
La realidad centroamericana muestra un empeoramiento de la institucional y un creciente autoritarismo, ¿podrían llegar a convertirse los países de la región en dictaduras de corte populista?
En 1987, el acuerdo de paz suscrito en Guatemala y conocido como “Esquipulas I” estableció tres pilares para el futuro de Centroamérica: paz, democracia y desarrollo. En ese momento, se pensó que el Istmo había alcanzado un punto de inflexión para superar los conflictos políticos, las insurrecciones armadas y los gobiernos autoritarios de prácticamente todo el siglo XX. Al mismo tiempo se consideró que había comenzado una nueva era de desarrollo socioeconómico, que pondría fin a las profundas desigualdades y discriminaciones entre grupos étnicos. A ese acuerdo de paz le sucedieron una serie de cumbres presidenciales que adoptaron protocolos y declaraciones, creando un marco institucional para fortalecer y garantizar el Estado de derecho nacional y regional. Sin embargo, en los últimos 15 años se ha podido observar un desgaste del diálogo entre gobiernos (que se aceleró en 2018 por la represión en Nicaragua durante tres meses y más de 300 muertos) y un creciente nacionalismo, que aumentó con la pandemia de COVID. Esto evidenció un agotamiento del proyecto de los firmantes de Esquipulas y de la democracia en todos los países de la región.
Un retroceso evidente en la región
Por ello parece que los acuerdos de paz regionales y nacionales se agotaron, junto con el modelo de desarrollo social y económico que propusieron. En el caso de El Salvador se puso fin al bipartidismo de ARENA y el FMLN, que alternaron en el control del poder nacional y local. En 2019, llegó Nayib Bukele, que asumió el cargo como presidente con un estilo populista y propio de los millennials. El profesor Caldentey del Pozo alude a un “caudillismo millenial” con un proyecto poco ideológico y aprovechando el desencanto con los resultados de las administraciones precedentes. En Costa Rica, considerada la democracia más sólida de la región y de América Latina, también comenzó a debilitar su institucionalidad y se hace evidente que se agotó el modelo de la Segunda República, establecida en 1949, tras la Guerra Civil de 1948.
Guatemala retrocedió después de varios gobiernos electos en procesos libre, pluripartidistas y participativos; al mismo tiempo que comenzó a quebrarse la división de poderes. Honduras no logró completar la construcción de la condición de Estado y entró en crisis con el golpe de Estado contra el presidente Zelaya en 2009.
El caso de Nicaragua es diferente, porque fue precisamente quien lideró la lucha contra la dinastía de los Somoza en el siglo XX, quien instala un régimen autoritario que deriva en una dictadura. Un sistema que despoja de la nacionalidad a nicaragüenses por criticar a la pareja gobernante de Daniel Ortega y Rosario Murillo, expulsa sacerdotes y confisca las cuentas de la Iglesia Católica; pero que también elimina cientos de organizaciones civiles, incluida la Cruz ...
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