Colonizadores, libertinos, interesados, usurpadores…Acabando con los estereotipos.
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Hace treinta años, Amin Maaluf publicó Las cruzadas vistas por los árabes. A través de los relatos de los cronistas Ibn al Qalanisi, Usama Ibn Munqid, Ibn Yubair e Ibn al Atir, el autor libanés ofrecía la versión árabe de las Cruzadas y describía, con especial crudeza, las masacres perpetradas por los francos. Nueve siglos después, los árabes siguen considerando a los occidentales como “violentos y fanáticos”, así como “egoístas, inmorales y codiciosos”, según la encuesta The Great Divide: How Westerners and Muslims View Each Other del Pew Global.
Estos datos no nos aclaran si las percepciones negativas han sido transmitidas de generación en generación o, por el contrario, obedecen a nuevos agravios. Lo que sí constatan es la imperiosa necesidad de realizar un esfuerzo para propiciar un mejor conocimiento entre dos mundos que, a pesar de la proximidad geográfica, siempre han vivido de espaldas.
¿Se ha ampliado en los últimos años la brecha que separa al mundo árabe del occidental? Cada cierto tiempo se plantean preguntas similares para explicar la desconfianza mutua que se profesan Occidente y el mundo árabe. Probablemente, la principal razón que la explica es el desconocimiento existente sobre el otro. Como evidencia la encuesta Research from Within: “los árabes basan sus opiniones sobre Occidente en un conocimiento bastante débil de sus culturas y sociedades”, tal y como reconocieron más de la mitad de los encuestados en cinco países árabes.
De todos estos datos cabe deducir que el recurso al estereotipo no es patrimonio exclusivo de los occidentales. Los árabes suelen recurrir a imágenes simplificadoras y, con frecuencia, distorsionadas para describir al mundo occidental. Si en Occidente se tiende a poner el énfasis en la religión como el elemento que explica este desencuentro, en el mundo árabe más bien se subrayan los aspectos políticos y económicos.
Occidente es visto por los árabes como potencia dominadora. Gran Bretaña y Francia los colonizaron durante décadas y explotaron sus recursos naturales. Tras las independencias nacionales, EE UU se opuso frontalmente tanto al nacionalismo árabe como al islam político, prestando, al mismo tiempo, un respaldo inquebrantable a Israel. Por eso no nos debe extrañar que uno de los lugares comunes sea culpabilizar a las potencias occidentales de los males del mundo árabe. Las teorías conspirativas acusan a la CIA o al Mossad de golpes de Estado y derrocamientos e, incluso, de los atentados del 11-S o de la propia primavera árabe.