Cómo no pensar en Europa al ver L’Auberge espagnole. Esta película, de origen franco-español (es decir, plenamente europea), es una viva imagen de lo que ha supuesto el programa Erasmus en el continente. Viajes (pero también burocracia), amistad (pero también desengaño), fiestas (pero también dramas) y, en definitiva, un crecimiento personal sin igual a lo largo de un año lleno de nuevas experiencias en un entorno distinto y distante del propio, donde los estudiantes aprenden a (con)vivir en una multiplicidad de idiomas con otros como ellos, ya sean alemanes, italianos, ingleses o, desde luego, gente local de Barcelona o Tarragona. El Erasmus, para los que lo hemos vivido, ha sido una experiencia vital que nos ha marcado para siempre. Te llena de recuerdos y te hace madurar a una velocidad forzosa. Los padres y madres fundadores del programa estarían orgullosos: no se me ocurre una mejor manera de hacer Europa.