• Fabian Review, invierno de 2005, Londres (Reino Unido)

 

Gordon Brown, el ministro de Hacienda británico y, probablemente el próximo premier, siempre ha sido la conciencia de izquierdas del New Labour de Blair. Pero en los últimos meses ha estado haciéndose líos con la bandera, la Union Jack. En enero, la Sociedad Fabiana, el think tank más antiguo de la izquierda del país, auspició una conferencia —un mes después de la publicación del número especial de su revista trimestral, Fabian Review, dedicado a la identidad nacional británica—, en la que Brown preguntó: "¿Qué tenemos que equivalga al simbolismo nacional de una bandera en cada jardín?". La lacónica respuesta de David Cameron, el líder del Partido Conservador: "No nos van las banderas".

Elemental: los británicos tienen problemas de identidad.
Elemental: los británicos tienen problemas de identidad.

A juzgar por las apariencias, esto es una extraña inversión de papeles políticos. El horror del nacionalismo agresivo en la primera mitad del siglo XX en Europa, seguido de una combinación de la integración europea y del desembarco de más comunidades multiétnicas en los 70 y 80, parecían confirmar lo superfluo de la nación. La izquierda británica lo ha sentido de forma más acusada, dado que Gran Bretaña pareció evolucionar de una entidad imperial a otra posnacional sin pasar por la revolución nacional popular que alinea nación y Estado, como la francesa. Hasta hace poco, esta falta de claridad en cuanto a la identidad se consideraba una bendición. Pero, de repente, la exaltación de la Gran Bretaña posnacional y cosmopolita se ha visto eclipsada por el retorno de las cuestiones de la seguridad y la identidad.

Este número de Fabian Review se adentra en ese debate. Los fabianos están en su mayoría a favor de lo que el influyente parlamentario laborista John Denham denomina un nuevo "patriotismo de la izquierda". En el artículo que abre la revista, ‘¿Quién quiere ser?’, escribe: "En el siglo XXI, tendrá que crearse una identidad británica, no descubrirse". Pero esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Sunder Katwala, secretario general de los fabianos, tiene un memorándum de 11 puntos para una nueva Gran Bretaña, que recoge desde una nueva fórmula de juramento para la coronación hasta estadísticas independientes sobre inmigración. Los fabianos hacen bien en querer reclamar la identidad nacional para el centro-izquierda. Después de todo, muchas de las cuestiones sobre seguridad e identidad están relacionadas con el papel del Estado en el sostenimiento de las comunidades modernas. Éstos son asuntos tanto (si no más) para la izquierda como para la derecha, sobre todo ante la vuelta de los conservadores al individualismo y al liberalismo económico.

Pero Fabian Review aborda de puntillas algunas de las preguntas más difíciles. ¿Cómo se puede promover una nueva identidad británica sin criticar implícitamente los viejos símbolos, excluyendo así a la mayoría británica que se identifica con su origen étnico inglés? ¿No es el fuerte sentimiento de cohesión e identidad excluyente? En vista del pluralismo, la diversidad y el individualismo de la Gran Bretaña de hoy, sin duda cualquier sentimiento de britanidad va a ser demasiado débil como para recrear los lazos de unión emocionales —tras dos guerras mundiales y una depresión económica— que contribuyeron a construir el moderno Estado de bienestar.

El trasfondo de buena parte de este debate es que los británicos no quieren terminar como EE UU, racialmente balcanizado, muy individualista y con un desgastado Estado de bienestar. Pero ¿cómo pueden abrazar el modelo social europeo sin la clase de homogeneidad que lo creó? Los fabianos no tienen respuestas totalmente convincentes, pero están empezando a formular las preguntas adecuadas.

David Goodhart es el director de la revista
británica Prospect.