“Fácil de enunciar, complicado de realizar: una UE más eficiente y eficaz”. José Miguel Calatayud

La realidad del Brexit y de la elección de Donald Trump han quitado atractivo a la solución ofrecida por el populismo antieuropeísta: regresar a un pasado pre UE idealizado e inexistente. Pero la tormenta provocada por estos eventos y por el auge de Marine Le Pen, Geert Wilders, Frauke Petry, Beppe Grillo y otros debería venir bien a la UE para salir de su ensimismamiento institucional y avanzar hacia un ambiente más limpio y más calmado tras el temporal.

Si el diagnóstico es la desafección ciudadana frente al alejamiento institucional, entonces la solución es tan fácil de enunciar como complicada de realizar: una UE más eficiente y eficaz, más conectada con el día a día de su gente y que rinda cuentas ante los ciudadanos mediante diversos mecanismos democráticos más allá de las elecciones al Parlamento Europeo. De puertas adentro, el objetivo debería ser avanzar hacia una ciudadanía europea común y abierta a inmigrantes y demandantes de asilo. Hacia afuera, habría que caminar hacia una política exterior, comercial y de seguridad común. Todo, con el ideal de una Europa democrática y de los derechos humanos como guía.

José Miguel Calatayud es periodista freelance.

 

“Ser consciente de lo diverso debe ser parte real del espíritu europeo”. Carmen Chato

El futuro de la UE no queda más que clasificarlo en tormentas con rayos. Se suceden crisis de todo tipo, vientos huracanados que azuzan los nubarrones. Para conseguir que asome el sol hay que tener presente que las formas y el fondo que las resuelvan determinarán si el pronóstico torna a soleado.

Atendiendo a su propio lema, “Unida en la diversidad”, la UE debe mostrar que a sus 60 años ya ha alcanzado la madurez y ser consciente de que lo diverso -más allá de defender la multiculturalidad- debe ser parte real del espíritu europeo. Los ciudadanos de la UE, todos y cada uno de ellos, podrán apostar por una unión cuando se sientan respetados e incluidos y las dos velocidades deben ser desechadas para asumir que los proyectos comunes pasan por la ayuda mutua y las responsabilidades compartidas, sin excepción.

No es necesario reinventar la UE, pues es un proyecto vivo que tiene que definirse a diario, y la Unión y sus ciudadanos deben tener en cuenta que hay que adaptarse a las realidades del momento. Aunque este sea duro y complejo.

Carmen Chato es periodista especializada en Relaciones Internacionales y asuntos europeos.

 

“Los europeos empiezan a ver a la UE no como la solución sino como el problema”. Eva Coronado y Óscar Gómez

La evolución del clima político en los últimos tiempos indica una posible desintegración de la UE. El Tratado de Maastricht, firmado entre países económicamente muy diferentes, contribuyó a amplificar  la crisis económica de 2008. Con la recesión, aún coleando, llegó una crisis migratoria sin precedentes; aderezada con el terrorismo yihadista, lo que ha provocado el ascenso de los partidos antieuropeístas. El panorama político muestra una extrema derecha en contra de la inmigración, una izquierda que pide más democracia y control sobre los bancos europeos, y una burocracia europea inoperante, sostenida por los partidos tradicionales que no muestran ninguna estrategia común para intentar cambiar algo. En medio, los europeos, que empiezan a ver a la UE no como una solución sino como el problema en sí. En un hipotético caso de desintegración, se produciría una unión de los países del norte recesiva, mientras en el sur los Estados se enfrentarían a un escenario de estanflación

Eva Coronado es periodista especializada en temática internacional y cultura. Óscar Gómez es experto en comercio internacional.

 

“No se debe dejar de avanzar hacia una mayor integración, aunque parezca impopular”. Alexander Goerlach

En unos momentos como los actuales, 60 años después de la firma del Tratado de Roma, me siento inclinado a ver solamente los aspectos positivos de la UE surgida de aquel pacto. De hecho, en términos generales, no cabe duda de que la aventura ha tenido un gran éxito. Pero eso no debe distraer a la Unión a la hora de afrontar unos retos cruciales.

Los Estados miembros no deben dejar de avanzar hacia una mayor integración, aunque parezca impopular frente a los populistas de extrema derecha. En este sentido, tras la muerte de los acuerdos de Dublín, la primera tarea debe ser dar nueva vida a la política de inmigración. Es evidente que Europa no puede acoger a todos los inmigrantes económicos que llegan en busca de una vida mejor dentro de sus fronteras, pero los derechos humanos son uno de los fundamentos de la UE, lo cual significa protegerlos y no mirar hacia otro lado ante conflictos como la guerra de Siria. La Unión ha sufrido el efecto de la llegada de refugiados de Oriente Medio, que ha exigido a los Estados miembros una solidaridad aún mayor que en la crisis del euro. La experiencia de los últimos años nos dice que nos espera un camino muy complicado por delante.

Alexander Goerlach es autor y columnista, fundador de la revista The European y de la iniciativa Save Liberal Democracy, y profesor visitante en la Universidad de Harvard.

 

“El continente busca un rumbo que parece haber ido perdiendo”. Georgios Kostakos

El clima político en Europa ya es tormentoso, y es de prever que lo va a ser más aún. El continente busca un rumbo que parece haber ido perdiendo desde los emocionantes años 50. Se menosprecia todo lo logrado desde entonces, desde el mercado único hasta la libertad de circulación a través de las fronteras, e incluso una moneda común para 19 países, y el proyecto europeo en su conjunto recibe críticas desde dentro y desde fuera. ¿Caerá derrotado el ideal de una Europa unida ante los vientos de la desintegración, el populismo que siempre culpa a los demás de las cosas que no marchan bien, la arrogancia de la élite de Bruselas y la miopía de los dirigentes nacionales? No hay que perder la esperanza. La previsión a largo plazo es de una Europa soleada que saboreará su diversidad y permanecerá unida en lo más importante: los principios comunes de la democracia, la libertad personal, la tolerancia, la solidaridad y la justicia. ¡Pero eso solo puede ser realidad si cada uno pone de su parte!

Georgios Kostakos es miembro del consejo de Stand Up for Europe y editor de Katoikos.

 

“La sociedad europea no cree en el modelo actual”. Pablo López Orosa

Las dificultades económicas que arrancaron en 2008 han dejado al descubierto la verdadera crisis de valores que esconde la Unión Europea: la integración no ha ido más allá de aspectos económicos, obviando la construcción de la “identidad europea”. El encaje de las distintas sensibilidades nacionales, de las minorías étnicas y sociales y, sobre todo, de los musulmanes, son los grandes retos que tendrá que enfrentar la UE en los próximos años.

La respuesta dada hasta la fecha ha sido insuficiente: la sociedad europea no cree en el modelo actual y son demasiados los que empiezan a pensar en abandonar el proyecto comunitario. Sólo una reforma profunda que recupere una UE para la gente y no para los mercados podrá frenar el auge de los extremismos.

Pablo López Orosa es periodista freelance.

 

“El problema es la falta de visión común, el vacío absoluto de liderazgo”. Camino Mortera-Martínez

No corren buenos tiempos para la Unión Europea. Decir lo contrario sería temerario en una época en la que al optimismo se lo ha cargado la cruda realidad. El problema no es el Brexit, o la crisis de los refugiados, o los ataques terroristas, o la desastrosa política económica. El problema es la falta de visión común, el vacío absoluto de liderazgo (al menos de liderazgo constructivo). La ruptura Norte-Sur y Este-Oeste es ahora más acusada que nunca, y es inútil pretender que una “Europa a varias velocidades” vaya a solucionar las cosas. Porque la palabra “velocidad” implica movimiento, y el problema fundamental de Europa es que pocos saben a dónde vamos y muchos, ni si quiera, de dónde venimos. Se anuncian borrascas en el Canal de la Mancha, el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Mejor haríamos en ir a buscar el paraguas.

Camino Mortera-Martínez es investigadora en el Centre for European Reform.

 

“La UE tendrá que defenderse de agresiones externas e internas”. Manuel Muñiz

Los movimientos políticos radicales que vemos emerger en Europa, sustentados sobre la sensación de abandono y de pérdida de oportunidades económicas de grandes segmentos de la población, apoyan, con sorprendente paralelismo sea dicho de paso, el desmantelamiento del orden liberal. Ese orden, que se construye con grandes esfuerzos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, alcanza su máxima expresión en la Unión Europea. La UE, en su cosmopolitanismo, y defensa del libre mercado y libre comercio, se erige, por lo tanto, en el enemigo a batir por parte de los nuevos movimientos políticos de corte populista y nacionalista. Vienen, por lo tanto, años complicados en los que tendrá que defenderse de agresiones externas e internas. Estas últimas serán las más destructivas, ya que atentan contra los cimientos mismos de la Unión y harán difícil la resolución del resto de retos a los que esta se enfrenta.

Manuel Muñiz es decano de IE School of International Relations.

 

“Es imposible entender la UE como un agente aislado”. Andrés Ortiz Moyano

La crisis de la Unión Europea, con sus particularidades sociales, políticas y laborales, no tiene precedentes. Pero el proyecto europeo es, a pesar de todo, indestructible. Quizás sea este tiempo turbulento lo que necesitaba para afianzar sus pilares y filtrar elementos que le restan. Si los responsables (realmente todos nosotros) entendemos el proyecto como irrenunciable y positivo, tomaremos las medidas necesarias para salir adelante.

Es muy poco probable que el estado actual de incertidumbre y desestabilización perdure mucho más tiempo. Lo normal es que Alemania y Francia, si Marine Le Pen no gana las elecciones, reafirmen su tradicional liderazgo. Sin embargo, parece evidente que es imposible entender la UE como un agente aislado, pues su dependencia del entorno es cada vez más notable. La aplicación del Brexit, la próxima caída de Daesh, el lento pero progresivo auge económico y la normalización de la crisis de refugiados inyectarán ciertas dosis de estabilidad, algunas como placebo. No será mañana, pero quizás sí veamos pronto la luz al final del túnel.

Andrés Ortiz Moyano es periodista especializado en conflictos y mediación.

 

"Esta Europa a dos velocidades es una Europa sin personalidad".  Miguel Rodríguez Andreu

No estamos ni siquiera en una fase de reconstitución, sino de asimilación. Hasta que no se aclare el escenario internacional: volátil e impredecible, no veremos ni siquiera indecisión. Será una posición contemplativa que buscará con inquietud conocer hasta dónde llegan los efectos de la crisis, y la voluntad de los Gobiernos nacionales.

Esta Europa a dos velocidades es una Europa sin personalidad, solo manifestada ante (contra) Grecia, pero indefensa ante los envite eurocríticos, en Francia y Alemania, o del otro lado del Atlántico. La UE no está diseñada para responder con inmediatez y de forma conjunta a los desafíos actuales, pero esa misma perplejidad devenida la confrontará con sus fallas de legitimidad y acción disgregada.

La UE no está herida de muerte, pero si algo ha demostrado la crisis de refugiados es que somos frágiles, que nos asustamos con cualquier cosa. El tiempo de Bruselas y de su gestión burocrática ha terminado, llega el protagonismo ciudadano: las emociones, la fidelidad del votante. No es mucha, pero suficiente, al menos en un primer término, a la espera de que renueve su ideario una Europa mucho más social que la actual. Si no, será el fin.

Miguel Rodríguez Andreu es es editor de la revista Balkania y miembro del grupo GEurasia.