Las grandes potencias no lo serán por mucho tiempo sin una gran tecnología y eso significa que van a depender de otros actores para ascender o mantenerse en el podio. En este sentido, hablamos de proveedores de minerales, de infraestructuras compartidas con otros países o de empresas y capital extranjeros. La tecnología, en definitiva, es un fenómeno global. 

Como se ve, Estados Unidos posee una ventaja considerable en la supremacía tecnológica mundial y eso se nota en su ventaja tanto en el número de los principales unicornios digitales como en su mercado semiconductores y en su hegemonía en satélites para Internet y usuarios móviles o en las principales empresas líderes en automatización, análisis de datos e inteligencia artificial. 

China, mientras tanto, sigue a los americanos muy de cerca en computación cuántica y grandes empresas tecnológicas y es capaz de superarlos en comercio electrónico, en las corporaciones que más patentes internacionales registran y en el despliegue alcanzado por su red 5G. Los nuevos cables submarinos de Internet que permiten mucho ancho de banda siguen siendo un territorio dominado por los americanos. 

Por otra parte, lo que nos muestran los datos de algunos de los principales minerales y metales que se necesitan para la producción de los nuevos equipos tecnológicos es que China, en general, cuenta con una producción propia mucho mayor que la de Estados Unidos y la inmensa mayoría de los países desarrollados sobre todo en capítulos como el estaño, el aluminio, el cobre y el litio. 

Sin embargo, y a pesar de la hegemonía estadounidense y de la lucha por el poder de China y Estados Unidos, es importante recordar que no se seguirá produciendo ninguna revolución tecnológica mundial si, además de Washington y Pekín, no participan con entusiasmo desde grandes productores de minerales como Chile o Perú hasta enormes bloques comerciales como India o la Unión Europea. 

La globalización, como decíamos al principio, es cosa de todos… y no un lujo de minorías… por muy grandes que sean. 

Diseño gráfico por Sandra Ramos.