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Si había tanta confusión sobre quién era y quién no eran las verdaderas Fuerzas Armadas en Pakistán que el jefe del Ejército tuvo que intervenir para aclarar las cosas, tal vez algún militar debería aclararlas también sobre quién lucha contra quién en las ATAF. La confusión alcanzó su punto culminante en junio, cuando un contingente de fuerzas paquistaníes, llamado Cuerpo de Fronteras (CP), se enzarzó en una batalla con soldados estadounidenses del otro lado de la frontera. Las tropas de EE UU perseguían a unos talibanes que intentaban retroceder a Pakistán. La escaramuza terminó -al menos la armada, porque la diplomática no había hecho más que empezar- cuando unas cuantas bombas arrojadas por aviones estadounidenses cayeron en puestos adelantados del CF y mataron a 11 guardias fronterizos paquistaníes. ¿Que ocurre con ese Cuerpo de Fronteras? ¿De qué lado está?

El CF es una fuerza paramilitar compuesta por unos 80.000 hombres encargados de garantizar la seguridad fronteriza, hacer respetar la ley y, cada vez más, luchar contra la insurgencia en las ATAF, la PFNO y Beluchistán (la Guardia de Asalto cumple una tarea similar en Punjab y Sindh, las provincias limítrofes con India). El Cuerpo de Fronteras cumple prácticamente todos los requisitos de la fuerza ideal de lucha contra la insurgencia: son casi todos pastunes y conocen el idioma, la gente, las tribus y el territorio mejor que cualquier soldado paquistaní o estadounidense normal. Pero su mayor ventaja es, al mismo tiempo, su mayor debilidad, porque los pastunes son conocidos por su sentimiento de comunidad; pedir a un de ellos que mate a otro, sobre todo cuando parece que es a instancias de un forastero, sea punjabí o estadounidense, sería como que nuestro jefe nos pidiera que matemos a un primo nuestro. Es imposible, ¿verdad?

Los gobernantes paquistaníes y, antes de ellos, los británicos, eran conscientes de este problema. Para tratar de reducir al máximo los posibles conflictos de intereses, dijeron que los waziris no patrullarían áreas waziri, los afridis (con sede en la agencia Khyber y en la RF de Kohat) no patrullarían áreas afridi, y así sucesivamente. El problema de las simpatías étnicas era imposible de resolver, pero así, por lo menos, sí era posible superar las preocupaciones sobre simpatías de clan y familiares.

En los últimos años, Washington se ha dado cuenta de la importancia del Cuerpo de Fronteras y ha intentado mejorar su capacidad de combate (tradicionalmente, un soldado del CF llevaba salwar kameez -el atuendo de pantalones anchos y túnica-, sandalias de cuero y un AK-47). Sin embargo, los problemas para llevar el dinero a las unidades del CF correspondientes han sido abundantes.

En primer lugar, el Cuerpo de Fronteras es responsabilidad del ministerio del Interior, no de Defensa, que supervisa el Ejército de medio millón de soldados y ha recibido la mayor parte de la ayuda estadounidense desde los atentados del 11-S. El hecho de que el ministerio de Defensa controle todo lo relacionado con la ayuda significa que el dinero que Washington entrega a Islamabad para pagar a las fuerzas de seguridad paquistaníes por operaciones contra los talibanes y Al Qaeda, un dinero denominado Fondos de Sostenimiento de la Coalición, no suele llegar nunca hasta las unidades del Cuerpo de Fronteras que vigilan un puesto fronterizo en Warizistán del Sur, que son las que ocupan verdaderamente la primera línea en la llamada guerra contra el terror.

Segundo, hay un problema de estructura de mando, porque los oficiales del CF son coroneles y generales del Ejército regular. Y, por último, está el problema de que, debido a la indignación generalizada entre los pastunes contra Estados Unidos y el gobierno de Islamabad, nadie puede saber si el CF no va a limitarse a entregar las gafas de visión nocturna y las nuevas armas a los talibanes, sobre todo cuando la supervisión por parte de funcionarios estadounidenses en las ATAF, partes de la PFNO y Beluchistán escasea tanto.