El primer ministro de Finanzas del Afganistán de la posguerra ha puesto ahora sus ojos en la reforma del país desde sus cimientos, achacando a su antiguo jefe, el presidente Hamid Karzai, la corrupción y el fracaso. Ghani, pastún amante de la poesía, habla con FP sobre el pasado y el presente de su atribulada patria. David Kenner

  • Recuerdo recorrer Afganistán con mi mujer en 1975, 1976 y 1977; la hospitalidad de los afganos era inmensa. Era una cultura islámica, pero practicaban una versión increíblemente tolerante del islam. Nada parecido a lo que existe en partes del país hoy.
  • Los nuevos ricos, como yo los llamo –los señores de la guerra que gobiernan Afganistán ahora–, son un fenómeno relativamente nuevo. Lograron el poder sobre todo gracias a la CIA. Y trajeron consigo una forma completamente distinta de gobernar el país, que ocultó muchas de las mejores cualidades de Afganistán.
  • Dean Acheson es una figura a la que admiro mucho, a pesar de que creo que a veces se lo olvida en EE UU. Fue esencial en la construcción del Plan Marshal, aunque George Marshall se ha llevado gran parte del mérito. El chino Deng Xiaoping es también muy importante. La gente habla de Mao Zedong, que puso en práctica los grandes saltos adelante, pero, cada vez que iniciaba uno, morían o se empobrecían decenas de millones de personas. Deng condujo a China por un camino totalmente diferente, con profundas consecuencias.
  • Los pastunes son fuertemente individualistas y muy orgullosos. Ninguno de ellos admitiría que otro pastún es su superior natural. Así que siempre hay competencia por el liderazgo, y en estas competiciones alguien tiene que ganar. Puede ser un hombre joven o uno de barba cana, pero lo importante es que, una vez que termina la competición, tanto los ganadores como los perdedores merecen respeto.

 

Ashraf Ghani es presidente del Institute for State Effectiveness.

 

Ilustración de HK PARA FP EDICIÓN ESPAÑOLA