Su solución está en gran medida en manos de los ciudadanos.


“Los países, cuanto más pobres, más corruptos”


No necesariamente. No existe una correlación directa entre pobreza y corrupción. El fenómeno de la corrupción es muy complejo y multidimensional. Tiene que ver con valores, creencias, normas, reglas, instituciones, etcétera. Si miramos a Iberoamérica, por ejemplo, estudios como el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia International, publicado en 2013, que mide las percepciones de corrupción en el sector público de los países, muestran a Venezuela y Argentina como dos de los peor calificados, sin embargo, ninguno de los dos es de los más pobres. Mas bien, habría que poner el énfasis en la fortaleza o la debilidad de la institucionalidad democrática.

Cuando el ejecutivo de un país domina a los otros poderes del Estado; cuando las fiscalías, contralorías, tribunales electorales y otros viven bajo el mando de uno de los poderes, por ejemplo, del Ejecutivo; cuando la prensa no es independiente o está concentrada en manos de unos pocos; cuando los políticos deben favores a grupos económicos poderosos que financian sus campañas; cuando lo que aprenden los niños sobre ética y valores en la escuela no se practica en casa, y cuando la población es pasiva y solo participa de la vida pública el día de las elecciones, hay un campo fértil para la corrupción. Por ello, la correlación entre pobreza económica y corrupción no es lo fundamental. Se trata más bien de un tema de riqueza o pobreza institucional y de participación ciudadana.

 

“Todos los políticos son corruptos, por eso nada va a cambiar”


Falso. No todos los políticos son corruptos ni la política es un mal oficio. Tampoco es cierto que nada vaya a cambiar. La política es parte esencial de la vida democrática y de la convivencia en Estados modernos. Hay muchos políticos que hacen las cosas bien y que quieren hacer más. Es necesario que nosotros como ciudadanos los identifiquemos y los apoyemos.

En España, de acuerdo al Barómetro Global de la Corrupción, muy pocos ciudadanos han pagado sobornos para acceder a trámites o servicios públicos, más bien los encuestados identifican como las instituciones más plagadas de corrupción a los partidos políticos (8 de cada 10 españoles) y al Parlamento (7 de cada 10). Estas son dos instituciones clave para una democracia sana, entonces es ahí donde hay que centrar esfuerzos.

Hay que dejar de votar por los corruptos, por aquellos que han estado involucrados en actos indebidos. Es asombroso, independientemente del país o de la ideología del partido político, que se siga votando por alcaldes, diputados y otros que son conocidos por los abusos de poder y delitos de corrupción como fraude, evasión fiscal, enriquecimiento ilícito o que simplemente no hacen más transparente la información sobre ellos a los votantes.

Usemos un ejemplo sencillo. Si tengo que llevar mi automóvil a reparar, ¿lo llevo al mecánico que sé que en ...