Las pruebas de Seok: un refugiado norcoreano.
Las pruebas de Seok: un refugiado
norcoreano.

En marzo, el periodista gráfico surcoreano Seok Jae-Hyun salió
de una cárcel china tras cumplir una condena de 14 meses por lo que las
autoridades chinas denominaron "tráfico de personas". ¿Cuál
fue su delito? Informar sobre los refugiados norcoreanos que intentaban llegar
a Corea del Sur y Japón a través de China. Seok documentaba el
continuo éxodo de ciudadanos de Corea del Norte –entre 100.000
y 300.000 en los últimos años– al mucho más próspero
vecino del Sur.

China parece decidida a detener el flujo de norcoreanos desposeídos y
ha impedido el acceso a la región fronteriza a la oficina del Alto Comisionado
de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y a los organismos de ayuda internacional.

Joel Charny, vicepresidente de la organización estadounidense Refugees
International, acusa a Pekín de zafarse de su obligación legal
internacional de determinar si los norcoreanos son o no refugiados. China argumenta
que no lo son, que son emigrantes económicos. "Todos los países
del mundo toman fuertes medidas contra la inmigración ilegal",
afirma Sun Weide, asesor de prensa de la Embajada china en Washington, que sostiene
que quienes entran ilegalmente en el país son tratados con "espíritu
humanitario".

Expertos en el problema contestan que devolver a los refugiados a Corea del
Norte está lejos de ser un trato humano. Un portavoz del ACNUR expresa
su temor de que éstos sean castigados por las autoridades norcoreanas.
Las informaciones de Seok apoyan ese miedo: el Gobierno norcoreano encarceló
a varios refugiados que él había conocido. Seis meses después
de su repatriación, sin embargo, habían cruzado de nuevo a China
y alcanzarían en algún momento Corea del Sur. Según Seok,
fueron excarcelados simplemente porque no podían alimentar a todos.

Las pruebas de Seok: un refugiado norcoreano.
Las pruebas de Seok: un refugiado
norcoreano.

En marzo, el periodista gráfico surcoreano Seok Jae-Hyun salió
de una cárcel china tras cumplir una condena de 14 meses por lo que las
autoridades chinas denominaron "tráfico de personas". ¿Cuál
fue su delito? Informar sobre los refugiados norcoreanos que intentaban llegar
a Corea del Sur y Japón a través de China. Seok documentaba el
continuo éxodo de ciudadanos de Corea del Norte –entre 100.000
y 300.000 en los últimos años– al mucho más próspero
vecino del Sur.

China parece decidida a detener el flujo de norcoreanos desposeídos y
ha impedido el acceso a la región fronteriza a la oficina del Alto Comisionado
de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y a los organismos de ayuda internacional.

Joel Charny, vicepresidente de la organización estadounidense Refugees
International, acusa a Pekín de zafarse de su obligación legal
internacional de determinar si los norcoreanos son o no refugiados. China argumenta
que no lo son, que son emigrantes económicos. "Todos los países
del mundo toman fuertes medidas contra la inmigración ilegal",
afirma Sun Weide, asesor de prensa de la Embajada china en Washington, que sostiene
que quienes entran ilegalmente en el país son tratados con "espíritu
humanitario".

Expertos en el problema contestan que devolver a los refugiados a Corea del
Norte está lejos de ser un trato humano. Un portavoz del ACNUR expresa
su temor de que éstos sean castigados por las autoridades norcoreanas.
Las informaciones de Seok apoyan ese miedo: el Gobierno norcoreano encarceló
a varios refugiados que él había conocido. Seis meses después
de su repatriación, sin embargo, habían cruzado de nuevo a China
y alcanzarían en algún momento Corea del Sur. Según Seok,
fueron excarcelados simplemente porque no podían alimentar a todos.