Los turistas que visiten la Ciudad del Vaticano podrán respirar algo mejor dentro de poco. La Santa Sede, entre otras localidades de más de otros seis países, está metida en una carrera por convertirse en la primera ciudad neutra en emisiones de CO2. Espoleada por las preocupaciones ambientales y por la novedad de ser el escenario más ecológico del mundo, ciudades de todo el planeta están diseñando planes para neutralizar su huella de dióxido de carbono. Newcastle (Inglaterra), está fomentando el empleo de energía solar y de las mareas al tiempo que planta nuevos bosques alrededor de la ciudad para absorber las emisiones. Wellington, en Nueva Zelanda, está modernizando sus transportes públicos, mientras Woodstock (Nueva York, EE UU) ha instalado un sistema de calefacción solar en el tejado del Ayuntamiento. La compensación de las emisiones no sólo reducirá la contaminación; también recortará drásticamente la factura energética de las ciudades. La inversión inicial es costosa, pero “se rentabilizará rápido”, afirma Ann Rappaport, ingeniero especialista en medio ambiente del departamento de planificación urbanística de la Universidad de Tufts (EE UU).

 

La vida en verde: Dongtan, la nueva ecociudad china, usará energía solar para neutralizar las emisiones.

 

Dos de las urbes que compiten por el título se están construyendo desde cero. Dongtan, una ecociudad de miles de millones de dólares que está levantándose en el este de China, será una metrópoli autosuficiente que utilizará sólo energía solar y eólica. El emirato petrolero de Abu Dhabi está poniendo las primeras piedras de Masdar, una urbe de 6,5 kilómetros cuadrados donde los coches estarán prohibidos y cuyo transporte público será una red de taxis solares y sin conductor.

Los escépticos califican estas iniciativas de mera fachada verde. “Toda la idea de ser neutrales en emisiones es un montaje”, dice Kevin Smith, de Carbon Trade Watch (Observatorio del Comercio de Emisiones), del Transnational Institute, con sede en Amsterdam (Holanda). La compra de derechos para expulsar CO2 sólo traslada la presión a otros lugares. Y Rappaport cuestiona que exista la neutralidad en Occidente si siguen importándose productos de grandes contaminadores como China. Aunque es difícil afirmar que reducir la huella ecológica no es un pequeño paso en el buen camino.