El asalto a Judea y Samaria
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Es frecuente verlos vestidos de granjeros, con el arma en bandolera, haciendo autoestop en las carreteras de Cisjordania construidas para conectar unos asentamientos con otros. O en la ciudad vieja de Jerusalén, escoltados por dos gorilas que con el dedo en el gatillo de su arma corta velan por su seguridad cuando salen de sus casas ocupadas en el barrio musulmán. Son los colonos, un Ejército de casi medio millón de ciudadanos israelíes que han decidido instalarse más allá de la línea verde que hasta 1967 separó Israel de los palestinos, y que se han convertido en uno de los grandes obstáculos –según numerosos analistas, el Obstáculo, con mayúscula– para que cualquier proceso de paz prospere en Oriente Medio. Buena parte de los políticos israelíes, incluido el actual primer ministro, Ehud Olmert, se han dado cuenta de que la creación de un Estado palestino es una necesidad y no una opción para la supervivencia de la democracia israelí, ante el crecimiento a marchas forzadas de una población bajo ocupación que amenaza con convertirse en mayoría en un futuro no muy lejano. La partición en dos Estados implicará la evacuación de asentamientos, muchos de ellos poblados por colonos dispuestos a casi todo antes de ceder un metro cuadrado en su conquista de la tierra prometida. Qué político israel...
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