FP en español entrevista a Tarek Osman, el escritor egipcio que anticipó la revolución, sobre el futuro político que aguarda al país árabe.

 

Su discurso, preciso y didáctico, es una disección permanente de la realidad actual de Egipto. Preclaro, Tarek Osman, el autor de Egypt on the brink, el aclamado libro que anticipó la revolución que hizo caer a Hosni Mubarak, confía en que, tras una inminente victoria del islamismo conservador en las urnas, el país de los faraones verá triunfar a las corrientes políticas más liberales en consonancia con una larga historia nacional de convivencia pacífica entre distintos. Entretanto, este joven economista político, que vive a caballo entre El Cairo y Londres, augura tensiones crecientes en el seno de una sociedad desconcertada y lastrada por una situación económica dramática.

 

AFP/Getty Images

 

FP en español. ¿Ha entrado la llamada Primavera Árabe en un punto muerto?

Tarek Osman. Se dan dos fenómenos a la vez: hay revoluciones contra regímenes opresores, por un lado, Libia, Siria o Egipto, y, por otro, vemos efectivamente fracasos sucesivos en los últimos 50 años en el mundo árabe. El liberalismo árabe fracasó; también el nacionalismo árabe. La fórmula de capitalismo distorsionado adoptada en los últimos 35 años ha hecho lo propio. Y la mitad del mundo árabe tiene menos de 30 años. Unidos estos dos factores podríamos concluir que la gente joven está rechazando no sólo estos regímenes, sino la herencia política anterior. En este sentido, no veo esa parálisis en el proceso. Es normal que haya intermitencias. Sigo viendo la situación muy inestable. Esta generación sigue intentando buscar su voz, de construir nuevos Estados. Y es un proceso que tomará su tiempo. Además, no tengo ninguna duda de que el régimen sirio acabará cayendo. En Yemen la situación es diferente: nos encontramos ante una sociedad profundamente tribal. En Libia la situación es más complicada que en Túnez o Egipto, porque su desarrollo social está muy retrasado respecto a estos países. El proceso en este país será más largo y veremos más turbulencias.

FP. ¿Cree que los resultados de las primeras elecciones posteriores a las revueltas condicionarán el futuro de las mismas?

T.O. Completamente. Pero, la cuestión crucial es: ¿por qué tipo de Estado votarán estos jóvenes? Observamos una emergencia de islam sociopolítico en todo el mundo árabe. Pero dentro de este movimiento existen muchos tipos, diversas narrativas. No sólo una. En Túnez tenemos un islam bastante moderado y liberal. Rachid Ghannuchi [líder de Ennahda], del que hablé en mi libro, es un pensador liberal. Si bien en los 80 era más radical, lleva 20 años exiliado en Londres expuesto a diferentes influencias. En términos de la participación de los distintos sindicatos profesionales, de las corrientes liberales, educación, nivel cultural, derechos de la mujer, etc. Túnez es un país más desarrollado que el resto del mundo árabe. Por tanto, esto favorecerá el auge de un movimiento moderado dentro del islam político. En Egipto la situación es distinto: el islamismo en Egipto es muy diferente. El movimiento ha vivido un experimento considerablemente duro. El régimen los persiguió con dureza, circunstancia que ha marcado de forma indeleble su pensamiento. Los Hermanos Musulmanes fundamentalmente han prestado un indudable servicio social (búsqueda de trabajos para los más pobres, transporte, ayuda sanitaria, educación) a los egipcios. En Túnez no ha sido el caso. El nivel de desarrollo general en Egipcio es más bajo que Túnez. Y su sociedad es más conservadora en general. Esto explica que el islamismo en Egipto es y será mucho más conservador y menos liberal. En conclusión: no podemos generalizar en todo el mundo árabe; en cada país el movimiento político islámico tiene unas características distintas.

FP. ¿Cree que los militares han secuestrado de alguna manera la revolución de febrero?

T.O. No estoy de acuerdo con la afirmación. Lo que ocurre en Egipto es el resultado del debilitamiento de los distintos actores políticos del país en los últimos 35 años. Los tradicionales partidos liberales de Egipto son hoy muy débiles (como es el caso de Al Wafd). El movimiento laborista está dividido. ¿Quiénes fueron los tres grandes actores de los hechos de este año? En primer lugar, los jóvenes, que iniciaron las protestas en diciembre. No están muy organizados, carecen de líder y proceden de ámbitos ideológicos muy diversos. En segundo lugar, los Hermanos Musulmanes. Están organizados, estructurados y tienen recursos financieros. Jugaron un gran papel en la revolución, especialmente en la última semana. Y, en tercer lugar, obviamente los militares, que recibieron el poder de Mubarak [el Consejo Supremo] con la aprobación de la sociedad. ¿Podemos esperar que los militares sigan dirigiendo el poder a medio plazo? Mi respuesta es no. Los militares tratarán de mantener sus prerrogativas, pero sería inmaduro pensar que éstos seguirán en el poder. La enorme interacción registrada entre la juventud y el islamismo, en la sociedad en general, impedirá que los militares sigan manteniendo el control. La única excepción sería que Egipto se sumiera en el caos total.

FP. ¿Qué piensa de la creciente tensión entre coptos y musulmanes?

T.O. Es un tema muy importante. Como analizo en mi libro, el sectarismo existente, que algunos lo limitan a los últimos dos o tres años, se remonta, al menos, a los últimos 40 años. Hemos visto la disolución, el debilitamiento del egipcianismo  -concepto que aspira a crear una narrativa nacional egipcia común- y el reforzamiento del islamismo y del cristianismo en las últimas cuatro décadas. Para mucha gente, desafortunadamente, la identidad está íntimamente relacionada con la religión. Ése es el mayor problema que afrontamos. La historia de este enfrentamiento se remonta a las últimas cuatro décadas. Veremos más enfrentamientos y muestras de sectarismo como las registradas últimamente. La única esperanza es que en el movimiento liberal, especialmente entre los más jóvenes, existe la asunción de que hacer más fuerte el egipcianismo y, en suma, recuperarlo es de vital importancia para el futuro del país.

FP. ¿Cree que los Hermanos Musulmanes serán la primera fuerza tras las elecciones que tendrá lugar este mes?

En dos o tres años los Hermanos Musulmanes se fragmentarán en distintas facciones

T.O. El islam político será uno de los mayores beneficiarios de lo sucedido hasta ahora en el corto plazo en todo el mundo árabe. Dentro de este ámbito, los Hermanos Musulmanes constituyen el actor más numeroso, pero no el único. Tendrán una importante fuerza parlamentaria. Jugarán un rol importante en la construcción de la nueva legislación del país. Una cuestión de vital importancia para ellos. Pero, cuando hablas con líderes del movimiento, parecen reacios a asumir mucha responsabilidad, a dirigir el país. Saben que el momento económico es difícil y de no lograr lo que la sociedad espera ésta le pasará factura. Pero los Hermanos no están muy unidos ni cohesionados. Hay varias tendencias en su seno. Hemos visto dos fracturas en el movimiento en los últimos 9 meses. Tienen serios problemas con el salafismo, el movimiento extremista. Es decir, dificultades con otras fuerzas y con sus propios correligionarios. Mi pronóstico es que, dadas las divisiones existentes en el movimiento, en dos o tres años los Hermanos Musulmanes se fragmentarán en distintas facciones.

FP. ¿Qué tendencia será la dominante dentro del islamismo en Egipto?

T.O. Egipto va a vivir muchas turbulencias todavía. Al principio, las fuerzas más conservadoras tomarán la delantera. Tendremos un Parlamento muy dividido tras las elecciones. Los islamistas serán el bloque principal. Creo que en el corto plazo la narrativa general del islamismo será conservadora, más que la que ha resultado vencedora en Túnez en estos momentos. Pero, la cuestión es si en el medio plazo mantendrán ese dominio: mi respuesta es no. En primer lugar, porque cuando oyes a sus líderes, se observa que carecen de figuras capacitadas para una dirección sofisticada; crearán problemas sociales y económicos. Egipto ha sido una sociedad agraria en la que religiones diferentes han coexistido pacíficamente durante muchos siglos. Los islamistas más conservadores se enfrentan a la historia en este sentido. Ganarán en las próximas elecciones, pero una vez que el país se estabilice la historia regresará. Y los más conservadores perderán preeminencia en beneficio de los moderados. Pero esta es una etapa excepcional.

FP. ¿En qué medida cree que la sharia formará parte del gobierno de las nuevas mayorías políticas árabes?

T.O. La sharia ya ha sido la primera fuente de legislación en Egipto en los últimos cuarenta años. Nada nuevo. Pero la gran pregunta es si los nuevos actores parlamentarios extenderán la aplicación de la shariaa a la naturaleza del Estado y a las dinámicas sociales del país. Es decir, si veremos un Estado religioso opuesto al secular. Y si veremos leyes que persigan a los cristianos o liberales o al turismo, por poner dos ejemplos. Sí pienso que veremos un mayor conservadurismo en la legislación en el próximo Parlamento. Pero no creo que veamos un cambio estratégico en la orientación de la legislación constitucional egipcia. Creo que después de haber hablado con líderes de los Hermanos Musulmanes, son más inteligentes de lo que pensamos y no van a proceder de una manera ciega. A diferencia de cómo los retratan los medios occidentales, los Hermanos tienen una capacidad para evitar la confrontación entre los polos opuestos. Cuando se habla con las generaciones más jóvenes de la organización, creen estar en su momento. Egipto ha vivido un balance de tolerancia a lo largo de muchísimos siglos; saben de los riesgos de quebrarlo actuando con precipitación. Y, como he dicho antes, no tienen siquiera una sola narrativa. Son plenamente conscientes de ello.

FP. ¿Cuál de los retos que afronta la sociedad egipcia?

La nueva narrativa que surja de El Cairo no será amistosa ni con Israel ni con EE UU. También se enfrentará a Arabia Saudí

T.O. Los retos que tiene por delante la sociedad egipcia comienzan por la falta de transparencia. La gente desconocía la realidad social, política y económica del Estado por culpa de la tenebrosa trayectoria del gobierno en los últimos 30 años. En segundo lugar, el funcionamiento económico de Egipto depende de cuatro pilares económicos, hoy seriamente amenazados: remesas extranjeras, inversiones extranjeras directas, turismo y subsidios al petróleo y a los alimentos. Para ninguno hay soluciones inmediatas en estos momentos. La situación económica es muy mala. En tercer lugar, la seguridad en el país ha empeorado. Por último, el sentimiento general de la sociedad es muy tenso. El nivel de violencia y de tono entre diferentes actores es latente. Retos inmediatos que cualquier gobierno tendrá que afrontar de forma inmediata. La juventud de la población es un activo, pero el país ha sido incapaz de aprovecharlo en los últimos 20 años.

FP. ¿Qué papel cree que tendrá el nuevo Egipto en el conflicto árabe-israelí?

T.O. Tal vez mi perspectiva es más macro. Si observamos los últimos cuarenta años, desde la caída del nacionalismo los árabes están fuera de la historia como conjunto. En los 70 comienza a triunfar la pax americana en Oriente Medio, con Arabia Saudí como principal centro. En los 80 sigue reinando, pero un nuevo actor llega a la escena: Irán tras la revolución islámica, que se presenta con una nueva narrativa. Y trata de extender su influencia en partes del Golfo, Líbano e Irak. Después de la Conferencia de Paz de Madrid en 1991 una nueva narrativa israelí se impone –con Isaac Rabin y Shimon Peres—, de corte económico: no hay nada llamado mundo árabe, Israel es el líder económico de Oriente Medio. Y ahora hay una narrativa que se consolida: la turca. Desde que gobierna Justicia y Desarrollo, Turquía se dirige al mundo árabe de nuevo con una perspectiva otomana, islámica y moderna a la vez. Pero, al observar los tres modelos, vemos que los árabes siguen durmiendo. Carecen de narrativa. ¿Por qué? Porque Egipto sigue ausente. El poder principal de Oriente Medio sigue estando fuera de escena. Con independencia del nuevo Estado que emerja en Egipto –sea éste islamista moderado o conservador– El Cairo volverá a Oriente Medio, con más contundencia. Un nuevo orden emerge en Túnez, Libia y en Siria, países que han apoyado tradicionalmente el papel central de Egipto en el mundo árabe. La nueva narrativa que surja de El Cairo no será amistosa ni con Israel ni con EE UU. También se enfrentará a Arabia Saudí. En consecuencia, Oriente Medio será un lugar muy tenso en los próximos años.

 

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