La utilización de las ideas de Bolívar y de su propia experiencia
vital por parte de distintos líderes políticos e intelectuales
a lo largo, sobre todo, del siglo XX es uno de los
ejemplos más claros de construcción de un mito. Un mito suficientemente
flexible como para adecuarse a escenarios y situaciones
muy diferentes.

Desde comienzos de los 90, Hugo Chávez ha ido tejiendo un discurso en torno
al término “bolivariano”, que hoy empapa toda la realidad política venezolana,
dando cabida a tres ejes discursivos presentes de manera contradictoria en el
ideario del libertador. El primero tiene que ver con un marcado nacionalismo
que se alza sobre la construcción de la “patria grande”, culminación del ideal
integracionista, en constante confrontación con Estados Unidos, que es identificado
como “el imperio del mal”. El segundo comporta un marcado sentimiento popular,
según el cual las masas más desvalidas son las protagonistas de la historia.
Por último, concurren ideas manifiestamente autoritarias que proyectan un programa
de gobierno centralista y con un Ejecutivo muy fuerte.