Aunque le tengo un gran respeto a Minxin Pei y a su obra, no estoy de acuerdo con su artículo (‘Depende: El ascenso de Asia’, FP edición española, julio/agosto, 2009). Parece sugerir que el ascenso de Asia no llevará consigo ningún cambio significativo. Nada más lejos de la realidad. Asia demostrará que el dominio de Occidente en la historia mundial de los últimos doscientos años ha sido una aberración. Cuando China e India vuelvan a ocupar un primer plano, volveremos a la tendencia histórica en la que ambos países se convertirán en las dos máximas potencias económicas del mundo, como lo fueron durante 1.800 años. China e India se quedaron atrás por el bajo rendimiento de sus poblaciones, pero esa etapa forma parte del pasado.

Pei sugiere que el ascenso de Asia puede dar lugar a divisiones entre las potencias asiáticas. Es posible, pero resultaría sorprendente. Hasta ahora, el ascenso de Asia no ha significado un aumento de las tensiones entre las potencias asiáticas, sino que se han reducido considerablemente. En la actualidad, cabe destacar la existencia de una tranquilidad geopolítica en el este de Asia. El artículo de Pei no se preocupa en explicar este desarrollo notable. Una de las causas es que el calibre de los pensadores geopolíticos de Asia es actualmente superior que el de sus homólogos occidentales.

El aspecto más peligroso del artículo de Pei es que fomentará la auto-complacencia de los pensadores estadounidenses. Parece sugerir que Estados Unidos puede seguir con el piloto automático encendido y que siempre se mantendrá en la cumbre. Lo cual resultaría ser un plan de acción catastrófico. La buena noticia es que, como explico en mi libro The New Asian Hemisphere: The Irresistible Shift of Global Power to the East (‘El nuevo hemisferio asiático: el irresistible traspaso del poder mundial a Oriente’), la nueva sociedad asiática quiere replicar a Occidente, no dominarlo. Pero también esperan que Occidente, en especial Estados Unidos, comparta el poder y no lo monopolice. Toda sociedad debe adaptarse a los cambios mundiales. Y así debe hacerlo también Washington.
Para concluir, Pei tiene razón en que deberíamos “replantearnos” el ascenso de Asia, pero la única conclusión lógica es que todo cambiará.  

  • Kishore Mahbubani
    DecanoLee Kuan Yew School of Public Policy,
    Universidad Nacional de Singapur,
    Singapur

 

Minxin Pei destaca correctamente el hecho de que China, a pesar de su gran crecimiento, no se convertirá en un país dominante a corto plazo, en caso de que llegue a serlo algún día, ni en el ámbito mundial ni en el asiático, y que una variedad de factores negativos ralentizarán o incluso frenarán el ascenso de los países asiáticos en vías de desarrollo. Evidentemente, todos somos conscientes de que el poder y la influencia de Estados Unidos en Asia ha disminuido y que lo seguirá haciendo. Esta pérdida de poder se debe en parte al modelo económico pragmático de Asia del Este, que mezcla de forma flexible al Gobierno, los recursos privados y los incentivos. El rendimiento de Estados Unidos de los últimos veinte o treinta años, que ha sustraído un falso crecimiento cargado de deudas, se muestra inferior al de los países asiáticos, incluido Japón, con su llorada “década perdida”.

También parece indiscutible que el rápido crecimiento asiático fuera de India ha tenido lugar, bajo sistemas políticos autoritarios o burocráticos, como es el caso de Japón. No hay duda de que Corea del Sur, Japón y Taiwan comenzaron a tambalearse cuando sus sistemas políticos se transformaron en gobiernos menos autoritarios. Cabe destacar que en muchos países democráticos en vías de desarrollo existe una fatiga democrática, y que el ligero acercamiento autoritario de Singapur o incluso el modelo chino cada vez más pujante tienen su atractivo. No resulta sorprendente que Latinoamérica, donde el llamado Consenso de Washington ha producido un crecimiento escaso, sólo esté interesado en la forma de actuar de China e India.    

Puede que resulte un consuelo creer que el sistema político estadounidense se autocorregirá, pero existen los mismos motivos para creer que
Estados Unidos no se recuperará debido a que sus políticas son inextricables, ya que están dominadas por poderosos grupos de interés bien financiados. 
Por lo tanto, es correcto que exista cierta contradicción en cuanto al ascenso y el dominio inevitable de Asia, pero, por favor: no a esos niveles.

  • Clyde Prestowitz
    Presidente Instituto de Estrategia Económica,
    Washington DC

 

Minxin Pei responde:
Agradezco profundamente los comentarios de Kishore Mahbubani y Clyde Prestowitz, ambos escritores de best sellers sobre Asia. Pero Mahbubani malinterpreta mi argumento cuando dice que supongo que no se ha dado ningún cambio fundamental con el ascenso de Asia. Aunque soy contrario a la idea de que Asia se convertirá en un poder dominante, estoy de acuerdo con el hecho de que el ascenso de Asia es real y nos llevará a un mundo multipolar.


En cuanto a la tranquilidad geopolítica a la que se refiere Mahbubani, cabe decir que las apariencias engañan. Si los países asiáticos estuvieran realmente “tranquilos”, ¿por qué la región está experimentando el mayor crecimiento mundial de gastos en el ejército? ¿Por qué los indios ven a China con desconfianza y miedo? ¿Por qué la animadversión chino-japonesa se mantiene tan consolidada como siempre? La calma que se respira en la actualidad puede ser la que llega antes de la tempestad. 

Prestowitz tiene razón al decir que algunos países del Este de Asia experimentaron su mayor crecimiento bajo un poder autoritario. Pero se olvida del hecho de que otras autocracias asiáticas –como Birmania o Corea del Norte– han experimentado un bajo crecimiento. Resulta tentador recomendar un poco de autoritarismo para fomentar el desarrollo, pero no existe ninguna garantía de que no se convierta en algo grande, porque suele ocurrir.