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Un grupo de personas sostiene la foto de Selahattin Demirtas, el líder del partido prokurdo HDP en Diyarbakir, Turquía. (ILYAS AKENGIN/AFP/Getty Images)

El Partido Republicano del Pueblo (CHP) ha vivido en el ostracismo en el sureste de Turquía desde que a principios de los 90 se resquebrajó una alianza entre kurdos y kemalistas de izquierda. En las pasadas elecciones, bajo la premisa de derrotar a Erdogan, se vieron los primeros síntomas de reconciliación con el Partido Democrático de los Pueblos (HDP).

 

El pasado 24 de junio, las elecciones en Turquía dejaron otro triunfo de Recep Tayyip Erdogan. Uno más, pensaría la decepcionada oposición. Pero más allá de la omnipresente figura del presidente turco, los resultados en las urnas reflejaron un tibio acercamiento entre kurdos y kemalistas. Muharrem Ince, el que fuera candidato kemalista a la presidencia, consiguió apoyo del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) en ciudades del oeste de Anatolia y, en menor medida, en el Kurdistán. Una ecuación similar pero en sentido opuesto ayudó también al HDP en su pugna por entrar en el Parlamento. Esta línea de cooperación coyuntural, ligada al rechazo a Erdogan, podría continuar en los próximos años. Eso sí, sin llegar a ser oficial. “Los líderes del CHP y el HDP tienen que desarrollar una relación táctica que permita intercambiarse votos durante las elecciones y llegar lo más lejos posible en la cuestión kurda”, propone Aykan Erdemir, experto de Foundation for Defense of Democracies y antiguo parlamentario del CHP, quien cree que una alianza explícita entre ambas formaciones es, por la ideología de su electorado, contraproducente.

Para buscar una alianza formal entre prokurdos y kemalistas, algo con lo que la prensa turca ha rumoreado durante el último lustro, es necesario volver a principios de la década de los 90, cuando el Partido de la Socialdemocracia Popular (SHP) -rama de izquierda del actual CHP por la ilegalización de partidos impuesta por el golpista Kenan Evren- juntó fuerzas con el prokurdo Partido Laborista Popular (HEP) de cara a las elecciones parlamentarias de 1991. Esta alianza demostró que sí era posible una cooperación en Anatolia entre dos movimientos que se consideran a sí mismos de izquierda, aunque también elevó una serie de problemas, de génesis y coyunturales, que engulleron al kemalismo en Turquía, pero sobre todo en el Kurdistán.

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Partidarios del HDP en Ankara, Turquía. (Adem Altan/AFP/Getty Images)

Por eso es lógico que Mehmet Sayin, líder del CHP en la región de Diyarbakir, guarde un recuerdo agridulce de ese periodo, que dude del beneficio de reeditar pactos que no funcionaron. Entre 1973 y 1991, el CHP fue la fuerza más votada en las elecciones parlamentarias en Diyarbakir, mientras que hoy aglutina el 2% de apoyo. Este histórico respaldo se debió a la estructura clientelar de corte tribal absorbida ahora por el AKP, la prohibición de los partidos de carácter étnico y la falta de alternativas en la izquierda, con el Partido de los Trabajadores de Turquía y otras formaciones ilegalizadas en las turbulentas décadas de los ...