Una emoción que mucha gente en toda Europa hemos compartido al unísono hace muy poco, y que me ha hecho entender lo que es sentirse parte del proyecto europeo.

La emoción a la que me refiero fue la desolación, la tristeza y la pena que sentí cuando vi en las noticias la imagen de Notre-Dame en llamas, creo que esa emoción fue fruto de un vínculo real de pertenecer a una familia común: Europa.