África: la política de sufrir y reír
Patrick Chabal
285 páginas
oozebap, Barcelona, 2011
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Las modelos teóricos que reiteradamente se han venido aplicando para desgranar la política africana del periodo poscolonial pivotan sobre nociones como desarrollo, neopatrimonialismo, autoctonía, dependencia, socialismo, democracia y algunos otros. A juicio de Patrick Chabal, los cinco lustros transcurridos desde las independencias de estos países, evidencian la esterilidad de los mismos; como la realidad en sí misma no falla o acierta, son los patrones que persiguen aprehenderla quienes distorsionan, deforman o falsean el objeto de estudio. Con arreglo a esta premisa, el teórico inglés plantea en África: la política de sufrir y reír una propuesta para superar este punto muerto. Para llevarla a puerto, se ha visto en la tesitura de orillar la teoría política al uso para acercarse a las ciencias sociales, particularmente a la antropología. Esto es así porque, lejos de abrazar referentes “ineludibles” como las elites o la soberanía, Chabal se inspira en las dinámicas que circulan en el seno del pueblo llano para, desde ahí, explorar la compleja ligazón entre individuo, sociedad y poder.
En efecto, Chabal ahonda en las principales esferas que configuran la identidad del individuo, la naturaleza de su economía doméstica y los escollos que debe sortear en su cotidianidad, análisis que, además de fijar los cimientos para fundar o al menos esbozar una metodología trazada desde un prisma local, sirve para revisar muchos de los sobreentendidos que abundan en los escritos africanistas. Por ejemplo, el autor se decanta por descentralizar la etnicidad como principal credencial de la identidad. Por el contrario, hace hincapié en aspectos como la relevancia del origen, el peso específico de la edad y el significado de la autoridad. A su vez, estos elementos descansan sobre el concepto de pertenencia, crucial no sólo para entender el vínculo entre los individuos y su tierra por encima de cualquier consideración étnica, tribal o clánica, sino para interpretar la conducta de numerosos dirigentes africanos hacia ellos.
Igual que Chabal relega la etnicidad a segundo plano, asciende a primer nivel el papel de la religión y de lo tradicional. Los ejemplos de Mozambique y Ruanda (reinserción de niños soldados mediante rituales o los tribunales tradicionales para dirimir responsabilidades del pasado reciente, respectivamente) bastan para despejar todas las dudas y marcan, sobre todo, el camino a seguir de acuerdo con su incontrovertible eficacia. Esto es, los sistemas tradicionales funcionan satisfactoriamente, en tanto que lo que entendemos por responsabilidad política moderna deviene el mayor obstáculo para la gobernabilidad si se pretende aplicar en su variante más purista.
ASHRAF SHAZLY/AFP/Getty Images
¿Todo ello significa que Chabal hace una decidida apuesta por el tradicionalismo en detrimento de la modernidad? No. Se trata más bien de adivinar el modo en que ambas se imbrican para fraguar un modelo mixto que demanda sus propias normas de funcionamiento. Este maridaje es bien notorio en la economía a través del ...
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