Europa reconoció hace mucho los beneficios de la reducción de las emisiones de CO2 y ha desempeñado un papel de líder tanto dentro como fuera de sus fronteras adoptando compromisos para reducir sus emisiones más que cualquier otra de las grandes economías mundiales. Ahora es el momento de acelerar el ritmo de la transformación en las emisiones de gas carbónico en Europa. Esta cuestión debería ser una prioridad estratégica de la presidencia española.

La presidencia española tendrá lugar en un momento clave en las negociaciones globales sobre el clima. De Copenhague debe salir un mandato político creíble para crear, en junio de 2010, un instrumento o instrumentos legales que abarquen todos los temas centrales. Este mandato debe ser tan detallado como sea posible e incluir un plan de acción rápida para aumentar la confianza a través de la financiación inmediata de las medidas de adaptación, las acciones paliativas (incluido el sector forestal) y los planes de fomento del crecimiento con bajas emisiones en los países en desarrollo. La presidencia española necesitará actuar con rapidez a principios de 2010 para mantener el impulso post Copenhague y asegurar un resultado fiable en junio.

La recesión añade nuevos argumentos para acelerar la transformación de las emisiones de CO2 en Europa. La transformación europea para reducir las emisiones de CO2 no debería posponerse por la recesión económica. Tal retraso incrementará el coste de las acciones posteriores contra cambio climático. La buena noticia es que la recesión ha hecho más asequible la transición hacia una economía verde. Como consecuencia de su menor crecimiento, Europa ha recortado sus emisiones y ha reducido el coste de alcanzar reducciones aún más ambiciosas. Muchos hombres de negocios e inversores están dispuestos a colocar dinero hoy en las industrias verdes del futuro. La presidencia española podría trabajar con empresarios e inversores proactivos para fomentar las infraestructuras con bajo nivel de emisiones en Europa. Lanzar un proceso para construir una "red superinteligente" europea como vía clave para eliminar las emisiones del sector energético europeo para 2035 podría ser el buque insignia de la presidencia española. La transformación global de las emisiones de CO2 ya ha comenzado y, en ausencia de una agenda más ambiciosa en el Viejo Continente, Europa corre el riesgo de perder su ventaja inicial y su liderazgo en los mercados relacionados con el cambio climático frente a competidores como Estados Unidos y China, que ya están invirtiendo mucho en las energías renovables y las redes de sistemas avanzados.

Son necesarias nuevas alianzas entre la UE y los países pioneros del mundo en desarrollo para acelerar su incorporación a la senda de la reducción de las emisiones. Muchos países en desarrollo ya no ven la responsabilidad climática y el desarrollo como objetivos incompatibles. Muchas de esas naciones pioneras están listas para emprender acciones contra el cambio climático si el apoyo adecuado está disponible, brindando así una valiosa oportunidad a la UE para catalizar el cambio en los países líderes. España está en una posición excepcional para crear relaciones de confianza entre la UE y otros socios proactivos, sobre todo en América Latina. Acercar posiciones con México será importante porque este país se prepara para celebrar la próxima gran conferencia sobre el cambio climático, en diciembre de 2010. España está bien situada, asimismo, para avanzar en el impulso de acuerdos de cooperación euromediterráneos.

La presidencia española debe involucrar a Estados Unidos fortaleciendo el diálogo transatlántico sobre la reducción de emisiones de CO2. Se espera que Estados Unidos apruebe una nueva legislación sobre cambio climático a principios de 2010, pero su calendario y su grado de ambición son inciertos. De producirse más retrasos en el proceso legislativo de EE UU, las negociaciones internacionales sobre cambio climático se verían perjudicadas. Hay que combatir el riesgo de que se produzca una ruptura transatlántica sobre los problemas del cambio climático. A principios del 2010, la presidencia española podría proponer una agenda cooperativa en al menos tres campos: 1) Tecnología (buscando acelerar la innovación y la difusión de tecnologías cruciales poco contaminantes; 2) Finanzas (luchando por acelerar reformas en los bancos multilaterales de desarrollo para descontaminar su cartera de préstamos y generalizar el desarrollo bajo en emisiones; 3) Seguridad climática (reclamando esfuerzos conjuntos para incrementar los controles y para abordar de manera práctica la creciente elasticidad de los países frágiles de África y Suramérica).