Todo está iluminado: la energía solar explota en los países pobres.

Lincoln Dahl, director gerente de una empresa que vende energías alternativas a compañías africanas, entró recientemente en una tienda de paneles solares de segunda mano en Ouagadougou, Burkina Faso. Quería echar un ojo a las mercancías de sus competidores. Unos cuantos aparatos parecían haber sido robados y todavía llevaban los nombres de sus antiguos propietarios. “El robo es un problema”, dice Dahl. “Es un halago para nosotros. Eso significa que hay demanda”.

Después de años de lento crecimiento del uso de energía solar, la erupción de los robos de estos aparatos en los cinco continentes podría indicar que esta fuente energética alternativa está por fin imponiéndose. En 2008 hubo robos de paneles en Australia, España y Estados Unidos, pero es sobre todo en el mundo en vías de desarrollo donde el robo solar está siendo deslumbrante. En julio pasado, Suráfrica retiró un programa de un año de duración para instalar semáforos alimentados por energía solar en todo el país, a causa de la facilidad para robarlos. Los paneles para la iluminación urbana en Calculta también desaparecieron, lo que obligó a los gobernantes de la ciudad a abandonar los planes para extender su uso. Y en toda América Latina, los ladrones con frecuencia desvalijan los paneles que están en la cima de las montañas y suministran la energía necesaria para servicios de telecomunicaciones y de Internet. La fabricación de estos aparatos es compleja, así que no parece probable que los ladrones los fundan para conseguir metales o minerales. Al contrario, la mayoría de los que se roban se vende en el mercado negro y se reutiliza.

En los países más pobres, donde la electricidad es cara o escasa, los paneles han crecido en popularidad gracias a su fama como fuentes energéticas fiables, útiles para resucitar las baterías de coche agotadas, para recargar teléfonos móviles y para ver la televisión por la noche. Entre 1999 y 2005, la electricidad proveniente de la energía generada por el sol se incrementó un 300% en India. En toda África subió un 2.500%, frente a sólo un 11% en América del Norte. “Debido a la falta de infraestructuras, la energía solar es muchas veces la única alternativa para los habitantes de estos países”, dice Rómulo Bisetti, fabricante de estos aparatos.

Para protegerse de los ladrones, muchas empresas del ramo recomiendan ahora protección antirrobos, que va desde alambradas hasta poner en marcha sistemas de vigilancia. En Suráfrica, uno de los métodos más populares es pintar de rojo o de naranja la cara del panel que no se utiliza para alertar a la policía de los ladrones. Seguro que surgirán más brillantes ideas si el poder del sol sigue estando de moda.