. Muchos tienen capitales relucientes o prósperos centros comerciales, mientras en el resto del país reina la inestabilidad. 

 

Somalia

El enclave de Somaliland, en el norte de Somalia, tiene pocas cosas para recomendar. Sufre pobreza endémica, un desempleo creciente y hay seis campos de refugiados diseminados en torno a la capital, Hargeisa. Sin embargo, “comparado con Somalia, Somaliland es el paraíso”, dice Christopher Albin-Lackey, de Human Rights Watch.

Desde que en 1991 declaró su autonomía, Somaliland ha celebrado elecciones, ha creado un Gobierno que funciona y ha logrado algo parecido a la paz en un país donde reina la anarquía. Parte del mérito hay que atribuírselo a la geografía y a la historia. Somaliland, situada en el arco superior del territorio en forma de boomerang que ocupa Somalia en el Cuerno de África, fue gobernada por los británicos hasta 1960, mientras que el resto del país estuvo bajo dominio italiano. Pero un factor quizá aún más importante es lo que Lackey denomina “una verdadera obsesión por mantener la paz por la paz” en un país que ha disfrutado muy poco de ella.

Los atentados suicidas ocurridos en octubre contra misiones extranjeras y de la ONU en Hargeisa dejaron claro que no debemos ser demasiado optimistas. Pero aun así, Somaliland, que se dispone a celebrar elecciones este año, tiene un aspecto mucho menos desastroso que las regiones vecinas del Sur. A diferencia de la capital nacional, Mogadiscio, al menos Hargeisa tiene misiones internacionales.

Sudán

Durante la última media década, la capital sudanesa, Jartum, ha vivido un boom. En 2008, se calculó que los ingresos de la venta de petróleo alcanzarían los 7.000 millones de dólares, con los que financiar carreteras, grandes proyectos agrícolas e hidráulicos, la modernización de la red de ferrocarril e incluso un nuevo aeropuerto de 1.300 millones de dólares, que será uno de los mayores de África. El país comenzó el año con la intención de construir antes de 2013 unos 11.000 pisos y chalets de lujo para los ricos, cada vez más numerosos. Incluso ahora, hay inversores chinos, indios, malasios y de los Emiratos Árabes Unidos interesados.

Este crecimiento se ha concentrado en el norte, en la zona de Sudán, donde se asienta el poder. “Se suele comparar a las zonas ribereñas [en el Norte] con los países de renta media”, explica François Grignon, director del programa para África del International Crisis Group (ICG). Lo que convierte a Sudán en uno de los Estados más fallidos es el resto de su territorio, donde escasean la inversión estatal y la extranjera. De hecho, según los expertos, la riqueza que rodea Jartum alimentó los agravios que provocaron los conflictos en el Sur y en el Oeste. Mientras en la capital se construían edificios de diseño, en el resto del país no existía lo básico para sobrevivir: agua, electricidad y seguridad.

Pakistán

Erigiéndose sobre el resto de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Chitral no sólo destaca por estar a más de 1.100 metros de altitud. Este distrito de espectaculares paisajes montañosos, con 220.000 habitantes, es un reducto de relativa calma, rodeado por las regiones más conflictivas de Afganistán, de un lado, y las de Pakistán, al otro. Chitral es tan seguro que, cuando en julio se derrite la nieve, los campos de polo de la ciudad (los más elevados del mundo) acogen un prestigioso torneo de tres días. “El valle de Suat era la Suiza paquistaní”, dice Parag Khanna, de la New American Foundation, “Chitral lo sigue siendo de verdad”.

¿Por qué Chitral ha permanecido en calma mientras Suat cayó en manos de los talibanes? La buena gestión de las autoridades no tiene nada que ver en el éxito de Chitral, opina Khanna. La respuesta está en la geografía: alejado de las regiones agrícolas y de los recursos naturales, el distrito sirve de vía de acceso hacia los vecinos Afganistán y China. La nieve lo aísla de Pakistán durante gran parte del año, quedando únicamente una carretera de conexión con el resto del país, cada vez más caótico. También la población de la ciudad es diferente. La mayoría pertenece a la etnia jo, así que permanece al margen de las tensiones étnicas de la provincia. Con suerte, la remota Chitral se librará de la talibanización que padece el resto de Pakistán.