Hace 57 años, los chinos cambiaron sus valores tradicionales
por los maoístas. Ahora dicen adiós a esta ideología,
barrida
por los antivalores de un capitalismo salvaje, sin tener otra
guía. Sufren una anomia moral que Pekín quiere curar con una
desconcertante
mezcla de Confucio, Marx y exaltación del éxito económico.
![]() |
Mao Zedong acabó con los usos, costumbres y leyes ancestrales del antiguo
Imperio Celeste. Al eliminar las arcaicas instituciones asociadas a la vida
agraria (patriarcado, servidumbre y estratificación social), alcanzó su
objetivo de crear una sociedad nueva. Al mismo tiempo, introdujo conceptos
modernos de justicia social que fueron rápidamente asimilados, es decir,
deshizo un sistema de valores tradicionales y lo reemplazó por otro:
el socialismo igualitario. No obstante, al llevar este modelo al extremo (sobre
todo durante la Revolución Cultural), el líder de la República
Popular sentó las bases de su destrucción.
Su fervor revolucionario llevó al país entero al borde del precipicio,
el todopoderoso Partido Comunista Chino (PCCh) quedó hecho añicos
y sus dirigentes fueron eliminados. Para salvarse, Pekín decidió abandonar
el maoísmo. De sus cenizas surgió el pragmatismo del diminuto
Deng Xiaoping, que abogó por una liberalización paulatina de
la economía y por despejar un poco el camino a nuevas ideas de naturaleza
política y social. Sin embargo, la apertura fue efímera: tras
la tragedia de Tiananmen se exhortó al ciudadano a evitar cuestiones
sociales o políticas y concentrarse en "hacerse rico". Es
entonces, en los 90, cuando se soltaron finalmente las amarras normativas e
ideológicas que sostenían la sociedad. Los mecanismos de control
social se relajaron y se abrió la puerta a la empresa privada. Lo que
quedaba del sistema de valores socialista dejó de funcionar, creando
un gran vacío.
![]() | ||||||
![]() | ![]() | ![]() | En sus 57 años de existencia, el fervor iconoclasta de la China comunista se ha llevado por delante dos sistemas de valores colectivos: el tradicional y el maoísta, pero no los ha reemplazado por nada | ![]() | ![]() | ![]() |
![]() |
De esta manera, en sus 57 años de existencia, el fervor iconoclasta
de la China comunista se ha llevado por delante un sistema de valores colectivos,
o en realidad dos: el tradicional y el maoísta. Pero no han sido reemplazados
por nada. El vacío resultante ha causado un fenómeno de anomia
en la sociedad, que carece de una brújula de principios cívicos,
políticos, laicos o religiosos que les ayude a mantener el rumbo a través
de la tumultuosa transformación social y económica que está viviendo.
La falta de respeto por las normas de tráfico o la ausencia de actitudes
cívicas basadas en valores comunes son ejemplos fácilmente perceptibles
en cualquier ciudad, pero el problema es de fondo. ¿Qué consecuencias
tiene la pérdida de valores normativos en el tejido social, político
y económico? ¿Qué significado tiene para el ciudadano?
...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF