Manifestantes ucranianos y británicos marchan por las calles de Londres contra la invasión de rusa de Ucrania. (Richard Baker / Getty Images)

Ganadora de la UNIVERSIDAD DE CASTILLA LA MANCHA, con su proyecto «Cómo la erosión de la democracia amenaza a la OTAN: el caso de Ucrania», que puede leer aquí:

La temática que hilará todo el texto es la preocupación que adquiere la OTAN  respecto a la erosión de la democracia. Si bien es cierto que vivimos en un mundo  de cambios constantes, pero… ¿cómo se da la fragmentación de la democracia? Y, ¿cómo afecta esto a la OTAN?, ¿estamos hablando de un reto de seguridad?, ¿en qué país lo podemos apreciar?

Desde la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (1949), la OTAN ha sido el eje de la seguridad transatlántica y de la protección de los valores democráticos. Sin embargo, los últimos acontecimientos han llevado a la  preocupación por la erosión de la democracia, tanto dentro de los estados  miembros de la alianza, como en países ajenos a esta misma. 

Primeramente, debemos de tener claro que la fragmentación no es solo el  proceso de división de un país o sociedad basado en las diferencias lingüistas, étnicas, religiosas o regionales, sino que, además, este proceso socava la  estabilidad de una sociedad democrática creando conflictos y tensiones. Desgraciadamente, este fenómeno no es nuevo en los países miembros de la  OTAN. En los últimos años hemos contemplado el auge de movimientos  populistas y nacionalistas en varios países de la OTAN, que desafían las normas  y valores democráticos. Esto ha provocado una polarización de la sociedad, con un aumento de la hostilidad hacia los grupos minoritarios, la difusión de desinformación y una pérdida de confianza en las instituciones democráticas. 

La desintegración de la democracia en los países que conforman la OTAN tiene dos consecuencias fundamentales. En primer lugar, debilita la unidad y cohesión de la alianza, lo que dificulta su capacidad para actuar de forma conjunta. Si los estados miembros están divididos internamente, resulta complicado alcanzar  acuerdos en materia de posiciones y estrategias comunes, lo que puede generar una falta de consenso y voluntad política que dificulte la respuesta efectiva de la OTAN ante los desafíos en materia de seguridad. En segundo lugar, esto pone en riesgo la credibilidad de la OTAN como defensora de los valores democráticos. Si  los países miembros no se adhieren plenamente a los principios democráticos, la organización tendrá más dificultades para promoverlos entre aquellos países que no son miembros. 

La fragmentación de la democracia en países que no pertenecen a la OTAN también constituye un motivo de preocupación para la Alianza. En los últimos años, hemos sido testigos del ascenso del autoritarismo en varias naciones con líderes que desafían las normas democráticas, limitan la libertad de prensa y reprimen a la sociedad civil, suponiendo una amenaza para la estabilidad regional y la seguridad de los países de la OTAN. Además, los regímenes autoritarios pueden influir en las políticas de los países miembros mediante  campañas de propaganda y desinformación, provocando divisiones y desconfianza dentro de la Alianza. Para afrontar el reto que plantea la fragmentación de la democracia, es útil tomar como ejemplo la situación del sistema democrático ucraniano, que ha experimentado un deterioro significativo en los últimos años. Esta erosión se  debe en gran parte a factores como la guerra en el este de Ucrania y la anexión de Crimea por parte de Rusia.

Ucrania ha enfrentado numerosos retos desde su independencia de la Unión  Soviética en 1991, siendo uno de los principales la fragmentación. Podemos destacar su polarización en dos grupos, principalmente los prodemocráticos y, por otra parte, los prorrusos. Asimismo, la polarización también se da a lo largo  de líneas étnicas y regionales, ya que la población del país está conformada por ucranianos étnicos, así como por minorías de rusos, tártaros de Crimea y otros  grupos. El problema de la fragmentación en Ucrania ha sido especialmente grave en el este, como la guerra en el este de Ucrania y la Revolución Naranja, ambas están relacionados. En las elecciones de 2004, el candidato prorruso Viktor Yanukovych fue declarado vencedor, pero se denunciaron irregularidades que provocaron protestas masivas en todo el país. Finalmente ganó Víktor Yúshchenko y el movimiento se conoció como la Revolución Naranja. A pesar de  su éxito, la ineficacia de las reformas y la corrupción siguieron siendo problemas que contribuyeron a la crisis política. Además, en 2014 surgieron varios  movimientos, como el Euromaidan y el separatista que desembocó en la anexión  de Crimea por Rusia, y desde entonces una de las mayores amenazas para  Ucrania es la interferencia de Rusia. Por esta razón, Ucrania firmó en 2014 el acuerdo de Asociación con la UE, fortaleciendo su relación y con la oportunidad de consolidar la democracia con apoyo internacional. 

En síntesis, la OTAN está preocupada por la erosión de la democracia dentro y  fuera de sus fronteras, ya que afecta a su unidad y credibilidad. El ascenso del autoritarismo y la fragmentación democrática generan divisiones y desconfianza. El ejemplo de Ucrania ilustra cómo la fragmentación democrática  socava la estabilidad y crea conflictos, por ejemplo, la guerra con Rusia. Por esto, llegar a la revitalización de la democracia requiere el apoyo de los países y de los ciudadanos, ya que la democracia es fundamental.