Es uno de los mayores expertos mundiales en el islam y en Oriente Medio. Bernard Lewis comparte sus pensamientos acerca de Irak, el islamofascismo, las raíces del terrorismo y las dos mayores ideas equivocadas sobre la fe musulmana.

 

Foreign Policy: ¿Cuál considera que es la idea más equivocada sobre el islam?

Bernard Lewis: Bueno, hay dos. A veces predomina una y a veces la otra; según cuándo y dónde. Yo las llamaría la negativa y la positiva. La primera ve a los musulmanes como bárbaros sedientos de sangre que dan a elegir entre el Corán o la espada, y que normalmente llevan la tiranía y la opresión allí donde van. Y la otra es justo lo contrario, podríamos llamarla la versión aséptica, que presenta al islam como una religión de amor y paz, como los cuáqueros pero sin su agresividad. La verdad, como siempre, está a medio camino entre ambos extremos.

Léa el artículo Un Oriente Medio sin islam, de Graham Fuller.

FP: ¿Cree en la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Huntington? ¿El mundo islámico y Occidente están destinados a colisionar?

BL: Bueno, no me meto en el destino. Soy historiador y me ocupo del pasado. Pero, desde luego, creo que hay algo de verdad en el choque de civilizaciones. Lo que llevó al islam y a la cristiandad a enfrentarse no fueron tanto sus diferencias como sus similitudes. En el mundo hay muchas religiones, pero casi todas son regionales, locales, étnicas o como uno quiera denominarlas. Sólo el cristianismo y el islam reclaman para sí la verdad universal. Los cristianos y los musulmanes son los únicos que afirman ser los afortunados destinatarios del mensaje definitivo de Dios a la humanidad, que tienen el deber, no de guardarlo egoístamente para sí mismos –como los judíos, los hindúes o los budistas– sino de propagarlo al resto del mundo, derribando cualquier obstáculo que encuentren en el camino.

Así que tenemos dos religiones con una percepción similar de sí mismas, una historia parecida, viviendo una al lado de la otra; el conflicto parece inevitable.

FP: En el capítulo sobre el islamismo radical, escribe que la mayoría de los musulmanes no son fundamentalistas y que la mayoría de los fundamentalistas no son terroristas. Pero eso no resulta tan evidente para todo el mundo, ¿puede explicarlo un poco más?

BL: Evidentemente, oímos hablar de los actos terroristas. Nadie escribe nunca un titular que diga “un millón de personas se dedicaron a sus cosas pacíficamente y no hicieron nada”. El terrorismo tiene mucho de noticia del momento, de amenaza del momento. Es real y no deseo restarle importancia ni minimizar su gravedad de ningún modo. Sin embargo, presuponer que eso es todo en lo que consiste el islam es una enorme equivocación, porque el terrorismo proviene sólo de una rama de esta religión, e incluso esta vertiente no está comprometida enteramente con el terrorismo. Pero para crear un movimiento terrorista no se necesita gran apoyo popular.

FP: Me di cuenta de que usa el término islamofascismo en las conclusiones de su libro. Se trata de un concepto muy polémico. ¿Qué piensa usted? ¿Es dañino o útil?

BL: Bueno, no lo uso; lo discuto. Creo que hay que afrontar el hecho de que este término se utiliza. A mí no me gusta, porque resulta insultante para los musulmanes. Para ellos es una ofensa que se relacione el nombre de su religión con la más detestable de todas las ideologías europeas. Es útil en tanto permite diferenciar el auténtico islam del islamofascismo, pero a mí la conexión no deja de parecerme insultante, así que prefiero usar el término “islamismo radical”.

FP: Muchos analistas, y esto es algo que se oye en boca de los líderes políticos del mundo musulmán, dicen que el islam no tiene nada que ver con el terrorismo, que son asuntos totalmente diferentes. ¿Comparte esta opinión? Mucha gente dice que el terrorismo es causado, en gran parte, por la ocupación o por reacciones frente a las políticas de EE UU, no por esta religión.

BL: Bueno, no comparto esa opinión desde el momento en que los propios terroristas afirman actuar en nombre del islam. Hace poco, un líder musulmán dijo que es un error hablar de terrorismo islámico, ya que alguien que comete un acto terrorista no es un musulmán. Eso está muy bien, pero también podría interpretarse en el sentido de que si quien comete el acto es un musulmán, entonces no es terrorismo.

Cuando gran parte del mundo islámico estaba bajo dominio extranjero, podía decirse que el terrorismo era consecuencia del imperialismo y la ocupación. Pero en la actualidad, casi la totalidad del mundo musulmán ha conseguido la independencia. No pueden seguir echando la culpa a otros de lo que va mal. Tienen que afrontar la realidad de sus propias vidas donde viven. Quedan unos pocos lugares en disputa, como Chechenia o Israel, pero son relativamente pequeños si hablamos del mundo islámico en su conjunto.

FP: Irak, que era gobernado por un suní, ahora lo está por chiíes. ¿Qué significa esto en el contexto de la historia del islam?

BL: Creo que tiene mucha relevancia. Pero lo importante no es que gobiernen los chiíes, sino que lo haga un Ejecutivo elegido democráticamente y que tiene enfrente a una oposición libre. Esto demuestra lo que tantas veces se cuestiona, que sea posible que se desarrollen instituciones democráticas en un país árabe musulmán. Muchos dicen: “No, es imposible. No puede funcionar. No son capaces”. Bueno, es difícil, pero no imposible, y creo que Irak es la prueba de ello. Me parece muy alentador lo que ocurre allí. Evidentemente, la reacción en cadena a partir de Irak tiene alarmados a los dictadores que gobiernan en los países [de la región]. Si funciona allí, podría funcionar en cualquier otro lugar, y esto es muy inquietante [para los dictadores].

FP: Ha pasado mucho tiempo estudiando el Imperio Otomano, la historia del islam y de la región. ¿El futuro de esta religión tiene implicaciones personales profundas para usted? ¿A dónde cree que se encamina el mundo musulmán en la próxima década?

BL: No soy religioso. Pero observo cosas buenas y alentadoras. Durante los últimos catorce siglos, el islam ha llenado de dignidad y significado millones de vidas grises y empobrecidas. Ha creado una gran civilización que ha atravesado por diversas fases en diferentes países. Ahora está inmerso en una gran crisis, y puede evolucionar en cualquier dirección. Podría degenerar en una tiranía fanática, lo cual sería devastador para los musulmanes y una amenaza para el resto del mundo. O puede conseguir desarrollar su propia clase de democracia. Cuando hablamos de la posibilidad de que exista democracia en el mundo islámico, no tiene por qué ser del mismo tipo que la nuestra. Ésta es resultado de nuestra historia e instituciones. No es un modelo universal. Ellos pueden, y creo que así lo harán, desarrollar su propia variante y entiendo como tal un gobierno limitado, civilizado y responsable. Ya hay signos de ello.

Bernard Lewis es profesor emérito de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y autor de decenas de libros, el más reciente de ellos Islam: The Religion and the People (Wharton School Publishing, Upper Saddle River, Nueva Jersey, EE UU, 2008), del que es coautora Buntzie Ellis Churchill.

 

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