Nombre: Agustín Santiago López
Más derechos sociales y participación, menos precariedad

Las prioridades de la Unión Europea con respecto a la juventud deben ser principalmente tres: la defensa de los derechos sociales, la lucha contra la precariedad y el desempleo y el aumento de la participación política.

Los informes sobre los Derechos Fundamentales en 2021 de la FRA indican que algunos Estados miembros han adoptado medidas jurídicas y políticas que ponen en peligro el derecho fundamental a la igualdad de trato con independencia de la orientación sexual, además de mostrar en diversas encuestas que la aceptación social ha disminuido.

El documento de la FRA señala que deben adoptarse medidas con el fin de luchar eficazmente contra la incitación y los delitos de odio, así como para paliar los efectos nocivos de las declaraciones homófobas y transfóbicas realizadas por autoridades públicas. A esto se une que el informe de 2022 subraya que el racismo sigue planteando graves retos en toda la Unión.

Los Estados miembros de la UE deben mejorar de forma significativa la eficacia de sus medidas y mecanismos institucionales para aplicar plenamente las disposiciones, en particular en lo que respecta a las sanciones eficaces, proporcionadas y disuasorias en caso de incumplimiento de las obligaciones exigidas por dichas Directivas que, en mi opinión, pueden llegar a ser insuficientes. 

La UE tiene que asegurar que en sus Estados miembros la sociedad pueda gozar de una protección de sus derechos como individuos y poder vivir libremente sin miedo a que su sexo, orientación sexual, identidad, etnia, etcétera, sean razones por las que ser excluidos social e institucionalmente. 

Por otro lado, tal y como muestran los datos del Eurostat de agosto, el desempleo en los menores de 25 años es del 13,8% en la Unión Europea, lo que supone más del doble de la media en la población general que se encuentra en un 6%. También existen grandes diferencias entre países miembros: mientras algunos tienen unos datos de paro en menores de 25 años de un 28,6% (Grecia) o un 26,6% (España), otros cuentan con un 5,7% (Alemania).

La juventud tiene grandes dificultades para ingresar en el mercado laboral, esto provoca grandes desigualdades y un retroceso generalizado en el avance económico y social de la población europea. 

Para finalizar, otra de las prioridades debe ser el aumentar la participación política de la juventud, ya no solo como colectivo y con respecto a áreas que históricamente nos atañen, sino también en todos los ámbitos, ya que como parte de la sociedad tenemos algo que decir.

Las instituciones europeas tienen que asegurar la representación equitativa de los colectivos entre los que se encuentra la juventud, ya que solo en una UE donde los jóvenes tienen voz podrá existir ese sentimiento de pertenencia, porque la Unión se construye día a día.

Además, deben crearse espacios de diálogo en situación de igualdad con todos los agentes sociales y tener en consideración todas las opiniones. En las últimas elecciones europeas de 2019, solo el 42% de los jóvenes votaron, que aunque supuso un incremento con respecto a las de 2014, sigue siendo insuficiente.

Si bien es cierto que las instituciones europeas muchas veces tienen grandes limitaciones, se tiene que continuar en la dirección actual y reforzar la toma de decisiones, además de impulsar la capacidad de actuación con un aumento de competencias y de mecanismos de control y sanción.

La juventud debe encontrar en la UE un hogar donde resguardarse y ver en ella una utilidad innegable.