Acorralado por los escándalos de corrupción, Lula
ha pasado de héroe a villano en cuestión de meses y ve cómo
se tambalea el sueño de la reelección en octubre. Su gran error:
dejar la tarea de gobernar en manos de sus colaboradores, que, como las termitas,
han devorado la legitimidad de la democracia. Para renacer de sus cenizas,
Brasil necesita un nuevo consenso.
![]() |
Después de haber adoptado numerosas formas a lo largo de los siglos,
la nueva encarnación de Mefistófeles es el congresista brasileño
Roberto Jefferson. Las acusaciones de este ex presentador de televisión,
acostumbrado a llevar armas y cantante aficionado de arias de ópera
y temas napolitanos, destaparon un escándalo político que ha
estado a punto de destruir el Gobierno de Lula da Silva.
La esencia de la leyenda de Fausto es la incapacidad de percibir sus limitaciones,
por la que tiene que pagar un precio. En la historia, Fausto es un mago y charlatán
que pacta con el diablo para obtener poderes sobrehumanos. Al cabo del tiempo,
Mefistófeles, uno de los siete príncipes del infierno, reclama
su alma para condenarla.
La más reciente versión brasileña de este mito consiste
en sórdidos cambalaches de Lula y su Partido de los Trabajadores (PT)
a cambio de mayores poderes. Y todo empezó cuando Jefferson, el presidente
del conservador Partido del Trabajo Brasileño (PTB), reconoció que,
en nombre de la organización, había negociado diversos pagos
de dirigentes del PT por 20 millones de reales brasileños (unos siete
millones de euros), pero añadió, indignado, que no había
recibido más que cuatro millones en efectivo, en dos maletines. Su confesión
desembocó en una serie de revelaciones en cascada sobre fraudes, blanqueo
internacional de dinero, financiación ilegal de campañas electorales,
congresistas sobornados a cambio de votos, contratos oficiales ilícitos,
grandes sumas robadas a las autoridades municipales, bancos, empresas y aseguradoras
del Gobierno federal, y la malversación de fondos de pensiones del sector
público.
Como las termitas, los políticos han devorado la estructura y la legitimidad
de la democracia de Brasil. Las esperanzas despertadas por Lula se han derrumbado
en medio de un desfile grotesco de corrupción y degradación.
El cerebro de la estrategia fue, al parecer, José Dirceu, antiguo primer
ministro de Lula. Líder estudiantil revolucionario en la generación
de 1968, que se opuso a la dictadura militar, fue agente de los servicios de
inteligencia cubanos (después de someterse a cirugía plástica
durante su exilio en La Habana), tuvo una vida clandestina como dueño
de una tienda de ropa y, entre 1995 y 2005, fue presidente del PT, antes de
asumir la jefatura del Gobierno de Lula. Agitador adusto, tenso y autoritario,
desarrolló la estrategia de sobornar a partidos de derecha pequeños
y corruptos para garantizar una mayoría funcional en el Congreso. En
la sesión del Comité de Ética de la Cámara celebrada
el 14 de junio y retransmitida por televisión, Jefferson le acusó de
organizar la corrupción y le dijo en tono imperativo: ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF