Tras varias intentonas fallidas con el Gobierno de Filipinas, ¿conseguirá esta región la paz tan ansiada?

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Miembros del Frente Moro de Liberación Islámica esperan la llegada del presidente de Filipinas, Benigno Aquino, durante su visita a Mindanao. RICHELE UMEL/AFP/Getty Images

El pasado mes de octubre el Gobierno de Filipinas y el Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), el mayor grupo guerrillero del país, firmaron un acuerdo marco con el que pretenden alcanzar la paz. El compromiso establece una hoja de ruta hasta 2016 para poner fin al conflicto que en 40 años ha dejado un balance de 150.000 muertos y dos millones de desplazados.

Como consecuencia de la colonización española, Filipinas es la única nación cristiana de Asia. Es cristiano el 90% (el 80% son católicos) de una población de más de 94 millones de habitantes. La cifra no incluye los 11 millones obligados a emigrar ante la pobreza y la falta de oportunidades.

Sin embargo, la administración colonial española nunca pudo controlar Mindanao al sur del archipiélago. El interior de esta isla ya era islámico cuando Magallanes llegó allí por primera vez en 1521 y Legazpi tomó posesión para Felipe II en 1565. Cuando España en 1898 tuvo que ceder Filipinas a EE UU, los jefes musulmanes de Mindanao sólo pudieron ser aplacados con el compromiso de Washington de concederles un régimen de autogobierno, pronto burlado por el presidente estadounidense, William McKinley. La propia independencia filipina de 1946, que incluía Mindanao, fue considerada una afrenta por los nacionalistas del sur, donde el sentimiento de ser otra cosa tiene raíces seculares: se autodefinen como moros (que incluye únicamente a los musulmanes de las tribus y no a los cristianos), denominación que recibieron de los españoles del siglo XVI.

Desde hace 40 años la guerrilla del FMLI lucha por la creación de un Estado independiente en las islas de Mindanao. Los musulmanes la consideran su tierra ancestral antes de la llegada de los católicos españoles. Aunque sólo una pequeña porción fue originalmente poblada por musulmanes.

El acuerdo marco firmado en el palacio presidencial de Malacañang de Manila busca acabar con la lucha armada. La ratificación fue firmada por el presidente filipino, Benigno Aquino, y por el líder del FMLI, Murad Ebrahim. El pacto es el resultado de 16 años de turbulentas negociaciones y de frustrados convenios para cesar el fuego. Pero el compromiso para abandonar el conflicto armado puede abrir las islas de Mindanao al Pacífico. El acuerdo preliminar tendrá importantes repercusiones económicas y geoestratégicas para el archipiélago y toda la cuenca oriental del Pacífico.

El punto fundamental es el establecimiento de una entidad política o jurisdicción para los musulmanes, llamada Bangsamoro (pueblo musulmán). Aunque los límites territoriales de la nueva región aún deben definirse. Bangsamoro sustituirá a la ya existente Región Autónoma del Mindanao Musulmán creada en 1996. En aquel año el Frente Moro de Liberación Nacional firmó una paz con Manila que creó una región autónoma en parte de Mindanao y en algunas islas del archipiélago de las Sulu. Pero con la corrupción y los cacicazgos aumentó la pobreza y surgieron bandas extremistas. Fue un fracaso administrativo sin paliativos declarado por el Gobierno como experimento fallido.

Las reyertas entre los clanes por las rivalidades políticas o por la propiedad de la tierra son comunes en las provincias de mayoría musulmana en la región meridional. Estas zonas de Mindanao tienen mala reputación a causa de las largas e intensas disputas que pueden terminar en tragedia. Así sucedió en la, hasta ahora, peor matanza ocurrida en 2009 cuando 58 personas, entre ellas 32 periodistas, fueron asesinadas en un ataque perpetrado por el clan Ampatuan –uno de los más poderosos de la provincia– contra la comitiva electoral de un político rival. Durante los actos conmemorativos del tercer aniversario de los asesinatos, la organización Human Rights Watch (HRW) instó al presidente Aquino a acabar con las decenas de Ejércitos privados que, como el de los Ampatuan, son contratados por los poderosos clanes familiares en todo el país.

El pasado mes de abril 13 personas resultaron muertas cuando en Mindanao un grupo armado no identificado disparó contra una caravana electoral. La elección presidencial será en 2016, pero antes millones de filipinos acudirán a las urnas el 13 de mayo de 2013 para elegir a los diputados nacionales y provinciales y a las autoridades municipales en todo el país. Mientras tanto, para prevenir una posible escalada de violencia entre las familias, los efectivos militares han sido desplegados en la zona en coordinación con la policía local. Desde el inicio de la campaña para las elecciones legislativas y regionales, han muerto al menos 62 personas en unos 72 incidentes violentos según datos de la policía.

En Mindanao viven entre cuatro y nueve millones de musulmanes, que pasarán de ser una minoría en Filipinas a una mayoría en su nueva región. Los programas de colonización gubernamentales del siglo pasado redujeron a la comunidad islámica de Mindanao a un porcentaje de alrededor del 5% de la población, según el Gobierno. Aunque, algunos medios locales manejan cifras mucho mayores, del 20 al 40%.

Según Carlos Conde, funcionario de HRW en Filipinas, los musulmanes están sometidos a múltiples violaciones de los derechos humanos desde el inicio de la guerra. Torturas, secuestros o arrestos ilegales a manos de los soldados. Abusos como el desplazamiento forzado de comunidades enteras, bombardeos indiscriminados y discriminación religiosa.

Aunque diferente al problema musulmán la isla también se ve sacudida por insurrecciones de rebeldes comunistas. Una de las insurgencias más veteranas de Asia. En parte de Mindanao actúa el brazo armado del partido comunista, el Nuevo Ejército del Pueblo, que cuenta con unos 6.000 combatientes. Lleva 44 años de lucha armada en un conflicto que ha causado cerca de 30.000 muertos. El Gobierno ha suspendido el diálogo y buscará nuevas fórmulas para alcanzar la paz después de que las negociaciones iniciadas, hace más de dos años, encallaran ante la negativa de la guerrilla a declarar un alto el fuego.

La ley fundamental para el territorio deberá ser votada por el Parlamento antes de 2015 y luego ratificada mediante un referéndum local. Según el acuerdo alcanzado, Manila cederá buena parte de sus competencias administrativas a los nuevos responsables políticos de la región. La autoridad central mantendrá bajo su control los asuntos de defensa, seguridad y las políticas exterior y monetaria. Los nuevos dirigentes autonómicos tendrán la capacidad de administrar sus ingresos fiscales y la posibilidad de crear nuevas tasas y gestionar parte de la riqueza de la región.

Pese a su atraso, Mindanao se considera una de las áreas más fértiles de Filipinas. Se cosecha goma, piña, cacao, plátano, maíz y coco. Produce la mitad de los alimentos que consume el país, hecho que atrae a los inversores agrícolas del mundo islámico. Manila también quiere conseguir acercar los capitales por mil millones de dólares hasta 2016. Además, tiene enormes reservas minerales de níquel, cobre y oro. Las aguas costeras albergan depósitos sin explotar de más de 65 millones de barriles de crudo y 225.000 millones de pies cúbicos de gas. Los expertos estiman la riqueza mineral de la zona en más de 300.000 millones de dólares.

A cambio de esta cesión de poder administrativo, el FMLI renunciará a sus reivindicaciones independentistas. La desmovilización y desarme de sus 12.000 miembros se harán de forma progresiva. La sharia (ley islámica) solo se aplicará en el ámbito civil, no en el penal. La ley básica o la Constitución regional deberá ser votada por el Parlamento antes de 2015 y refrendada mediante referéndum por la población local antes de 2016. Está previsto crear una comisión que elabore la nueva legislación. El objetivo es lograr la paz definitiva en 2016.

¿Existen posibilidades reales de éxito en esta ocasión? El acuerdo no garantiza por sí mismo el fin del conflicto ya que no incluye a todas las partes en el proceso. Así ha ocurrido con los Guerreros Islámicos de la Libertad de Bangsamoro, una facción que se separó recientemente del FMLI. Al no participar en las negociaciones, podrían sabotear el proceso de paz.

Por otro lado, continúan existiendo grupúsculos insurgentes como Abu Sayyaf que buscan la creación de un califato islámico. Fundada en 1991 por antiguos combatientes de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética, Abu Sayyaf es la franquicia local de la Yemaa Islamiya, el brazo de Al Qaeda en el Sureste Asiático. Considerado un grupo terrorista por los Gobiernos de Filipinas y EE UU, se le atribuyen algunos de los ataques más sangrientos de los últimos años y múltiples secuestros de locales y extranjeros. Abu Sayyaf, es una escisión del Frente Moro de Liberación Nacional, al igual que el FMLI.

Una dificultad añadida es que parece abrirse una lucha por el poder en la nueva entidad territorial –la región más pobre de Filipinas. En ella se necesita generar rápidamente un funcionariado eficaz que proporcione los servicios públicos y construya infraestructuras. Existe, al igual, una preocupación sobre el grado de protección con que contará la libertad religiosa. Esa garantía deberá quedar recogida en el Acta Orgánica de Bangsamoro al igual que lo está en la Constitución filipina. No hay que olvidar que en el territorio en cuestión vive, junto a la población musulmana, una importante proporción de cristianos.

Además, el proceso de paz puede sufrir retrocesos si no trae dividendos rápidamente. Si los objetivos no se cumplen, los Guerreros Islámicos de la Libertad de Bangsamoro, pueden salir fortalecidos. La historia podría repetirse pues ya el FMLI se escindió del Frente Moro de Liberación Nacional, que firmó el acuerdo de paz de 1996, al estar convencido de que ese pacto no iba a funcionar. El FMLI no aceptaba una solución que no fuera un Estado propio. El paso de los años ha atenuado sus reivindicaciones. Tras varias intentonas frustradas el preacuerdo actual podría sentar las bases para que llegue la paz a una de las regiones más castigadas de Filipinas.

 

 

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