Político de raza como sólo los franceses saben serlo, Hubert Védrine, ministro de Exteriores del último Gobierno socialista de Lionel Jospin (1997-2002), es uno de los históricos del PS que se dejaron tentar por el presidente Nicolas Sarkozy para quien realizó un informe de 63 páginas sobre Francia y la mundialización.
FP Edición Española le entrevistó en Madrid, donde habló sobre la globalización y sobre su último libro Continuer l’histoire (Ed. Fayard, 2007), invitado por la Fundación FRIDE.

 

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Cree que otra globalización no sólo es deseable, sino posible?
HUBERT VÉDRINE: No creo que pueda responderse de forma global a esta cuestión. No existe una mundialización (como decimos en Francia) que pueda reemplazarse por otra. Y, de todas formas, no hay un poder global. Ni siquiera las potencias occidentales, ni siquiera Estados Unidos (que yo califiqué como "hiperpotencia" hace años, lo que no es un término crítico, sino analítico) tienen potestad para decir: voy a cambiar la mundialización. Lo que sí creo es que, dentro de este fenómeno, que es un hecho, una realidad, y no una opción más, debe ser posible actuar sobre ciertos mecanismos. Que sea incontestable no quiere decir que no vaya a ser modificado de forma permanente por sucesivos fenómenos: el auge de China, el regreso de Rusia, la política estadounidense. Por ejemplo que Estados Unidos sea más o menos proteccionista cambia las cosas; que China adopte una actitud más o menos cooperativa cambia las cosas; que los europeos se pongan o no de acuerdo en la manera de situarse ante la mundialización cambia las cosas. Así que mi opinión es que no puede cambiarse de forma global, pero la evolución del fenómeno dependerá de toda una serie de criterios: puede ser más o menos duro, más o menos salvaje, más o menos occidental. Es un asunto bastante abierto.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Sarkozy se ha presentado, en ciertos aspectos, como un resistente a la globalización. ¿Cree que es capaz de llevar a cabo las reformas que Francia necesita, como usted mismo apunta en su libro?
HV: No se presenta en realidad como un resistente…

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Pero es heredero de la tradición gaullista, se ha mostrado partidario de un Estado fuerte o, al menos, así le ve cierta prensa anglosajona que le consideraba un liberal y que ha mostrado su decepción.
HV: Esa no es una forma de resistencia a la mundialización. No es un bloque homogéneo, hay muchas maneras de reaccionar ante el fenómeno. Pueden combinarse distintas actitudes.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Así que es posible aunar proteccionismo y globalización?
HV: ¿Qué hace Estados Unidos, por ejemplo? ¿Qué hace Washington cuando el presidente Bush dice que Dubai no puede comprar seis puertos norteamericanos? ¿Qué hace la Casa Blanca con el mercado de la defensa? Hay un enorme presupuesto militar que se administra por criterios nacionales. No digo que sean globalmente proteccionistas porque nadie puede serlo por completo. Pero tampoco al contrario. Incluso aquellos países que hablan todo el tiempo de apertura hacen combinaciones en la práctica: apertura, adaptación y protección. No hablo de proteccionismo como sistema general, sino en lo que concierne a ciertos sectores estratégicos de interés nacional. La canciller alemana, Angela Merkel, propuso hace poco que Europa se dotase de un sistema de salvaguarda contra los llamados fondos soberanos [aquellos que se encargan de hacer productivas las reservas en divisas de algunos Estados] y pide que haya reglas de transparencia, de reciprocidad e incluso de protección en ciertos casos. ¿Es acaso proteccionista? No en general, combina apertura y cierto grado de protección. Ésa es, por cierto, la tesis de mi informe al presidente Sarkozy. Cada país debe encontrar la mezcla más adecuada.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Volviendo a la pregunta, ¿cree que Sarkozy es capaz de llevar a cabo las reformas?
HV: Depende de cuáles. Lo que sí es cierto es que la derecha francesa quiere reformas liberales y la opinión pública está de acuerdo, aunque no con todas ellas, mientras hay un porcentaje pequeño de votantes de izquierda (quizá un 10%) que también aceptan ciertos cambios. Sarkozy ya ha ganado la primera batalla con la reforma de los regímenes especiales de pensiones y jubilación, un asunto en el fracasaron Chirac y Juppé en 1995. Sarkozy, sin embargo, ha triunfado porque los franceses estaban de acuerdo en este tema concreto y encontraban que era justo e igualitario que todo el mundo tuviera el mismo sistema. Esto espoleará a Sarkozy a ir más allá y… de hecho, a suprimir las 35 horas, a flexibilizar la legislación laboral. Quiere hacer muchas cosas ahora. En algunos casos, encontrará resistencia, en otros no. En Francia hay en este momento una cierta movilidad, una cierta disponibilidad.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Es, entonces, el hombre providencial que salvará a Francia…
HV: Puede serlo en ciertos aspectos. En este momento, tiene la posibilidad de jugar el papel de reformista. Pero el cambio es difícil en Francia. No sé si va a funcionar y hasta dónde…

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Es la cacareada decadencia de Francia producto del spin neocon?
HV: Depende de si lo dicen los franceses o los demás. Es un tema que ha creado una gran polémica y un enorme debate dentro del país. La tesis de la decadencia ha sido esgrimida por figuras muy liberales, muy proamericanas, una de las más conocidas es Nicolas Baverez, que sostienen que Francia ya no es lo que era porque no quiere adoptar el mismo sistema que Estados Unidos. Cuando se analiza lo que se dice en otros países, se comprueba que se trata de análisis de liberales ideológicos. Es por ejemplo la tesis de The Wall Street Journal, o de agencias de clasificación económica que se fijan sólo en la capacidad de un país para atraer inversión extranjera o en la fiscalidad de las empresas, pero la vida de una nación de 60 millones de habitantes no puede reducirse a cifras. Eso es una visión ultraliberal. Aunque todo esto es muy discutible: yo soy muy moderno, muy reformista, pero creo que merece la pena fijarse en quién hace estas argumentaciones, estas clasificaciones. Podría decirse lo mismo de Estados Unidos: ¿continuará o no siendo la hiperpotencia dentro de 20 o 50 años? Hay mucha manipulación, mucho spin, mucho ruido, pero debería ser posible realizar una evaluación seria. Al menos, en círculos académicos.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Tiene solución el problema de las banlieues?
HV: En todos los grandes países hay banlieues, concentraciones de población más o menos importantes, sobre todo a causa de la inmigración. No es un problema exclusivo de Francia, pero es cierto que es un asunto crucial, extremadamente serio en nuestro país donde hay una acumulación de hándicaps (económicos, sociales, culturales, geográficos). Es necesario abordar conjuntamente todas las vertientes, sobre todo la económica que es el empleo, y poner en marcha un plan que destruya los guetos. Es indispensable que estas poblaciones dejen de estar encerradas en lugares donde se encuentran con todos los inconvenientes al mismo tiempo. Después, hay que llevar a cabo un plan muy ambicioso, que no puede ser una pequeña iniciativa política de seis meses, sino un proyecto en el que haya un acuerdo entre la izquierda y la derecha porque si se cambia tras cada elección, esto no funciona. Pero si se miran los ejemplos de otros países, creo que es posible, que existe una solución.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Y la crisis del Partido Socialista francés?
HV: Sí. Unos 17 millones de franceses votaron por la candidata de la izquierda. Pero la izquierda francesa ya no tiene estrategia y, por tanto, no tiene ni programa ni táctica. Ha vivido más de treinta años de los réditos de la llamada "unión de la izquierda" concebida y llevada a cabo de forma brillante por François Mitterrand. Cuenta con numerosos cargos electos y responsables de calidad, pero ya no tiene un líder reconocido por todos. Esta estrategia la ha llevado a un 37% del voto en las legislativas y a menos del 50% en las presidenciales. Hay que elegir: o imitar a Oskar Lafontaine y limitarse a un papel contestatario y de guardián de los valores de izquierda, renunciando a volver al poder, o mejor, construir un partido eurocompatible comparable al SPD, a los laboristas, al PSOE. El futuro líder será el que o la que consiga hacer esa metamorfosis y esa clarificación. El resto irá fluyendo: alianzas (con la izquierda y con el centro cuando exista), programa y tácticas.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Dice en su libro que en la Unión Europea cuentan Londres, París y Berlín. ¿Y Madrid?
HV: Si pregunta a la gente que me conoce o lee mis testimonios, comprobará que siempre he trabajado de una forma muy estrecha con España y con todos sus representantes: Felipe González, José María Aznar, Josep Piqué, Ana Palacio… Era conocido precisamente por eso. Pero los grandes acuerdos en Europa o las grandes divergencias son siempre entre la concepción francesa y la británica, lo que no quiere decir que se olvide a los otros países. Pero es que entre Madrid y París no hay desacuerdos fundamentales.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: Por utilizar un término que usted acuñó, ¿es EE UU una hiperpotencia en alza o en decadencia?
HV: Creo que Estados Unidos seguirá siendo durante mucho tiempo aún la única hiperpotencia (la más grande que se haya visto jamás). Pero incluso una hiperpotencia puede ser vulnerable (11-S), descarriarse (Irak), actuar contra sus intereses (ausencia de Estado palestino) y ser contestada (Venezuela, Irán). Y sobre todo, deberá tener en cuenta el peso creciente de China e India que tienen su propia agenda, de Rusia, que no ha desaparecido, y de otros. Conservará el predominio, pero estará constreñida por un entorno multipolar caótico.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿Existe una política exterior de izquierdas?
HV: Hay varias políticas exteriores posibles de izquierdas y varias de derechas. En torno a las grandes cuestiones, la frontera pasa por el interior de unas y otras: ¿hasta dónde llega la integración europea? ¿hasta dónde tiene que llegar la ampliación? ¿qué relaciones debe tener Europa con Estados Unidos, Rusia …? Occidente, ¿tiene la legitimidad y los medios para imponer la democracia? ¿qué hueco hay para el realismo y para el idealismo? Dicho esto, el lenguaje internacional dominante (comunidad internacional, prevención de conflictos, desarrollo) es un lenguaje creado por la izquierda.