El papel de la Iglesia en el proceso de apertura de la isla.

 









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El lunes 26 de marzo arribará a Santiago de Cuba Benedicto XVI. El Papa llegará a un país en transformación, no solo desde las reformas económicas impulsadas por el gobierno de Raúl Castro, sino también por los cambios sociales que la isla y sus diásporas han vivido en la última década. En 1998, Juan Pablo II conoció una Cuba donde la parálisis antimercado y la perpetuación ideológica de la guerra fría en ambas orillas del Estrecho de Florida propiciaron una acumulación creciente de problemas; Benedicto XVI llegará a una isla en transición donde, tanto desde el Estado como desde la sociedad civil, se hacen propuestas para enfrentar esa crisis, que dura ya más de 20 años. Un consenso nacional aboga por avanzar hacia estándares internacionales de derechos humanos y una economía mixta.

En este contexto la visita papal contribuye a la agenda del Gobierno cubano en tres niveles: consolida el diálogo institucional entre la Administración de Raúl Castro y la Iglesia Católica, creando incentivos para que esta última participe de forma ordenada en la renovación del sistema vigente; contribuye a crear un ambiente internacional favorable a los proyectos de apertura y reforma aun sin abandonar el régimen unipartidista, y refuerza la imagen de un país en transición frente a la cual se elevan los costos de la rígida posición estadounidense de aislamiento contra Cuba.

Un elemento central de la adaptación estratégica de la Iglesia Católica para la promoción de las libertades religiosas, dentro del sistema postrevolucionario, ha sido la recuperación de espacios sociales. Diferente a la oposición política radical que, a través de actos dramáticos (como las recientes ocupaciones de parroquias por el casi desconocido Partido Republicano de Cuba, apoyadas desde Washington por el cabildero cubano-americano de derechas Mauricio Claver-Carone para “aguarle la fiesta al Cardenal Ortega”), reclama la aceptación de un pluralismo débilmente organizado sin convocatoria popular, la Iglesia recupera gradualmente espacios sociales, y luego, negocia el reconocimiento de los mismos. El Episcopado cubano reclamó el derecho a peregrinar de la Virgen de la Caridad por los pueblos de Cuba después que la presencia de fieles rebosaba las parroquias, no antes.

En la medida en que la visita de Benedicto XVI es más próxima, la oposición ha intensificado acciones para usar el evento como caja de resonancia. El caso de más relieve es el del grupo Damas de Blanco, que han pedido ser recibidas por el visitante. El Cardenal Ortega, a cuya mediación se debió la liberación en 2010 y 2011 de todos sus familiares, también gestionó entonces un espacio de ocho cuadras para sus desfiles dominicales tras la misa en la Iglesia de Santa Rita en la barriada habanera de Miramar. El pasado domingo 18 de marzo, las Damas de Blanco trataron de caminar más lejos, siendo detenidas y liberadas unas horas después ...