La unión europea quiere ser reconocida como una potencia mundial y para ello no basta con un servicio diplomático importante, que está a punto de ponerse en marcha, sino que se necesita una imagen de unidad de acción, sobre todo en lo económico y financiero. Francisco Láuzara

 

En los últimos meses se han sucedido las reuniones para buscar una salida que permita a la UE ocupar el puesto que le corresponde como primera potencia comercial, donde residen más de 500 millones de ciudadanos. La potenciación de la imagen exterior de la UE y el futuro de la economía de los 27 es un objetivo irrenunciable para afrontar la situación de crisis internacional que ha de ser combatida, además, con las nuevas herramientas que se están poniendo a disposición de las autoridades europeas. El horizonte se vislumbra con otro perfil, el de una reforma a fondo de la arquitectura financiera actual y un mayor control comunitario de las cuentas nacionales.

Por el momento las medidas están realizando la larga tramitación de las iniciativas que acompaña a la política comunitaria, pero la voluntad política y el apoyo popular permanecen del lado del cambio. No en vano, según el último Eurobarómetro publicado en agosto, más del 80% de los ciudadanos europeos piensa que los Estados miembros deberían trabajar conjuntamente para tomar medidas contra la crisis, llegando a cifras del 94% en Bélgica o del 91% en España. También consideran que una mayor coordinación de las políticas económicas y financieras entre los Estados de la Unión sería deseable y efectiva, tanto como la supervisión por parte de la UE  de las actividades de los grupos fi- nancieros más importantes.

Así como en otros temas la UE no genera un entusiasmo desbordante, en este aspecto el consenso de la ciudadanía parece manifiesto. Es hora, pues, de seguir la ola. En el mes de septiembre, y después de las medidas tomadas durante la Presidencia española de la UE para ayudar a Grecia, se ha presentado un conjunto de propuestas elaboradas por el grupo para la mejora de la gobernanza económica, creado en marzo por decisión del Consejo Europeo y presidido por Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.

Entre estas propuestas domina la figura del semestre europeo, acordado por el ECOFIN (el Consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE) el 7 de septiembre, según la cual la Unión fiscalizará y coordinará las políticas económicas y presupuestarias de los Estados miembros durante los primeros seis meses del año elaborando unas líneas maestras para los presupuestos de los Estados, que las aplicarán en la segunda mitad del año, consiguiéndose así por primera vez una coordinación real de las cuentas públicas nacionales. Para hacerlo posible, el Consejo ha aprobado la modificación del pacto de estabilidad y crecimiento.

La metodología del semestre europeo entrará en vigor, si no hay contratiempos, en 2011 y para la primavera deberán los Estados tener listos los procedimientos nacionales necesarios para aplicar las disposiciones requeridas.

El nuevo marco financiero en el que se moverá a partir de los próximos meses la UE va a ser radicalmente diferente al existente hasta ahora. La cesión de soberanía presupuestaria hacia la Unión se hace indispensable para conseguir una verdadera unión económica y monetaria que se ha manifestado frágil frente a los vaivenes de la crisis internacional, y a punto de zozobrar en determinado momento. Pero no es la única novedad importante. En la misma reunión del 7 de septiembre, el ECOFIN aprobó un principio de acuerdo que recoge la mayor reforma de la regulación financiera en la historia comunitaria.

 

UN TRÍO DE REGULADORES

Bajo la dirección de Didier Reynders, ministro belga de Finanzas, cuyo país ostenta la presidencia de turno de la UE, los 27, el Parlamento Europeo y la Comisión han alcanzado un acuerdo que contempla un trío de reguladores sobre: la banca, las actividades de seguros y el sector bursátil. Además se ha creado el Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos, adscrito al BCE, para prevenir situaciones de peligro como las recientes burbujas financieras o inmobiliarias.

El objetivo es que el paquete de reformas entre en vigor lo antes posible, se calcula que para el próximo 1 de enero de 2011, cuando estamos saliendo de una crisis que ha exigido la movilización de aproximadamente el 13% del PIB europeo.


La cesión de soberanía presupuestaria hacia la unión se hace indispensable para conseguir una verdadera unión económica y monetaria

Otras reformas como la introducción de gravámenes fiscales e impuestos sobre las instituciones financieras y sus transacciones siguen en discusión, recuperando la idea que el economista James Tobin propuso en los 70, pero sin visos de un fácil acuerdo pues se teme el impacto que esto tendría en el crédito y en la reactivación económica. Las reformas europeas permanecen así incompletas, no llegan a la altura de lo realizado al otro lado del Atlántico desde donde soplan otros vientos económicos. La rapidez de la recuperación de la economía de Estados Unidos, con numerosos estímulos fiscales, se ve amenazada por esa falta de disciplina, de austeridad presupuestaria que se ha impuesto en cada esquina del Viejo Continente. Tras los anuncios de Alemania de recorte del gasto público, todas las economías europeas han tenido que ajustarse el cinturón si no querían verse abocadas al descrédito, la pérdida de confianza y el ataque sin piedad de los mercados de deuda. Así ha ocurrido con muchos países de la periferia europea, que la prensa anglosajona llamó despectivamente PIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, en sus siglas en inglés) quienes han sufrido una devaluación importante en la calificación de su deuda, que ha conducido a una subida de los intereses que deben pagar a los compradores. El caso paradigmático ha sido el de Grecia, que sigue teniendo una credibilidad bajo mínimos. A mediados de septiembre realizó su segunda emisión de deuda a seis meses tras el plan de rescate de 750.000 millones de euros que elaboraron la UE y el FMI. La operación se ha saldado con la recaudación de 1.170 millones de euros pero los títulos se han vendido a un interés del 4,82%, lo que supone nueve veces el interés que paga la deuda alemana a un año.

Esta situación de crisis y las medidas que se han tomado para paliarla han hecho mella en una población que reprocha a sus gobernantes que muchos de los errores que condujeron a esta crisis no se han subsanado. Que en los meses próximos se consiga una nueva arquitectura financiera europea podría reforzar los mecanismos de defensa contra la especulación y la falta de escrúpulos del mercado. Los primeros pasos se han dado, llevar la reforma hasta el final será el mejor legado que pueda dejar una generación de políticos marcada para siempre por el estigma de la crisis.

 

GUERRAS FINANCIERAS

Seúl será en noviembre el escenario de una guerra encubierta que ya se está produciendo desde hace unos meses. Es una lucha entre dos estrategias para salir de la crisis: el estímulo o la contención. Si bien a los dos lados del Atlántico se vertieron con entusiasmo mareas de dinero público para salvar el sector privado, especialmente la banca, al poco de comenzar la carrera los europeos liderados por Alemania se pararon en seco y se lo pensaron mejor, para acabar apostando por una austeridad presupuestaria que ha hecho que nos tengamos que apretar bien fuerte el cinturón. El resultado es incierto pues ambas opciones tienen sus riesgos: el estímulo, un exceso de gasto público que puede elevar sobremanera el déficit e hipotecar al país durante años; y la contención, un estancamiento que limite, si no impide, una posible recuperación. Por cuestiones ideológicas o por la inexorable mano del mercado (el caso de España) cada campo ha elegido su bandera, ahora hay que intentar que la suya sea la victoriosa en la arena del G20.

De momento no se ponen de acuerdo. EE UU pretende realizar una tercera ola de medidas de estímulo económico que le permitan no bajarse de la ola del crecimiento. Uno de sus mayores hinchas es el economista Paul Krugman que señala que es necesario para evitar una “doble caída” de la economía -el gran temor de muchos analistas-. En esta misma línea, los japoneses están ultimando un nuevo plan de estímulo para evitar volver al tan temido decrecimiento. El contrapunto lo pone la UE, que ya ha advertido que este desembolso de recursos públicos puede llegar a desestabilizar el mercado, junto al Fondo Monetario Internacional, que fue uno de los profetas de las políticas de estímulo en los primeros días de la crisis pero que ha vuelto a sus orígenes y demanda, de nuevo, planes de ahorro presupuestario y limitación del déficit.

En lo que todos están de acuerdo es en que hay cosas que no se tocan. En apariencia, tampoco se ocupará el G20 de los paraísos fiscales.

 

EL CASO DE ESPAÑA

A pesar de los leves indicios de recuperación económica como el descenso en más de un 15% en la cantidad de dinero que los bancos españoles han pedido prestado al Banco Central Europeo (primer descenso en cuatro meses), el significativo aumento de la credibilidad exterior y la confianza de los inversores en el bono español o los buenos resultados en las pruebas de solvencia de la banca española, la economía está rezagada con respecto a los otros grandes países de la UE.

Seúl será el escenario de una guerra encubierta entre dos estrategias para salir de la crisis: el estímulo o la contención

Según la Comisión Europea, la economía española ha tenido una leve caída entre julio y septiembre. De acuerdo a las previsiones la economía española se mantendrá aún alejada de la senda del crecimiento de sus socios. En el conjunto de los 27 la recuperación se fija en un crecimiento leve pero sostenido del 1,8% (casi el doble de lo previsto), mientras que para la eurozona es de un 1,7%, ayudados por el fuerte tirón de Alemania, que crecerá este año un 3,4%.

Las medidas tomadas por el Gobierno (incremento del IVA, contracción de la inversión pública, eliminación de los incentivos a la venta de vehículos) y el reajuste inmobiliario, si bien han generado confianza internacional en la economía española, han afectado a su actividad económica de manera considerable y provocado un descenso del consumo, de ahí la desaceleración de la recuperación que se observa en todo caso como algo pasajero. La combinación de las políticas de consolidación y reforma que está desarrollando el Ejecutivo español contribuirán a la salida del estancamiento según el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, lo cual ayudará a reforzar su competitividad y “sentar las bases para un crecimiento sostenible y la creación de empleo”. Aunque esto no significará en ningún caso una rápida salida de la situación. Así lo estima el banco suizo UBS, en su Informe España: anatomía de un ajuste económico inevitable donde considera exageradas las perspectivas económicas del Gobierno y calcula que hasta 2014 o 2015 no se llegará a los niveles anteriores a la crisis. Afirma también que el desempleo tardará en recuperarse más tiempo del planteado por el Gobierno. Esperemos que, al menos en esto, la banca se equivoque.

 

Suplementos sobre la Presidencia española de la UE