En enero, el periodista de The New York Times Jeffrey Gettleman dio la noticia de que el Ejército estadounidense había ayudado a planear y financiar un ataque del Ejército ugandés contra un grupo rebelde de triste fama, el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), en el este del Congo. El ataque fue una chapuza y permitió a los líderes rebeldes escapar y asesinar a 900 civiles como represalia. Era la primera vez que Estados Unidos participaba de forma directa en acciones contra el LRA, al que considera un grupo terrorista. El líder del LRA, el religioso fundamentalista Joseph Kony, ha secuestrado a decenas de miles de niños para que hagan de soldados y esclavos sexuales en la guerra de guerrillas que libra desde hace décadas contra el gobierno ugandés.

El nuevo Mando de Estados Unidos para África (Africom) defendió su papel en la misión y dijo que el ataque ugandés se habría producido de todos modos y que era “demasiado pronto para emitir un juicio definitivo” sobre la ayuda estadounidense. Pero algunos miembros del Congreso quieren que el papel de Africom en el conflicto se incremente. Un proyecto de ley pendiente, elaborado por los senadores Russ Feingold (demócrata de Wisconsin) y Sam Brownback (republicano de Kansas) y que cuenta con gran apoyo en ambos partidos, establece el compromiso de Estados Unidos de “eliminar la amenaza que representa el Ejército de Resistencia del Señor… mediante la ayuda política, económica, militar y de inteligencia”.

Aunque casi todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de llevar a Kony ante la justicia -se ha negado a abandonar su escondite en la selva desde que la Corte Penal Internacional le acusó de crímenes contra la humanidad-, el proyecto de ley plantea interrogantes sobre el papel que le corresponde verdaderamente a Africom, que, hasta ahora, ha tenido una función sobre todo asesora, y compromete a Estados Unidos en uno de los conflictos más sangrientos y complejos de África. Tendrá que haber seguramente un debate.

AFP/Getty Images
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