El cambio climático es el gran vencedor de esta nueva edición de los Óscars de las Relaciones Internacionales, alzándose con la estatuilla en tres importantes categorías. La emergencia climática se hacía con el galardón de protagonista principal, los negacionistas ganaban en la siempre competitiva sección de malos, malísimos, y la omnipresente Greta Thunberg lograba la victoria como actriz relevación, eso sí, ¡por los pelos!, porque los estudiantes hongkoneses le han ido pisando los talones a la joven activista en todo momento, solo ha habido un voto de diferencia entre ambos nominados.

Por su parte, la prohibición de la mutilación genital femenina en Sierra Leona vencía por goleada en la sección de historias con final feliz y, sin lugar a dudas, ha sido una fantástica noticia que nos ha dejado 2019. Una victoria contundente también fue la del premier británico, Boris Johnson, cuyas mañas y oportunismo le han aupado como rey de la maniobras políticas, ¡dejando al mismísimo Mr. Putin en segundo lugar! En las categorías de mejor puesta en escena, remake y guión original, las votaciones han estado más ajustadas. La denuncia global contra la violencia de género, visibilizada a través de la canción coreografiada  de "El violador eres tú", conseguía el primer puesto, dejando claro que la lucha por los derechos de la mujer siguen estando un año más en la agenda política y social en muchos países. Muy a su pesar, el pueblo kurdo se llevaba también la estatuilla como remake, resultado de las dinámicas en el tablero sirio de los últimos meses en las que los kurdos no han salido muy bien parados. El declive del multilateralismo se alzaba con el premio al mejor guión original, dejando en el aire el temor de que estemos encaminando hacia un orden global de potencias enrocadas y ausencia de diálogo.

América Latina ha tenido bastante protagonismo en esta edición, no solo porque tiene su propia categoría de película de habla hispana, donde las protestas ciudadanas que han llenado las calle en Colombia, Chile, etcétera, han salido triunfantes, sino porque también ha habido galardones en otras secciones. Desgraciadamente, las muertes de menores latinoamericanos migrantes bajo custodia estadounidense se llevaban el Óscar más triste, al peor drama. Y, por último, era Evo Morales quien se imponía en la mejor tragicomedia por su rocambolesca huída de una Bolivia en plena crisis institucional.

El gran derrotado de este año ha sido la guerra comercial, que aunque estaba nominada en varias categorías se va con las manos vacías. ¿La razón? Quizá los lectores hayan terminado hastiados de meses de tiras y aflojas entre Pekín y Washington, y de todas las portadas que este asunto ha copado. Sin embargo, en el casi género cinematográfico que podíamos denominar "Trump y sus rencillas internacionales", la tensión in crescendo entre EE UU e Irán sí se va con premio, uno de los importantes, el de mejor película de 2019. Si Washington y Teherán querían ponernos los pelos de punta con sus tambores de guerras durante los últimos 12 meses, enhorabuena, lo han conseguido.

De nuevo, muchas gracias por participar y esperamos que disfruten de los resultados.

And the winner is…

A la mejor maniobra política

El impeachment en Un rubio muy ‘poco’ legal.

Por no consentir que Trump se tome la legalidad a la torera.


Las mañas de Boris Johnson en ‘Grandes’ mentiras para ‘no’ estar juntos.

Por ser un hábil oportunista en el caos del Brexit.


El putinismo en Perdiendo el Este.

Por el despliegue de estrategias fuera y dentro de Rusia.

Las mejores historias con final feliz

Italia es de nuevo puerto seguro en Que Dios nos perdone.

Por recuperar en el Mediterráneo algo de la humanidad perdida.


Sierra Leona prohíbe la mutilación genital femenina en La tradición contra la vida. 

Por poner fin a una práctica brutal.


La conquista de derechos LGTB en Como los demás.

Porque Taiwán, Botsuana, Ecuador han ganado libertades.

A los malos, malísimos

Supremacismo blanco en Parásitos. 

Por aspirar a una guerra racial.


Negacionistas del cambio climático en La era de la estupidez.

Porque nunca rechazar una realidad tuvo un precio tan alto.


Autoritarismo digital en ‘Maléficos’: ‘maestros’ del mal.

Porque los enemigos de las libertades saben moverse muy bien en el lado oscuro tecnológico.

A la mejor puesta en escena

La activista Alaa Salah en la revolución sudanesa en Cantares de una revolución. 

Por convertirse en el símbolo de la revuelta del pan.


“El violador eres tú” en Machos y princesas. 

Por dotar de un himno global a la lucha contra la violencia de género.


70º aniversario de la República Popular China en Cómo entrenar a tu dragón III

Por escenificar el poderío del PCCh en el siglo XXI.

A la mejor tragicomedia

La antidiplomacia twittera de Trump en Quiero matar a mi jefe.

Por traer a sus asesores por el camino de la amargura.


El periplo de Evo Morales en De ‘Bolivia’ a ‘México’ en un armario de Ikea

Por la surrealista huida del Presidente de un país en crisis.


La dimisión de Theresa May y la victoria de Boris Johnson en Dolor y gloria.

Por una llorosa despedida y una histriónica llegada.

Protagonista principal

Protestas en Joker. 

Porque el descontento ciudadano es multitudinario y global.


Emergencia climática en Retrato de un ‘planeta’ en llamas.

Porque el tiempo se nos acaba.


Guerra comercial en El que a hierro mata. 

Porque la rivalidad entre China y EE UU ya tiene consecuencias.

Al mejor actor/ actriz revelación

Agujero negro en Interstellar. 

Por ser fotografiado por primera vez en la historia de la ciencia.


Greta Thunberg en Capitana Marvel.

Por liderar a la juventud en la defensa del planeta.


Los estudiantes de Hong Kong en Desobediencia. 

Por decirle “no” a Pekín.

Al peor drama

Fuegos, desde Australia y el Amazonas hasta Notre Dame en Impacto profundo.

Por la dolorosa pérdida de riqueza medioambiental y cultural.


Las muertes de menores inmigrantes bajo custodia estadounidense en El ‘país’ de los niños perdidos

Por la deshumanización de la Administración Trump.


El ataque terrorista en Sri Lanka en Abominable.

Porque aunque no fue el único, sí el más letal.

Al mejor guión original

Competición tecnológica en Ser o no ser.

Porque quien tenga la tecnología hoy, gobernará mañana.


Adiós al multilateralismo en Un mundo ‘imperfecto’.

Por caminar hacia un orden global de imperios.


Refundación del capitalismo en Lo que de verdad importa. 

Por soñar con una economía con rostro humano.

Al mejor remake

Crisis en Cataluña en Historia de un matrimonio.

Por seguir siendo un problema que está lejos de resolverse.


Kurdos, pueblo traicionado en Puñales por la espalda. 

Porque gane quien gane, ellos siempre pierden.


Los talibanes vuelven a hacerse fuertes en Afganistán en La paz empieza nunca. 

Por no dejarnos otra salida que la negociación.

A la mejor película de habla hispana

El peronismo gobierna de nuevo en Argentina en Volverte a ver

Por resurgir de sus cenizas.


Protestas en América Latina en Diarios de la calle. 

Porque las crisis institucionales han desembocado en las plazas.


La parálisis venezolana en El hoyo.

Por convertirse en un país varado y en descomposición.

A la mejor película

La transición energética en El día de mañana.

Porque la descarbonización es el único camino hacia un horizonte limpio.


Tensión entre Irán y EE UU en Enemigos públicos.

Porque el extremismo se sienta en Teherán y en la Casa Blanca.


Guerra comercial en Kick-Ass, listo para machacar. 

Por un mundo con dos potencias en pleno choque económico, ideológico y tecnológico.