Les Sindbads marocains:
Voyage dans le Maroc civique
(Los Simbads marroquíes: viaje
a través del Marruecos cívico)

Fátima Mernissi
186 págs., Marsam,
Rabat, 2004 (en francés)


La socióloga y escritora marroquí Fátima Mernissi se
ha hecho famosa por sus libros sobre la condición femenina en el mundo árabe
y por sus actividades en defensa de los derechos de la mujer. Tenaz y solitaria
en sus esfuerzos intelectuales y apasionada por el potencial no explotado de
las musulmanas, ha publicado varias obras sorprendentes y eruditas, entre las
que destacan El harén político: el profeta y las mujeres (Ediciones
del Oriente y del Mediterráneo, 2001) y El harén en Occidente (Espasa Calpe, 2001). Mernissi tiene una concepción particular de la
belleza de las mujeres y de lo que padecen por vivir dentro de una jerarquía
impuesta por los hombres, donde las relaciones íntimas se transforman
en luchas de poder que al final acaban con las aspiraciones femeninas.

En su último trabajo, Les Sindbads marocains:
Voyage dans le Maroc civique
, Mernissi invita a sus lectores a tomar una dirección diferente,
a emprender un viaje singular por su tierra natal. La autora defiende que no
hay que conformarse con aceptar simplemente la imagen convencional de regiones
que creen conocerse bien, por la amplia información que se recibe a
través de los medios de comunicación (que suele estar relacionada
con la cuestión del terrorismo) o por las fugaces visitas a los destinos
que se moldean ex profeso para atraer a los turistas occidentales. Al contrario,
la autora nos anima a embarcarnos en la búsqueda de uno mismo, con la
mente constantemente abierta al otro, al desconocido.

Donde mejor quedaron reflejadas sus motivaciones fue en una entrevista en
un periódico marroquí, en la que comentó con ironía
el carácter de la relación entre su país de origen y Occidente: "Los
europeos, ahora más que nunca, sobre todo después del 11-S, tienen
mucho miedo de que los árabes les ataquen, y yo les digo lo siguiente: ¡Todos
tenemos miedo! Los árabes también están asustados. Por
eso, trabajemos juntos para poner en marcha un proyecto de investigación
conjunto sobre el terror".

A pesar de ese peculiar pesimismo, el sentimiento que prima en el último
trabajo de Mernissi es el amor, su profundo amor por Marruecos. Su libro consigue
ser, al mismo tiempo, una extraordinaria guía de viaje y un inteligentísimo
estudio sociológico de los marroquíes, sean éstos intelectuales
o campesinos, gente de campo o de ciudad, estridentes activistas que luchan
por los derechos humanos o artistas innovadores. El lector se ve transportado
a los suburbios de Casablanca y Tánger, a las montañas del Rif
y a la medina de Rabat. A su manera, Mernissi exalta a los olvidados de la
modernidad, a los excluidos de la sociedad, a los parias que viven marginados
y que, algunas veces, son capaces de apropiarse de esa modernidad para beneficiarse
de ella.

Así ofrece una respuesta a otro famoso turista, el intelectual británico
antifascista George Orwell, que, cuando viajó a Marraquech en 1939,
reconoció que no entendía a "los árabes de Marruecos".
La réplica de Mernissi es que lo que realmente impedía el contacto
no eran las barreras lingüísticas, sino la precariedad de las infraestructuras
tecnológicas de su época. Hoy, cientos de miles de marroquíes
están conectados entre sí y con el resto del mundo gracias a
los teléfonos móviles, la televisión por satélite
e Internet. En las regiones del sur de Marruecos, la autora ha descubierto
una proliferación de cibercafés, donde algunos jóvenes,
incluso los muy pobres, ya han creado sus propias páginas web.

Pequeños placeres: un momento de descanso en el valle de Ait Bougmez, en el Atlas marroquí, habitado por pastores y agricultores.
Pequeños placeres: un
momento de descanso en el valle de Ait Bougmez, en el Atlas marroquí,
habitado por pastores y agricultores.

Mernissi hace referencia a un pueblo humilde que nunca ha atraído la
atención de los medios de comunicación, "personas pacíficas
que para sentirse seguras sólo sueñan con cosas banales, como
comunicarse con otros, ganar un poco de dinero y compartir por las noches los
pequeños placeres con aquellos a quienes aman". Describe la metamorfosis
de los jóvenes aislados de las altas montañas del Atlas de Marruecos
y de las regiones desérticas, que se convierten en simbads, equivalentes,
en la era de la información, del célebre marino árabe
que partió en un barco de la ciudad iraquí de Basora para vivir
siete aventuras.

Puede descubrirse una completa visión del mundo en las trayectorias,
a veces amargas y tormentosas, a veces eufóricas, de esta joven generación.
Al explicar esa cosmovisión, Mernissi desvela los pilares políticos
y económicos de la sociedad marroquí. Encontramos protectores
de la naturaleza y personas que crean las condiciones para una comunicación
sin trabas, inimaginable hasta ahora; descubrimos líderes de asociaciones
rurales y personas que se dedican a perpetuar la herencia del alfabeto bereber.
La autora narra cómo el objetivo de algunos jóvenes hoy es proteger
a las gacelas y a las especies de pájaros en peligro de extinción,
y detener la degradación de los lugares prehistóricos.

Leer todas estas páginas y admirar las maravillosas ilustraciones y
la caligrafía árabe supone verse inmediatamente inmerso en la
calidez y profundidad de una cultura que nunca está satisfecha consigo
misma, nunca indulgente, y que contempla con fascinación la supervivencia
de mitos antiguos como el de las columnas de Hércules en el estrecho
de Gibraltar. Sin embargo, al leer a Mernissi, uno se enfrenta a un análisis
inusitadamente fino de una sociedad en rápida evolución, que
demuestra cómo Marruecos, un país sin reservas de petróleo,
ha confiado en que la combinación de la iniciativa civil y la liberalización
de las telecomunicaciones hará posible su progreso.

Por eso -en contra de la idea generalizada de que a todos los marroquíes
les invade el apasionado deseo de huir hacia el Norte, hacia Europa-,
el único sueño de los jóvenes de Marruecos no es el de
emigrar. Mernissi subraya este punto cuando narra la conmovedora demostración
de patriotismo del año pasado, cuando millones de jóvenes marroquíes
desfilaron por las calles, ondeando la bandera nacional, para celebrar la excelente
actuación del equipo de fútbol de su país en la Copa Africana
de Naciones. "Aquella manifestación multitudinaria ha sido interpretada
como un grito desesperado de los jóvenes para que los adultos tengan
confianza en ellos", escribe la autora.

Quedaos en vuestra tierra natal y transformadla abriéndola al resto
del mundo: ése es el mensaje que Fátima Mernissi pretende transmitir
en última instancia a sus lectores. Ninguno de ellos podrá olvidar
fácilmente el itinerario recorrido de la mano de esta socióloga,
cautivados por montañas inaccesibles, por artistas que fabrican alfombras
maravillosas y por calígrafos en busca de una abstracción mágica.

Buscando el alma en Marruecos. Benjamin Stora


Les Sindbads marocains:
Voyage dans le Maroc civique
(Los Simbads marroquíes: viaje
a través del Marruecos cívico)

Fátima Mernissi
186 págs., Marsam,
Rabat, 2004 (en francés)


La socióloga y escritora marroquí Fátima Mernissi se
ha hecho famosa por sus libros sobre la condición femenina en el mundo árabe
y por sus actividades en defensa de los derechos de la mujer. Tenaz y solitaria
en sus esfuerzos intelectuales y apasionada por el potencial no explotado de
las musulmanas, ha publicado varias obras sorprendentes y eruditas, entre las
que destacan El harén político: el profeta y las mujeres (Ediciones
del Oriente y del Mediterráneo, 2001) y El harén en Occidente (Espasa Calpe, 2001). Mernissi tiene una concepción particular de la
belleza de las mujeres y de lo que padecen por vivir dentro de una jerarquía
impuesta por los hombres, donde las relaciones íntimas se transforman
en luchas de poder que al final acaban con las aspiraciones femeninas.

En su último trabajo, Les Sindbads marocains:
Voyage dans le Maroc civique
, Mernissi invita a sus lectores a tomar una dirección diferente,
a emprender un viaje singular por su tierra natal. La autora defiende que no
hay que conformarse con aceptar simplemente la imagen convencional de regiones
que creen conocerse bien, por la amplia información que se recibe a
través de los medios de comunicación (que suele estar relacionada
con la cuestión del terrorismo) o por las fugaces visitas a los destinos
que se moldean ex profeso para atraer a los turistas occidentales. Al contrario,
la autora nos anima a embarcarnos en la búsqueda de uno mismo, con la
mente constantemente abierta al otro, al desconocido.

Donde mejor quedaron reflejadas sus motivaciones fue en una entrevista en
un periódico marroquí, en la que comentó con ironía
el carácter de la relación entre su país de origen y Occidente: "Los
europeos, ahora más que nunca, sobre todo después del 11-S, tienen
mucho miedo de que los árabes les ataquen, y yo les digo lo siguiente: ¡Todos
tenemos miedo! Los árabes también están asustados. Por
eso, trabajemos juntos para poner en marcha un proyecto de investigación
conjunto sobre el terror".

A pesar de ese peculiar pesimismo, el sentimiento que prima en el último
trabajo de Mernissi es el amor, su profundo amor por Marruecos. Su libro consigue
ser, al mismo tiempo, una extraordinaria guía de viaje y un inteligentísimo
estudio sociológico de los marroquíes, sean éstos intelectuales
o campesinos, gente de campo o de ciudad, estridentes activistas que luchan
por los derechos humanos o artistas innovadores. El lector se ve transportado
a los suburbios de Casablanca y Tánger, a las montañas del Rif
y a la medina de Rabat. A su manera, Mernissi exalta a los olvidados de la
modernidad, a los excluidos de la sociedad, a los parias que viven marginados
y que, algunas veces, son capaces de apropiarse de esa modernidad para beneficiarse
de ella.

Así ofrece una respuesta a otro famoso turista, el intelectual británico
antifascista George Orwell, que, cuando viajó a Marraquech en 1939,
reconoció que no entendía a "los árabes de Marruecos".
La réplica de Mernissi es que lo que realmente impedía el contacto
no eran las barreras lingüísticas, sino la precariedad de las infraestructuras
tecnológicas de su época. Hoy, cientos de miles de marroquíes
están conectados entre sí y con el resto del mundo gracias a
los teléfonos móviles, la televisión por satélite
e Internet. En las regiones del sur de Marruecos, la autora ha descubierto
una proliferación de cibercafés, donde algunos jóvenes,
incluso los muy pobres, ya han creado sus propias páginas web.

Pequeños placeres: un momento de descanso en el valle de Ait Bougmez, en el Atlas marroquí, habitado por pastores y agricultores.
Pequeños placeres: un
momento de descanso en el valle de Ait Bougmez, en el Atlas marroquí,
habitado por pastores y agricultores.

Mernissi hace referencia a un pueblo humilde que nunca ha atraído la
atención de los medios de comunicación, "personas pacíficas
que para sentirse seguras sólo sueñan con cosas banales, como
comunicarse con otros, ganar un poco de dinero y compartir por las noches los
pequeños placeres con aquellos a quienes aman". Describe la metamorfosis
de los jóvenes aislados de las altas montañas del Atlas de Marruecos
y de las regiones desérticas, que se convierten en simbads, equivalentes,
en la era de la información, del célebre marino árabe
que partió en un barco de la ciudad iraquí de Basora para vivir
siete aventuras.

Puede descubrirse una completa visión del mundo en las trayectorias,
a veces amargas y tormentosas, a veces eufóricas, de esta joven generación.
Al explicar esa cosmovisión, Mernissi desvela los pilares políticos
y económicos de la sociedad marroquí. Encontramos protectores
de la naturaleza y personas que crean las condiciones para una comunicación
sin trabas, inimaginable hasta ahora; descubrimos líderes de asociaciones
rurales y personas que se dedican a perpetuar la herencia del alfabeto bereber.
La autora narra cómo el objetivo de algunos jóvenes hoy es proteger
a las gacelas y a las especies de pájaros en peligro de extinción,
y detener la degradación de los lugares prehistóricos.

Leer todas estas páginas y admirar las maravillosas ilustraciones y
la caligrafía árabe supone verse inmediatamente inmerso en la
calidez y profundidad de una cultura que nunca está satisfecha consigo
misma, nunca indulgente, y que contempla con fascinación la supervivencia
de mitos antiguos como el de las columnas de Hércules en el estrecho
de Gibraltar. Sin embargo, al leer a Mernissi, uno se enfrenta a un análisis
inusitadamente fino de una sociedad en rápida evolución, que
demuestra cómo Marruecos, un país sin reservas de petróleo,
ha confiado en que la combinación de la iniciativa civil y la liberalización
de las telecomunicaciones hará posible su progreso.

Por eso -en contra de la idea generalizada de que a todos los marroquíes
les invade el apasionado deseo de huir hacia el Norte, hacia Europa-,
el único sueño de los jóvenes de Marruecos no es el de
emigrar. Mernissi subraya este punto cuando narra la conmovedora demostración
de patriotismo del año pasado, cuando millones de jóvenes marroquíes
desfilaron por las calles, ondeando la bandera nacional, para celebrar la excelente
actuación del equipo de fútbol de su país en la Copa Africana
de Naciones. "Aquella manifestación multitudinaria ha sido interpretada
como un grito desesperado de los jóvenes para que los adultos tengan
confianza en ellos", escribe la autora.

Quedaos en vuestra tierra natal y transformadla abriéndola al resto
del mundo: ése es el mensaje que Fátima Mernissi pretende transmitir
en última instancia a sus lectores. Ninguno de ellos podrá olvidar
fácilmente el itinerario recorrido de la mano de esta socióloga,
cautivados por montañas inaccesibles, por artistas que fabrican alfombras
maravillosas y por calígrafos en busca de una abstracción mágica.


Benjamin Stora, catedrático de Historia del Magreb en el Instituto Nacional
de Civilizaciones y Lenguas Orientales de París, es coeditor de
La
Guerre d’Algerie: 1954-2004, La fin de l’amnésie
(La
guerra de Argelia,
Robert Laffont, París, 2004).