El paisaje internacional de la educación superior está cambiando.
Los atentados del 11-S hicieron que EE UU, principal receptor de estudiantes
extranjeros, pusiera barreras a su entrada. Pero no se puede frenar el flujo
de estudiantes que desean formarse fuera. Un reciente estudio australiano calcula
que, para 2025, el número total de
estudiantes fuera de sus países alcanzará los ocho millones. Aunque
se puede predecir, sin miedo a equivocarse, que en su mayoría procederán
de Asia y tendrán como destino países ricos occidentales, cada
vez son más los que buscan nuevas opciones en el mundo en desarrollo.

 

Monstruos de los números

Para los estudiantes extranjeros en EE UU, la literatura y las artes quedan
en segundo plano frente a las ciencias empresariales y las ciencias duras.
Tres campos predominan: empresariales, ingeniería y matemáticas
e informática. En otros países, los datos muestran tendencias
similares.

Fuente: Open Doors 2003 (Institute for International Education,
Nueva York, 2003).

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Cambio de destino

En 2003, EE UU acogió, aproximadamente, a la tercera parte de los cerca
de dos millones de universitarios que estudian fuera de sus países. Durante
medio siglo, el número de alumnos que acuden a Estados Unidos ha crecido
a un ritmo constante, pero tras el 11-S ha caído bruscamente. También
han disminuido de manera notable los extranjeros que se presentan a los exámenes
de ingreso de los cursos de posgrado de las universidades de ese país,
lo que garantiza que las matrículas seguirán descendiendo.

Fuente: Open Doors 2003 (IIE, Nueva York, 2003).

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Fuga de cerebros

La emigración de los mejor preparados es central en la globalización.
Los flujos suelen ir de los países en desarrollo al mundo industrializado.
La mayoría de los emigrantes conservan fuertes vínculos con sus
países –algunos regresan–, y cada vez más universitarios
ayudan a sus sociedades de origen ofreciendo su conocimiento e inversiones.
Aún así, la pérdida de muchos de los más brillantes
sigue constituyendo un problema para muchos países pobres.

Fuente: Migration, Remittances, and the Brain Drain:
A Study of 24 Labor-Exporting
Countries (Banco Mundial, Washington, 2003).

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Estudiantes en la distancia

La educación a distancia es un fenómeno de importancia creciente.
Hasta ahora, donde más se usa es en los países en desarrollo
y en los de ingresos medios, donde existe una gran demanda no satisfecha de
acceso a educación universitaria. Todas esas megainstituciones son públicas:
los gobiernos ven en la prestación de educación a distancia un
medio de aprovechar la demanda. Se sabe poco de sus requisitos de admisión
o titulación. La educación a distancia es el salvaje
oeste
de
la educación superior.

‘Joyas’ orientales

Alrededor del 80% de los estudiantes extranjeros del mundo proceden de países
asiáticos. Los principales países receptores son los industrializados.
La mayoría de los estudiantes se costean sus estudios y su estancia,
lo que aporta valiosos ingresos al país de acogida. En Australia y Reino
Unido, por ejemplo, el mantenimiento de sus universidades públicas depende
hoy de la contribución de los ingresos procedentes de los estudiantes
internacionales.

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El paisaje internacional de la educación superior está cambiando.
Los atentados del 11-S hicieron que EE UU, principal receptor de estudiantes
extranjeros, pusiera barreras a su entrada. Pero no se puede frenar el flujo
de estudiantes que desean formarse fuera. Un reciente estudio australiano calcula
que, para 2025, el número total de
estudiantes fuera de sus países alcanzará los ocho millones. Aunque
se puede predecir, sin miedo a equivocarse, que en su mayoría procederán
de Asia y tendrán como destino países ricos occidentales, cada
vez son más los que buscan nuevas opciones en el mundo en desarrollo. Philip
G. Altbach y Roberta Malee Bassett

Monstruos de los números

Para los estudiantes extranjeros en EE UU, la literatura y las artes quedan
en segundo plano frente a las ciencias empresariales y las ciencias duras.
Tres campos predominan: empresariales, ingeniería y matemáticas
e informática. En otros países, los datos muestran tendencias
similares.

Fuente: Open Doors 2003 (Institute for International Education,
Nueva York, 2003).

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Cambio de destino

En 2003, EE UU acogió, aproximadamente, a la tercera parte de los cerca
de dos millones de universitarios que estudian fuera de sus países. Durante
medio siglo, el número de alumnos que acuden a Estados Unidos ha crecido
a un ritmo constante, pero tras el 11-S ha caído bruscamente. También
han disminuido de manera notable los extranjeros que se presentan a los exámenes
de ingreso de los cursos de posgrado de las universidades de ese país,
lo que garantiza que las matrículas seguirán descendiendo.

Fuente: Open Doors 2003 (IIE, Nueva York, 2003).

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Fuga de cerebros

La emigración de los mejor preparados es central en la globalización.
Los flujos suelen ir de los países en desarrollo al mundo industrializado.
La mayoría de los emigrantes conservan fuertes vínculos con sus
países –algunos regresan–, y cada vez más universitarios
ayudan a sus sociedades de origen ofreciendo su conocimiento e inversiones.
Aún así, la pérdida de muchos de los más brillantes
sigue constituyendo un problema para muchos países pobres.

Fuente: Migration, Remittances, and the Brain Drain:
A Study of 24 Labor-Exporting
Countries (Banco Mundial, Washington, 2003).

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Estudiantes en la distancia

La educación a distancia es un fenómeno de importancia creciente.
Hasta ahora, donde más se usa es en los países en desarrollo
y en los de ingresos medios, donde existe una gran demanda no satisfecha de
acceso a educación universitaria. Todas esas megainstituciones son públicas:
los gobiernos ven en la prestación de educación a distancia un
medio de aprovechar la demanda. Se sabe poco de sus requisitos de admisión
o titulación. La educación a distancia es el salvaje
oeste
de
la educación superior.

‘Joyas’ orientales

Alrededor del 80% de los estudiantes extranjeros del mundo proceden de países
asiáticos. Los principales países receptores son los industrializados.
La mayoría de los estudiantes se costean sus estudios y su estancia,
lo que aporta valiosos ingresos al país de acogida. En Australia y Reino
Unido, por ejemplo, el mantenimiento de sus universidades públicas depende
hoy de la contribución de los ingresos procedentes de los estudiantes
internacionales.

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Philip G. Altbach es director del
Center for International Higher Education, perteneciente al Boston College
(Massachusetts) y ocupa la cátedra Monan de Educación Superior
en dicha institución. Roberta Malee Bassett es directora gerente de
Educational Policy y doctoranda en el Center for International Higher Education.